Llevaba muchísimo tiempo queriendo leer la saga completa de Harry Potter y parecía que nunca era el momento. Había hecho varios amagos, con el único resultado de leer y releer los dos primeros libros. Finalmente, gracias a una lectura conjunta organizada por @manusbooks (cuenta en Instagram), me he animado a ello empezando por el segundo, ya que el primero lo releí el año pasado.
En esta novela todavía encontramos a un Harry Potter bastante niño e inocente. Podríamos considerar este libro casi infantil, pero no por ello menos entretenido. Adentrarse en el mundo mágico de Rowling siempre es un gustazo, todos los detalles que describe hacen que te sumerjas de lleno en la historia. La ambientación, sin duda, es uno de los puntos fuertes de estas novelas, y es que contamos con mil aparatejos mágicos, títulos de libros e incluso un vocabulario propio que explican por qué esta saga cuenta con tantos seguidores.
Como mencionaba anteriormente, los personajes principales (Harry, Ron y Hermione) son bastante niños en esta novela, pero no por eso menos interesantes. Sus personalidades, tan marcadas, hacen que les cojas cariño, aunque he de reconocer que en algunas partes Hermione me ha sacado un poco de los nervios. Me da la sensación de que va a ser un personaje que va a crecer mucho con la transición de los libros estoy deseosa de conocer a la Hermione de los próximos, ya que sé que puede dar mucho de sí.
Encontramos también algunos personajes secundarios dignos de mención. El famoso Dobby aparece por primera vez y es tan entrañable como en las películas. Por otro lado, el profesor Lockhart resulta un personaje fácil de odiar, pero que dará mucho juego en la historia y nos regalará varias escenas de humor. En general, los personajes de las novelas de Rowling, especialmente los más secundarios, tienen un aire un poco caricaturizado. Sus comportamientos, en ocasiones, están exagerados, pero lejos de parecer poco creíble, se implementan en la historia dándole un toque cómico que les brinda un toque único.
Algo que he apreciado bastante de esta entrega, son los detalles que se van desvelando sobre la historia del colegio e incluso sobre Voldemort. La ambientación es tan maravillosa, que recibo con los brazos abiertos cada nuevo detalle que me ayude a completar los vacíos.
El ritmo de la novela es ágil y llegando a los últimos capítulos se vuelve trepidante. La autora utiliza el recurso de acabar los capítulos en las partes más interesantes, o justo cuando están a punto de descubrir algo nuevo, lo que hace que solamente quieras seguir leyendo. Además, el libro es bastante corto, por lo que se lee en nada. Quizás las únicas partes que me han aburrido un poco más han sido las relativas al Quidditch, ya que nunca he sentido mucho interés por este deporte tan famoso entre los magos. Durante el transcurso de la novela, la autora desarrolla varias partes de forma más extensa, procurando recordar a los lectores del primer libro los detalles que hayan podido quedar más vagos en sus mentes. Para mi gusto esto le ha restado algo de ritmo a la historia, ya que en mi caso los recordaba bien, pero puede ser un recurso interesante para los que hayan decidido leer los libros de forma más espaciada y no hayan estado familiarizados con el mundo de Harry Potter.
Resumiendo, esta segunda entrega ha sido un fantástico viaje al mundo de la magia. Algo infantil, pero llena de aventuras y misterios. Su narración ágil y los constantes toques de humor han hecho que la disfrute mucho.