RESEÑA: Hamnet.

Publicado el 14 diciembre 2021 por Jimenada

 HAMNET


Título: Hamnet. 
Autora: Maggie O´Farrell (Coleraine, Irlanda del Norte. 1972). Es autora de siete novelas: After You’d Gone (2000), My Lover’s Lover (2002), The Distance Between Us (2004, ganadora del premio Somerset Maugham), La extraña desaparición de Esme Lennox (2007), La primera mano que sostuvo la mía (2010; Libros del Asteroide, 2018), Instrucciones para una ola de calor (2013) y Tiene que ser aquí (2016; Libros del Asteroide 2017), y un libro de memorias, Sigo aquí (2017; Libros del Asteroide, 2019). Su última obra, Hamnet (2020; Libros del Asteroide 2021) ha supuesto su definitiva consagración al recibir el prestigioso Women´s Prize for Fiction, así como aparecer en las listas de los mejores libros del año 2020 del Washington Post y del The New York Times

Editorial: Libros del Asteroide. 
Idioma: inglés. 
Traductora: Concha Cardeñoso. 
Sinopsis: Agnes, una muchacha peculiar que parece no rendir cuentas a nadie y que es capaz de crear misteriosos remedios con sencillas combinaciones de plantas, es la comidilla de Stratford, un pequeño pueblo de Inglaterra. Cuando conoce a un joven preceptor de latín igual de extraordinario que ella, se da cuenta enseguida de que están llamados a formar una familia. Pero su matrimonio se verá puesto a prueba, primero por sus parientes y después por una inesperada desgracia. Partiendo de la historia familiar de Shakespeare, Maggie O´Farrell transita entre la ficción y la realidad para trazar una hipnótica recreación del suceso que inspiró una de las obras literarias más famosas de todos los tiempos. La autora, lejos de fijarse únicamente en los acontecimientos conocidos, reivindica con ternura las inolvidables figuras que habitan en los márgenes de la historia y ahonda en las pequeñas grandes cuestiones de cualquier existencia: la vida familiar, el afecto, el dolor y la pérdida. El resultado es una prodigiosa novela que ha cosechado un enorme éxito internacional y confirma a O´Farrell como una de las voces más brillantes de la literatura inglesa actual. 
Su lectura me ha parecido: inmensa, fascinante, conmovedora, dolorosa, oportunamente reivindicativa, con una prosa que parece acariciar cada palabra, coherente, abrumadora, la gran sorpresa del año... Como ya sabréis, sobre todo los que me seguís desde aquel día que tuve la genial idea de reorientar el contenido del presente blog hacia la crítica literaria, mi relación con le género histórico ha sido peculiar. De atiborrarme, como si no hubiera un mañana durante mi adolescencia, de novelas policíacas nórdicas lúdicas y con grandes dosis de lo que a día hoy se considera "salseo", pasé a una inagotable obsesión por la obra de Ken Follett, y en concreto por su obra más célebre: Los Pilares de la Tierra. Entendedme, estaba en Segundo de Bachillerato, absolutamente enamorada de la asignatura (que no del profesor, que era para darle de comer a parte) de Historia del Arte, especialmente de la arquitectura Gótica, cuyas características estudiaba con gran pasión. Con esta predisposición, normal que acabara rendida a Follett en el momento en el que dicho ladrillo cayó en mis manos. Fui, a juzgar por conversaciones a posteriori, de las pocas personas que se atrevió a leerse de pe a pa los pasajes más técnicos, en los que con un soporífero para unos, interesante para otros estilo describía la evolución en la construcción de la catedral del ficticio pueblo de Kingsbridge. Por supuesto, como ya he comentado en mil y un ocasiones, fue una novela de primeras veces. La primera vez que fui consciente de las costuras de una novela (las cuales quedarían superadas en el momento en el que leí Madame Bovary). La primera vez que leí una escena de una violación (ejemplo de cómo no debe escribirse una escena de estas características). Y, por supuesto, la primera