Una ilustre familia de Nueva Inglaterra.Una isla privada.Un grupo de cuatro amigos —los Mentirosos— cuya amistad se vuelve destructiva.Una rebelión. Un accidente. Un secreto.Mentiras y más mentiras.Amor verdadero.La verdad, por fin.
—Sientes como que me conoces, Cady, pero sólo conoces el yo que llega aquí —dice...
Este libro cuenta la historia de la familia Sinclair, y cómo ellos se relacionaban en el verano en una isla privada. Una familia, que, aunque en el exterior parezca la más perfecta de todas, cuando lo vives desde dentro es una familia que se está cayendo a pedazos. Cadence, la protagonista, nos explica un poco de su vida y sus veranos, hasta el día del accidente, el punto central de esta historia. Ella trata de recordar qué pasó en ese accidente, pero no puede. Y la familia no ayuda mucho, sobretodo porque siempre quieren mostrarse bien a la sociedad y un problema como ese solo debe ser ignorado. La historia marca un antes y un después a partir del accidente, y va saltando entre ese antes y el ahora. Está llena de muchas metáforas, que a veces yo tomaba muy literal y me confundía. Así que el libro puede ser un poco confuso al principio, hasta que te adaptas a ella.La narración es un poco lenta, pero engancha desde un principio, aunque sea solo por curiosidad de saber qué pasa. Ya que es un libro corto, llega a leerse bastante rápido. Pero, aunque parezca una historia sin sentido y que no se encamina hacia ninguna parte, el punto clave de ella es el final. Ese final me dejó con los pelos en punta, me hizo sentir dolor por los personajes, y bastante marcada. Cada vez que pienso en este libro, vuelvo a recordar ese final.En resumen, Éramos mentirosos es una historia de prejuicios, donde la familia perfecta no es tan perfecta, con una historia cautivadora donde hay que meterse de lleno en ella para poder sentir todas las emociones que transmite.