RESEÑA: Hombres.

Publicado el 20 noviembre 2018 por Jimenada
HOMBRESTítulo: Hombres.
Autora:
Angelika Schrobsdroff (Friburgo 1927). Emigró a Sofía en 1939 con su madre y regresó a Alemania en 1947. Se casó con el cineasta Claude Lanzmann, director de Shoah, en 1971, con quien se mudó a Isrrael en 1983, tras más de una década entre París y Munich. Hoy en día, convertida en una autora mítica, sobretodo gracias a Tú no eres como otras Madres (libro que se ha convertido en todo un éxito de ventas en Alemania y que se ha traducido a lenguas como el inglés, el francés o el castellano entre otras), Schrobsdroff vive en Berlín. Es autora de diez novelas y dos libros de cuentos que han marcado la narrativa alemana de la segunda mitad del siglo XX, como Hombres (su primera novela: el escándalo que produjo su publicación la hizo inmediatamente conocida), Die Reise nach Sofía (publicada con un prólogo de Simone de Beauvoir), Die kurze Stunde zwischen Tag und Nacht o Jerusalem war immer eine schwere Adresse. 

Editorial: Errata Naturae.
Idioma: alemán.
Traductor: Joaquín de Aguilera Gamoneda.
Sinopsis: la autora narra en Hombres la educación sentimental de una hermosa joven que alcanza su madurez entregada ala furia de vivir, sobrevivir y revivir. Eveline Clausen, la turbadora protagonista de esta novela, es hija de padre alemán y madre judía, y su infancia se desarrolla en pleno ascenso del nazismo. No es sólo un personaje "construido" con partes de la vida de la propia autora y de otras mujeres a las que conoció en su juventud, sino toda una figura de carne y hueso. Una verdadera mujer que pierde su candidez, su inocencia, y se lanza a vivir ávida e intensamente, sin ninguna preocupación moral, para ahuyentar todos esos miedos que la acechan desde muy niña. Los hombres, los distintos hombres que pasan por su vida (este libro es un perfecto estudio de los muchos tipos de ellos), son tan sólo el medio para evadirse de la dura realidad, de la persecución y el hambre. Estos hombres, que siempre ocupan una posición de poder (y lo ejercen), van convirtiéndose, gradualmente, en el único universo de Eveline; les pide amor, pasión y las posibilidad de huir (de su madre, de sus propios deseos, tristezas y necesidades), aunque casi todos ellos, víctimas también del egocentrismo de la joven, le resultan decepcionantes.
Su lectura me ha parecido: amena, fresca, embriagadora, interesante en su contenido, algo extensa para mi gusto, incapaz de superar a su novela más célebre... La vida es un misterio. Una frase tan manida como real. Objeto de campañas de marketing, publicidad así como de una suerte de lema (no sé hasta que punto motivador) impreso en tazas, libretas y demás artilugios que cualquiera puede adquirir en un Alehop o en la página de Mister Wonderfull. Si nos atenemos, sólo y exclusivamente, al ámbito literario, comprobamos casi al instante como esas cuatro palabras se transforman, caen bajo el poder de algún hechizo y nos devuelven un prisma, una cara, uno de esos tótems inmortales que la literatura y sus discípulos van a seguir explotando hasta el fin del mundo. Para cualquier escritora/or la vida, o en otras palabras, las experiencias que cada uno atesora en sus recuerdos, conforma el principal elemento de inspiración para cualquier texto, ya sea novela, ensayo o teatro y abarcando todos los subgéneros posibles. Al basarse en ella, o inspirarse que no es lo mismo, la autora/or camina por un hilo de alambre que separa dos realidades posibles. Arriba, la gloria, el reconocimiento, el que el público vea más allá de las notas autobiográficas. Abajo, el morbo, que por un lado beneficia en cuanto ventas, pero que sin duda acaba condenando a quien escribe a un sambenito perpetuo a cada paso que da en el mundo del libro. No es este el caso de la novela que hoy tengo el placer de reseñar y presentaros, cuya composición no deja lugar a dudas, al igual que su intención, ajena a toda provocación (a pesar de que en su momento parece ser que su publicación supuso un escándalo en Alemania) y a cualquier atisbo de duda. Eso si, hay que reconocer que para Angelika Schrobsdroff su propio y peculiar árbol genealógico le ha servido para asentar una robusta carrera literaria. Empezando por su madre (a quién conocimos en su novela más aclamada) acabando por su padre y en medio, los múltiples recuerdos que desde niña ha ido guardando pacientemente hasta poder plasmarlos (en parte seguramente) en esta novela. Hombres: un tratado sobre el amor, el desamor, el engaño, los deseos y las relaciones íntimas en tiempos realmente revueltos.