vez que como lectora me enfrenté a pasajes de alto voltaje sexual de gran explicitud (ahí es donde de verdad se notaba que los personajes no eran del siglo XII sino del XXI). De ahí salté a su continuación que, salvo las partes en las que se hablaba de la Peste Bubónica, consideré totalmente prescindible. A su trilogía The Century (que a falta de una relectura, mi favorito sigue siendo el último). Así como cualquier otra novela que pudiera recordarme a esa novela ambientada durante el periodo de la Anarquía y la Guerra Civil que tanto me entusiasmó, obteniendo como resultado algunos tropezones mayúsculos como La catedral del mar o Mar de fuego. A mi juicio, copias baratas que trataron de imitar lo inimitable. Como cuando Stephenie Mayer se hizo de oro con la saga Crepúsculo y una horda de escritores comenzaron a publicar novelas juveniles protagonizadas por vampiros modernizados. Aunque, sinceramente, la avalancha que le siguió a Cincuenta sombras de Grey fue casi peor. Tan solo un año más tarde, los manuales de historia me absorbieron, hasta el punto de llegar a alejarme de la novela histórica - algunos de mis profesores nos intentaron convencer de que era un género menor al que no debíamos prestarle demasiada atención - y optar por aquellos clásicos que no me había animado a leer. Por aquel entonces mi opinión hacia el género cambió, me volví más crítica, exigente, selectiva. Ya no me valían esas tramas repetitivas o esos personajes sin alma. Me sentía completamente alejada de dichas formas, que no encontraba novelas dentro de lo histórico que respondiesen a una nuevas inquietudes o al menos que se alejasen del best-seller al uso. Pero entonces, inesperadamente, llegó Maggie O´Farrell - una autora a la que no había prestado demasiada atención tras haber leído su memoir Sigo aquí - con la novela que había esperando durante tantos años bajo el brazo. Dicho de otra forma, aquella que me devolviese la fe en la novela histórica y que, por el camino, acabó convirtiéndose en una de las mejores lecturas del año. Hamnet: la puesta en valor de las mujeres que habitaron en los márgenes de la historia. 

Sin duda, la publicación de Hamnet ha sido una de las mayores sorpresas de este año por dos motivos principalmente. El primero, por su autora, Maggie O´Farrell. La escritora norirlandesa ya había dado indicios de evolución a medida que su producción literaria se ampliaba con cautela. Sin saturar un mercado editorial atestado de novedades cada vez más volátiles, dejando espacio entre un libro y otro para, de pronto, tomar impulso con historias que, si bien las hemos leído en tantas otras novelas, prosperan gracias a su particular forma de escribir. Cercana, empática y capaz de captar las emociones más intrínsecas del ser humano, dotándolas de un virtuosismo cada vez más abrumador. La autora de La extraña desaparición de Esme Lenox, La primera mano que sostuvo la mía o de Tiene que ser aquí es uno de los grandes nombres de la ficción contemporánea actual. Por lo que, los hemos seguido más o menos de cerca su trayectoria a través de sus novelas, sabíamos que tarde o temprano firmaría esa obra que constataría su gran valía en el campo de las letras, ese libro que marcara un punto de inflexión y que, puestos a imaginar, abriría el famoso abanico de ideas a explorar por las y los autores de un futuro que ya es inmediato. Pero nadie, absolutamente nadie, ni siquiera una servidora, esperaba toparse con esa barbaridad llamada Hamnet. Ya no solo por lo que O´Farrell, en un ejercicio de renovación dentro de un campo literario, como es la novela histórica, que muchas y muchos ya dábamos por perdida, ha conseguido trasladar al papel. También por la enorme calidad literaria que desprende el texto. El salto, la evolución y la madurez literaria que ha alcanzado con Hamnet es epatante, abrumadora, digna de señalarse en