RESEÑA
-
EMMA
¡Hola, hola, hola!
¿Cómo va todo? ¿Tenéis alguna rutina para estos días o, como yo, todavía estáis mirando qué os va mejor y qué peor? Ay, la organización, qué jodida… Pero contadme cosas bonitas. ¿Andáis leyendo alguna novela maravillosa? ¿Yo? Oh, hoy os traigo una que me ha gustado mucho mucho. ¿Qué, vamos a ello?
¡Dentro reseña! FICHA TÉCNICASINOPSISCuando la joven Emma – hija soltera del rico y distinguido señor Woodhouse – pierde la compañía de su antigua institutriz, toma bajo su tutela a la humilde Harriet Smith. Su extracción modesta y su simpleza, además de su hermosura, hacen de ella una candidata perfecta para que Emma pueda entregarse a su ocupación favorita: arreglar la vida de los demás. Sus afanes para que Harriet haga un matrimonio ventajoso y su personalidad manipuladora sufrirán, sin embargo, distintos reveses antes de que la situación alcance un final inesperado y feliz.
OPINIÓN
Emma Woodhouse no piensa casarse. No le da la gana. Para qué, si es más divertido disfrutar de su casa, la preciosa Hartfield, y de sus invitados ocasionales. La boda salió bien. La de la antigua señorita Taylor, ahora señora Weston. Eso sólo puede significar una cosa. Emma sabe a quién le conviene casarse con quién… ¿verdad?
En otra vida, esta mujer hubiese sido organizadora de bodas. Una nefasta, todo sea dicho; porque la chica no da pie con bola. Pero de eso hablaremos más tarde. De momento basta con que nos centremos en un hecho: su amiga Harriet Smith necesita un marido. Uno que se ajuste a su condición social – una, para más señas, harto dudosa; y es que la chica vive de una renta, pero todo el mundo desconoce la procedencia –. Uno que guste a Emma, claro.
Lo mío con la protagonista ha sido intenso. Empecé aborreciendo su comportamiento, levantando las cejas ante sus desplantes y sus comentarios estúpidamente clasistas. Terminé adorándola. Emma es un personaje complicado, caprichoso, a veces infantil; pero terriblemente inteligente. Una Señora, sin duda, si dejamos de lado que le cuesta lo suyo darse cuenta de cómo funciona realmente el mundo.
Tenía muy pendiente a Jane Austen. De la época de la Regencia he leído poco o nada y, la verdad, ya iba siendo hora de saber por qué todo el mundo idolatra a la autora. Me alegra decir que me subo al carro. Hay algo bonito, en su prosa, esa delicadeza chocando con la mordacidad y la crítica, porque la señora se quedaba a gusto, ¡y con toda la razón! Nos retrata con asombrosa delicadeza una sociedad hipócrita, podrida de valores “altivos” que, la verdad, huelen a rancio. Muy triste eso de no poder juntarse con alguien de condición social inferior…
Emma va a casar a Harriet. Vaya, si va a hacerlo. No quiere ni oír hablar de ese pobre infeliz que se declaró con el corazón en la mano. Ah, no, su amiga merece algo mejor que un granjero – poco me falto para que me diera un infarto -. El señor Elton. El cura – ay, que ahora sí me pongo escéptica –. Y va a salir bien. Porque Emma sabe lo que hace… o al menos eso cree ella.
El señor Knightley no está de acuerdo con la idea de Emma. No entiende cómo diablos cree que vaya a salir bien. Y no lo entiende porque el hombre sabe que su cuñada no está entendiendo demasiado bien cuáles son las verdaderas intenciones del señor Elton. El señor Woodhouse, por su parte, sólo ve virtudes en su hija. Hipocondríaco a tiempo completo, tiene suficiente con cocerse tranquilamente en pleno verano mientras su hija se dedica a jugar “a las bodas”… con resultados tan trágicos que es imposible no echarse unas buenas risas.
¡Noticia de última hora! Se acerca un nuevo invitado. Otro jugador para el tablero de Emma. Da igual lo que diga el señor Knightley, va a ser todo maravilloso. Además, ¿quién dice que, llegado el momento, Emma no quiera saber qué se siente al estar… hum… tal vez enamorada? Y ahora bienvenidas y bienvenidos a la ZONA SPOILER
No sé qué opinaréis vosotras, vosotros, pero a mí Frank Churchill me cayó como el culo desde el minuto cero. Si Elton es una cucaracha sucia y cochina, el señor Churchill es un listo de mucho cuidado. Un fucker, vaya; pero de época. Qué poético me ha quedado. ¡Prosigamos! El señor Knightley lo dijo: no venía porque no le daba la real gana. Y es que el colega consigue crear tanta expectación que cuando por fin hace acto de presencia sólo cabe lanzarse a sus pies. Dejemos de lado que hace cosas tan inteligentes como viajes relámpago a Londres por un corte de pelo, o que va largando comentarios que luego le cuestan mucha salud mental… un dechado de virtudes, el chico Churchill. Pobre señor Weston, lo que trajo al mundo.
La señorita Fairfax me cayó bastante mejor que Harriet Smith, y es que la primera al menos tiene la decencia de mostrarse prudente. Conocer el campo de batalla es muy importante, pero tener un mínimo de cerebro más todavía. Emma no está por tonterías y decide que la señorita Fairfax no es sólo una estirada, sino una mujer horrible que se esconde detrás de su tía, la señorita Bates, que habla por los codos – de forma encantadora. Os juro que esa mujer es un amor.
Y aquí llega el Apocalipsis. Emma juega a “las bodas” mientras el resto del pueblo mira, en silencio y por la espalda, por sus propios intereses. Unos que más de una vez eran harto cuestionables. No es sólo que la señora Elton sea una cabrona de talla mayor, que también; es que Jane Fairfax se merecía algo mejor que semejante pedazo de idiota manipulador. Pero todo esto sólo son apreciaciones mías, claro. Para personaje que consiguió toda mi atención desde el principio, el señor Knightley. Un poco de cordura entre tanta locura no iba mal, y aunque vi qué era lo que pasaba con él, disfruté leyendo cómo se iba desarrollando todo. Muy tierno, pese a su carácter más bien frío. Me sorprendió mucho que nuestra señorita Woodhouse tardara tanto en entenderlo todo. A su favor diré que sale mucho mejor parada de toda esa locura de intrigas y puñaladas traperas – señora Elton, váyase a tomar por culo, gracias – que la señorita Smith o la propia señorita Fairfax.
Hay algo bonito, en ver caer a la más fuerte. Emma, que juró que no se enamoraría. Emma, que prometió que sólo le preocuparía el futuro de sus sobrinos. Ella, joder, enamorada. Enamorada hasta las trancas. Y de alguien que ha estado a su lado toda su vida. Ay, criatura…
El final me encantó. No os pienso contar nada, porque la gracia está en que lo leáis vosotras y vosotros; pero sí os diré que cerré el libro con una sonrisa muy tonta. Porque Emma, al final, es un cachito de pan…
Divertida, mordaz, salpicada de personajes maravillosos; Emmaes una novela que roba el corazón. Jane Austen se acaba de colar entre mis favoritas. ¡No sé a qué esperáis para leer la novela!
Nota: 5/5