La historia de como Hombres llegó a mis manos es bien sencilla, de hecho, llegó acompañado de las memorias de Edna O´Brien, una de mis autoras favoritas. Pero mentiría si no dijera que la última novela traducida y publicada (que no escrita) de Angelika Schrobsdroff no hubiese tenido cabida en mi universo lector de no haber sido por su madre. ¿Madre? ¿Qué madre? Los que estéis más puestos en las novedades editoriales habréis captado la ironía de la frase, porque es gracias a la madre que la parió (a Angelika Schrobsdroff claro), una mujer llamada Else Krischner, por quien hoy muchos lectores hemos querido adentrarnos en Hombres. Y es que Else no es otra que la protagonista de Tú no eres como otras madres. Un libro bárbaro, aclamado por el público y la crítica, cuya publicación supuso un punto de inflexión en los géneros que la prensa usó para definirla y catalogarla. ¿Era una novela? Sí. ¿Una biografía? Absolutamente. ¿Una autobiografía? Por supuesto. ¿Unas memorias con aires a tiempos pasados? También. Fueron muchos los factores (entre los que destacaría el estilo de Schrobsdroff, la ausencia de capítulos y la construcción de esa icónica protagonista) que hicieron de Tú no eres como otras madres el libro del año, y por extensión de la década. Fuimos muchos los lectores que caímos rendidos ante Else Krischner y Angelika Schrobsdroff, conscientes de que estábamos inmersos en una historia tan universal como única. Schrobsdroff había hecho de su propia madre un monumento, un manual, un tratado de la primera mitad del siglo XX desde una impecable perspectiva de género. Con ese recuerdo todavía palpitante en mi memoria, y en cuanto tuve noticia de que Errata Naturae y Periférica iban a unir de nuevo sus fuerzas para sacar adelante la edición de una nueva novela de Schrobsdroff, esperé ansiosa el momento en el que se conocieran más detalles. El día llegó más pronto que tarde, Hombres era su título y el diseño de su portada no podía ser más evocador (tanto que en ocasiones recordaba al que se empleó en Tú no eres como otras madres). Indagando un poco sobre él descubrí para mi asombro que no estábamos ante la nueva y esperada novela de Schrobsdroff, sino frente a una obra anterior, en concreto su primera novela. A pesar de que un cierto escepticismo empezó a nublar mi entendimiento, decidí finalmente darle una oportunidad. Estaba escrito por Schrobsdroff, autora de Tú no eres como otras madres, ¿qué podía salir mal? El resultado de su lectura, tras unos largos y pesados meses de mayo, me dejó con muchas preguntas, algo en teoría bueno, pero también con la sensación de haber leído una obra menor, igualmente ambiciosa, pero sin estar a la altura de la eclosión tanto estilística como emocional que supuso escribir sobre su madre.   