cada reseña que se escriba sobre el presente libro. Porque sí, la historia es la que es, la podemos leer en la contraportada, pero la cuestión está no en la idea en sí, sino en la forma con la que ha decidido llevarla a cabo. Y, sobre todo, por la necesidad - o más bien deber - que la autora tenía respecto a los futuros lectores de la misma. Que no es otro que el de plantarnos una historia, no sabemos si del todo cierta o más bien nacida de su propia imaginación, pero que resulta enormemente plausible si tenemos en cuenta lo olvidada y silenciada que ha estado la voz de las mujeres en la historia. Es tanta la verdad que se desprende de ella, tanta cercanía y tal grado de documentación (el estudio de la época, hasta el más ínfimo detalle, sobre todo de la vida cotidiana que hay en esta novela) que parece recoger el testigo de las y los grandes escritores que se atrevieron a indagar en el pasado para narrar historias universales. Hamnet sería, sin exagerar, lo que a Umberto Eco El nombre de la rosa, solo que con un tono ligeramente más divulgativo y las gafas violetas bien ajustadas. Y conseguir, por si fuera poco, una accesibilidad inusitada, lo cual ha permitido que Hamnet llegase a un público más amplio, más allá de los forofos de lo histórico, más allá de reticencias, más allá de reductos eruditos o incluso de aquellos que todavía, a día de hoy, se niegan a leer historias escritas por mujeres. Ahí es donde radica el segundo aspecto sorpresivo, el haber sido capaz de aunar tres tipos de públicos: el especializado, el reacio y el generalista. 

Sería injusto definir Hamnet como una simple novela histórica por el hecho de estar ambientada en la Inglaterra del siglo XVI. Ya que, como ya he avanzado, el libro de O´Farrell transita con grandísima fluidez hacia otros géneros. De hecho, podríamos decir que éste, el contexto histórico, actúa como catalizador, como ese necesario centro a partir del cual desarrollar una trama que nos conducirá por caminos inusitados. Como ya desprende su sinopsis, el lector está ante uno de los personajes femeninos mejor construidos del 2021, el de Agnes. Una mujer inteligente, de arrolladora personalidad y con un don especial para la elaboración de remedios caseros gracias a su basto conocimiento en plantas y las propiedades de cada una de ellas. Esta curandera tiene el don de la premonición, de la anticipación, lo cual le acarrea muchas satisfacciones en su trabajo de sanar al prójimo pero también el rechazo y la envidia de los habitantes de Stratford, los cuales ven en ella poco menos que una bruja a la que, por otro lado, les conviene tener cerca para remediar sus enfermedades. Su vida dará un radical giro cuando conozca a un hombre. El lector sabrá poco de él - de hecho lo conocerá bajo como el "preceptor de latín" y no por su nombre - pero se enamoran apasionadamente, hasta el punto de llegar a casarse y a tener descendencia. No obstante, es en este punto donde la novela se volverá más oscura, triste, y magistral a medida que vas avanzando. Y es que no solo la muerte de Hamnet - uno de los hijos de la pareja a muy corta edad - condiciona la experiencia lectora, también el hecho de que nos esté contando la historia de uno de los grandes genios de la literatura universal, cuya identidad desconoceremos hasta bien avanzada la trama, desde una perspectiva inusitada e ignorada por los historiadores: lo doméstico. Desde esa casa, esa cocina, esas tareas, esos cuidados (en ese sentido, Hamnet es también una oda a ellos) esos hijos, esos suegros de oscuro cariz y, sobre todo, desde esos pensamientos que asaltan la cabeza de quien fue la esposa del que sería el dramaturgo más famoso del mundo. Shakespeare desde Agnes, desde su mirada cristalina, desde su peculiar forma de ver el mundo, la de una mujer adelantada a su tiempo que, sin embargo, no puede escapar a su destino en un