Autores: Laurent Gounelle
ISBN: 9788408145097
Editorial: Planeta
Páginas: 288
Año de publicación: 2015Precio: 17,90€Jonathan está pasando un mal momento... y toma una decisión: dejar de lamentarse y volcarse en los demás. Las técnicas que se utilizará para ello serán variadas: desde regalarle flores al séptimo pasajero de la línea de autobús, mandar cafés de parte de «un desconocido» o intentar hacer sonreír a su vecino pastelero, un hombre refunfuñón capaz de hacer las magdalenas más deliciosas del mundo, Jonathan pondrá todo su empeño en demostrar que la vida es un regalo que merece la pena vivir plenamente.
«Jamás encontrarás la felicidad en el exterior. Puedes pasarte la vida entera corriendo detrás de miles de cosas: si buscas en el mal lugar, no encontrarás nada.»
Canta, ríe, baila, llora… ¡Vive!La vida es un regalo, ¡disfrútala!
No intentes cambiar el mundo, ¡vívelo!
Cuando me decidí a leer esta novela lo hice impulsada por la curiosidad. He leído libros de todos los tipos y tonalidades por lo que no es mi primer contacto con un libro de auto-ayuda aunque sí lo es con una novela de auto-ayuda. Es un ligero matiz que cambia bastante la experiencia de lectura.
Con lo que vengo a decir que es una nueva forma de intentar que lector experimente un cambio en su vida, en este caso intentando que empatice con los personajes de la novela, sus circunstancias, haciéndolas suyas aplicándolas a sus propias circunstancias.
Para que empecemos a conocer al vehículo principal de esta novela os diré que es un personaje como cualquier persona que os podáis cruzar por la calle a cualquier hora del día y tiene de especial lo que cualquier persona con la nos topamos sin mediar palabra y sin dejar constancia. Esa indiferencia del mundo es algo que damos por hecho y este personaje es capaz de hacer nos cambiar esa percepción de las interacciones, pues con pequeños detalles podemos cambiar la forma de interpretar el mundo de muchas personas. Pero es que para cambiar nuestra propia forma de ver la vida no basta con pequeños detalles hay que darle grandes vueltas de tuercas al mundo.
La historia es bastante sencilla, el protagonista se ha separado hace poco, comparte empresa con su ex-mujer y una niña preciosa. Lo primero que hace al empezar el día es intentar ocultar el paso del tiempo y torturarse junto a su también socio y mejor amigo antes de enfrentarse a su ex-mujer y empezar la jornada de trabajo. Un jornada sin distinción alguna del día anterior ni del día siguiente. Hasta que una tarde un encuentro fortuito con el destino le dice que el tiempo se acaba, esto es suficiente para que empiece a reaccionar.
Me ha gustado que la novela reflejase en gran medida los impedimentos que se encuentra alguien a quién le anuncian que va a morir, la lentitud de la reacción y la dificultad que conlleva aceptar que la vida se acaba. Y es que la muerte es un catalizador lleno de matices, todos sabemos que se acerca, que es inminente e inevitable pero la ignoramos y como la ignoramos tampoco tenemos en cuenta que, entre ciclo y ciclo de rutina, viene bien vivir la vida y dejar un poco de nosotros a los demás.
Y como a esta conclusión es difícil llegar, aceptarlo e interiorizarlo puede resultar algo complicado, el autor rodea a su protagonista de una ristra de personajes para que le ayuden a ejemplificar su teoría y para engrosar la novela creando un par de conflictos y elementos de tensión que, afortunadamente, convierten el viaje introspectivo del protagonista en una historia de ficción que evoluciona con fluidez y elegancia.
Como decía, es una novela sencilla con muchos matices pero con una base sencilla, simple, para que el mensaje llegue con la mayor claridad posible. Los personajes son fácilmente etiquetables, por lo que es sencillo que cada lector identifique a un estereotipo y centre la atención en los diferentes problemas que se plantean a través de esos personajes.
El conflicto avanza en dos tiempo, la primera parte del libro con lentitud y un texto salpicado de datos y un argumentario propio de este tipo de lecturas entrelazado sobre todo con diálogos ágiles. En la segunda parte del libro llega otro ritmo, ya conocemos a los personajes y tenemos las claves del cambio, solo tenemos que prepararnos para presenciar como una sola persona puede cambiar el mundo.
Disfruté mucho de esta lectura y si me he que quedado con algo subrayado como muy importante es que un detalle, por muy pequeño que sea para ti, para otra persona puede ser tan grande que le alegre el día. Es algo que todo el mundo sabe pero que, como con muchas otras cosas, todos necesitamos que nos lo recuerden de vez en cuando.