Centrándonos en la reseña propiamente dicha, comenzaremos diciendo que Hombres presenta una lectura sencilla, entretenida, ligera, en la que su autora trata siempre de mantener una relación amigable con el lector. La idea de que la lectura ágil resta valor literario a una obra determinada es completamente falsa, al menos en esta novela no se cumple, ya que cada capítulo da paso a momentos de lucidez narrativa que si bien no son barrocos, si que consiguen que el lector permanezca pegado al papel, capítulo a capítulo, párrafo tras párrafo. No hace falta escribir como si estuviéramos en el XIX para que un libro sea considerado literatura de altura. Cada época histórica tiene sus modas y sus códigos, y como siempre, a veces es mejor la sencillez que cientos y cientos de páginas plagadas de tecnicismos. En Hombres nos topamos con una Schrobsdroff generosa, más abierta, que ha sido capaz de desnudarse biográfica y emocionalmente ante los lectores de medio mundo, por lo que la prosa por momentos parece adquirir un tono más vitalista y menos cronológico (tan importante en Tú no eres como otras madres). Se nota que esta novela, su primera novela, la escribió con una libertad pasmosa y que abruma a medida que el lector va dejando atrás un capítulo tras otro. Hombres no es más que la historia sentimental (y no sólo sentimental) de la propia autora. Sus idas y venidas, sus múltiples relaciones amorosas, sus escarceos, sus noches de fiesta y glamour, sus estancias en villas de lujo, sus desgarradores paseos por las calles arrasadas por la guerra, sus peleas, sus inseguridades, su complicada relación con su madre, sus deseos de evadirse de la desgracia, su egocentrismo crónico y sus decepciones entre otras muchas historias. A priori y tras haber leído la sinopsis, el lector espera toparse con una novela de aprendizaje de manual. Pero Schrobsdroff es más astuta (literariamente hablando) como para dejarse llevar por lo convencional, por una trama universal que en antaño ya había sido explotada por numerosos autores. Hombres presenta a una protagonista muy poco convencional, alejada de esa imagen de mujer apocada, tímida y estudiosa que acaba aprendiendo de la vida. Eveline Clausen (protagonista y alter ego de la autora) es diferente. Sus numerosas caras sorprenden al lector, dejando claro que Eveline es una joven con ideas muy claras, decidida e independiente a la hora de opinar o de tomar sus propias decisiones. Ante esta protagonista, es inevitable no preguntarse ¿qué hace de Hombres una novela de aprendizaje si su protagonista parece saber como funciona el mundo y la vida? Schrobsdroff responde a esa pregunta por medio de los errores que comete Eveline, consecuencia de su forma de ser y de su intento por desprenderse de sus propios fantasmas. El ser humano, por muy espabilado que sea, no es perfecto y Eveline aprenderá esa lección a base de golpes y más golpes. Una vez dicho esto, sólo me queda por apuntar dos cuestiones para mi importantes. La primera de ellas tiene que ver con la propia recepción de Hombres en el momento de su publicación en la Alemania (recordemos que partida en dos) de los años sesenta. Sinceramente, al principio no entendía el por qué de la polémica, no encontraba explicación alguna. Sin embargo y tras analizarlo detenidamente, es posible que la sociedad alemana no estuviese todavía preparada para que una mujer les hablase de su historial amoroso de forma tan transparente, y más allá de eso, que a los propios alemanes les costase todavía recordar los desastres de la II Guerra Mundial y en particular del Nazismo. Algo que aparece constantemente descrito en el libro y que supone uno de los numerosos fantasmas de los que la protagonista parece huir. ¿No les ocurriría lo mismo a los alemanes en aquellos años? ¿Es entonces Eveline Clausen la viva imagen de un pueblo recuperándose poco a poco de sus heridas más profundas? ¿O por el contrario el recuerdo de lo que aún muchos quieren olvidar? La segunda cuestión a tratar es más personal, pues, y a pesar de que Hombres es una novela que como lectora he disfrutado, siento que le falta algo, no sé, llámalo madurez, recorrido o una buena idea. Pero lo que está claro es que la sombra de Tú no eres como otras madres es alargada, demasiado alargada. Hay que tener en cuenta que Hombres es su primera novela, por lo que, aunque podamos atisbar el estilo que empleará en su obra más importante, no está a la altura de la novela que le ha hecho mundialmente famosa. Eso si, Hombres constituye la continuación perfecta de Tú no eres como otras madres, una suerte de segunda parte menos talentosa pero igual de disfrutable.