entorno patriarcal, como tampoco al enorme dolor que acaecerá en dicho hogar. Muy pocas veces he sido testigo de una narración tan estremecedora y a la vez tan hermosa referida a un hecho tan traumático como es el duelo. Sus descripciones agitan, golpean, empapan ese tramo de una tangible humanidad. Especialmente memorables son las descripciones sinestésicas, en especial cuando se atreve a narrar lo inenarrable, como la textura de un cadáver. Capaz de trascender y convertir la novela de O´Farrell en un drama que escapa de la lágrima fácil para hacernos ser partícipes del mismo desde la conciencia de lo que está sucediendo y desde la más profunda reflexión al respecto. Al final, Hamnet no va sobre genios, excentricidades o aventuras en la capital - a la cual el "preceptor de latín" se traslada, sumiendo a Agnes en una punzante soledad - va sobre las aristas del dolor más devastador y universal, el de la pérdida de un hijo. Al final, como si de una epifanía se tratase, observamos como ese marido ausente - en eso, por desgracia, no hemos cambiado - expía su tristeza a través de la escritura, del teatro, de poner sobre las tablas su obra más famosa: Hamlet. Cierto es que la mayoría de estudios señalan la influencia de Ur-Hamlet de Thomas Kid - obra perdida y poco conocida - como la principal fuente de inspiración para la escritura de Hamlet. Sin embargo, en un acto de gran valentía, O´Farrell decide decantarse por la hipótesis más humana, estableciendo una relación directa entre el príncipe de Dinamarca y el hijo muerto. Cierto es que probablemente el supuesto "plagio" tenga más consistencia que cualquier otra razón que implique exponer los sentimientos de un hombre triste, pero ¿no resulta más interesante observar la historia desde dicha perspectiva? Esa en la que el padre - figura aparentemente inquebrantable emocionalmente - se hunde y llora a través de diálogos y acotaciones. La novela de O´Farrell es una radiografía del duelo, sí, pero también de esa perspectiva de género tan necesaria tanto en los estudios historiográficos como en la propia creación literaria. Enseñanzas que ponen el foco sobre las ignoradas, vilipendiadas o ocultas. La misma que es capaz de hablarnos de William Shakespeare, sin necesidad de nombrarlo, bajo el prisma de quien lo amó, o de plantearnos hasta que punto lo que nos han contado es cierto. Porque sí, en cuanto buscas en internet compruebas que el verdadero nombre de la esposa del bardo de las letras inglesas es Anne Hataway, no Agnes. Pero,¿cuántos nombres de esposas/amantes de insignes escritores conocemos? O mejor aún, ¿cuántos nombres de mujeres anónimas cuya importancia es trascendental, a pesar de no salir en los libros de historia, se han perdido entre los pliegues de la misma? En última instancia, da igual, sea Agnes o Anne, el quid de la cuestión es el anonimato, como estigma, representado en el impersonal rostro de la mujer de la portada que, sin embargo, se atreve a mirar al lector. 
Hamnet: una historia de abatimiento, muerte, domesticidad, complejas relaciones familiares, crianza, amor maternal... Testimonio de un tiempo - el actual - llamado a convertirse en la punta de lanza de libros que aún están por escribirse. 
Frases o párrafos favoritos: 
"La crueldad y la devastación nos aguardan a la vuelta de cualquier esquina, dentro de un arcón, detrás de una puerta: saltan sobre una en cualquier momento, como un ladrón o un bandido. La cuestión es no bajar nunca la guardia. No creer nunca que se está a salvo. No dar nunca por hecho que el corazón de tus hijos late, que tus hijos beben leche, que respiran, que andan y hablan, sonríen, discuten y juegan. No olvidar ni un momento que pueden desaparecer, que te los pueden robar en un abrir y cerrar de ojos, que se los pueden llevar como leves villanos."
¡Un saludo y a seguir leyendo!
Cortesía de Libros del Asteroide