En el apartado más reflexivo, he querido dejar para el final el propio eje de la novela, el motor al rededor del que giran todas las tramas y subtramas. Pues al fin y al cabo es el tema más importante y que más reflexiones me ha suscitado tras su lectura. Como ya hemos comentado a lo largo de la reseña, Hombres es algo más que una novela de carácter autobiográfico donde la autora habla de cada una de las relaciones amorosas que ha tenido a lo largo de los años. Hombres es también un tratado, sí, lo he dicho bien, una especie de estudio (novelado eso si y con abundancia de diálogos) de los diferentes tipos de hombres que existían a mediados de siglo XX. Sus comportamientos, sus palabras, sus pensamientos, sus ideologías, sus profesiones, sus formas de ver el mundo y a las propias mujeres, sus miedos, sus inseguridades, sus constantes contradicciones...Un análisis psicológico tan exhaustivo e interesante que, no sé hasta que punto intencionadamente, busca mostrar toda esa paleta de gamas, texturas y colores al lector. ¿El motivo? ¿Tal vez para que nos demos cuenta de lo poco que hemos cambiado en cuanto a roles de género se refiere? ¿O para apreciar los diferentes modelos de masculinidad? Ambas respuestas cobran sentido y lógica una vez te adentras en la lectura de esta novela. El repertorio es tan brillante como perturbador. Desde el primer amor, al marido buenazo, pasando por la imponente figura paterna, la de sus propios hermanos varones y el hombre tóxico, manipulador y vago que la hiere especialmente con más dureza. Todos y cada uno de ellos están perfectamente caracterizados, de hecho, da la sensación de que Schrobsdroff ha llevado consigo una suerte de diario íntimo durante los años en los que mantuvo todas aquellas relaciones. Cada detalle, cada aspecto, cada palabra...Todo esta plasmado en Hombres, hasta el punto de que cada capítulo lleva por título frases tan evidentes como: "El capitán de corbeta", "Los hermanos", "El seductor", "El esposo" y así hasta un total de ocho capítulos. En ocasiones la historia provee al lector de libros únicos, que nos hablan del pasado con total sinceridad, sin censuras, y por supuesto, sin esconder los tabúes del momento. Es precisamente en esto último donde reside la grandeza de este libro, pues hasta nos relata las secuelas que dichas relaciones, amatorias o no, han dejado tanto en su cabeza como en su propio cuerpo. A decir verdad, si algo evidencia Hombres es lo que ya apuntábamos al principio de este párrafo, el hecho de que la masculinidad (así como los diferentes modelos de hombre) sigue siendo la misma que a mediados de los años cincuenta del pasado siglo. Si bien se ha avanzado, pues hoy en día existen muchos hombres que abanderan la causa feminista y practican dicho feminismo en su día a día, todavía existen hombres que se niegan a bajarse de su pedestal de macho alfa. Hombres que se niegan a aceptar sus errores, que no lloran, que no soportan que una mujer les supere intelectualmente, en definitiva, que no dudan en usar todas y cada una de las herramientas que la estructura patriarcal les proporciona para ejercer su poder. Ante esta cruda realidad, es importante, y lo repetiré las veces que haga falta, en lo que al mundo del libro se refiere, que las editoriales sigan apostando por textos de este tipo. Que aunque no denuncian la situación de forma explicitica, si que muestran los horrores de una relación donde los roles de género se mantienen inquebrantables y en las que exista un cambio, un "romper con lo establecido". O al menos una protagonista tan imperfecta como Evelina Clausen. Y si el libro en cuestión está ambientado en el pasado, mejor, no hay nada mejor que aprender de nuestros propios errores para poder enmendarlos en la actualidad. Hombres: una historia de amor, celos, independencia, manipulación, traumas, diversión, egoísmo, huida hacia adelante... Una novela que nos descubre a una Angelika Schrobsdroff más joven, más vitalista, más entregada al peso de sus propios recuerdos.
Frases o párrafos favoritos:
   "—Seguro que tienes muchas amigas —continuó. Yo ya conocía esta frase y la odiaba. Todas las personas mayores se creen obligadas a utilizarla en sus conversaciones con las chicas jóvenes.
   —No —respondí—. No tengo ninguna amiga."
Película/Canción: a la espera de que alguien de la industria cinematográfica aprecie el potencial que tiene la literatura de Angelika Schrobsdroff para ser llevada a la gran pantalla de la forma más fiel posible, os adjunto una pieza procedente de uno de los grandes musicales del celuloide. No sé si es la mejor canción, pero me ha acompañado a lo largo de la redacción de la presente reseña y creo que posee un cierto regusto a aquella época, a aquellos oscuros años, a la lúgubre y animada noche berlinesa.

¡Un saludo y a seguir leyendo!
Cortesía de Errata Naturae