Reseña: j

Publicado el 23 mayo 2017 por Jimenada
J
Título: J.
Autor: Howard Jacobson (Manchester 1942) estudió en Cambridge y fue profesor en Inglaterra y Australia. Además de haber escrito un buen número de novelas y ensayos, es columnista en The Independent y autor de diversos documentales para la televisión. En 2010, resultó ganador del Man Booker Prize, el galardón literario más importante de Reino Unido, por su novela The Finkler Question y en 2014 fue finalista con J. Jacobson es conocido por retratar de una forma cómica los estereotipos de la sociedad inglesa y la realidad de lo que significa ser judío.

Editorial: Sexto Piso.
Idioma: inglés.
Traductor: Antonio Rivero Travillo.
Sinopsis: en un futuro tan próximo que no parece sino una deformación de los principales rasgos de nuestro presente y nuestro estilo de vida; en un mundo en el que un velo de olvido, negación y recelo ha caído sobre el pasado (marcado por una catástrofe desconocida e innominada, tabú, a la que la gente se refiere con el eufemismo conjurador de "LO QUE SUCEDIÓ, SI ES QUE SUCEDIÓ"); en una sociedad en la que la normalidad es una disimulada tiranía resultado de blandas imposiciones, que una proliferación del gusto por lo mismo y de una lenta abolición de las diferencias, un hombre y una mujer, para quienes sus respectivos pasados son extraños y desmemoriados, se conocen y se enamoran. Y con ese amor empieza o acaba todo. Pero ¿realmente ha sido un encuentro fruto del azar? Lo que sigue es un camino lleno de ternura, incertidumbre, melancolía, paranoia y terror. Un viaje a la raíz del desamparo.
Su lectura me ha parecido: interesante, reflexiva, excesivamente descriptiva para mi gusto, evocadora, a ratos delicada, inquietante la mayor parte del tiempo...La normalidad, eso que está presente en nuestro día a día. Eso que adquiere diferentes formas, que muchos ansían, que pelean, que persiguen, como único y más preciado objeto. Esa normalidad que nos acompaña, que nos envuelve, un espacio en el que nos movemos continuamente y al ritmo que nosotros, como seres humanos, preferimos. Una palabra con infinidad de colores, texturas, matices, en cuyos recovecos nos refugiamos cuando parece oscurecerse, pero del que no dudamos salir al mínimo síntoma de mejora. La normalidad, para bien o para mal, es nuestro pan de cada día, una normalidad construida con nuestras propias manos en base a un modelo de sociedad, a unas costumbres, a un entorno que no nos es indiferente y que actúa directamente sobre nuestra personalidad. El problema viene cuando esa normalidad se torna incómoda, cuando nuestros actos son estrictamente medidos, cuando uno mismo se auto reprime, tanto que es incapaz de expresar lo que de verdad opina o siente con total libertad. Y lo peor de todo sucede en el momento en el que, además de todo lo mencionado, uno no deba mentar el pasado, pues, el velo del olvido ha caído sobre él, ocultando cada detalle bajo espesos y oscuros pliegues. Esta sensación, queridos lectores y lectoras, no describe un mundo post apocalíptico, no, esto ocurre en muchos países del siglo XXI. Países entre los que incluyo a España, pues de eso de echar al olvido, por desgracia, sabemos demasiado. Esa calma insana, esa cotidianeidad sometida, en otras palabras, esa normalidad falsa se respira en la novela que hoy tengo el placer de reseñar, al igual que en el cuadro que inspira su portada, en clara alusión a uno de los grandes de la historia del arte y de la pintura. Un particular jardín de las delicias donde hay felicidad, amor y fantasía, pero también cadáveres sosteniéndola. J: la deformación más escalofriante de nuestro mundo.

La historia de como J llegó a mis manos y ya de paso a formar parte de mi apreciada y venerada estantería es bien sencilla. Como bien sabéis, siento debilidad por las novelas distópicas, es decir, las que son capaces de introducirnos en un futuro pos apocalíptico y en las que podemos observar como los autores y autoras, con mayor o menor maestría, critican su tiempo a través de profundas reflexiones que impactan en el lector de forma realmente asombrosa. A mi personalmente, ese tipo de literatura, si está bien escrita y armada, me encanta, me entusiasma, hasta el punto de que hace unos años usé esa base para la realización de mi trabajo final de carrera. Una labor de la que me siento especialmente orgullosa y de la que os he hablando aquí en más de una ocasión. A raíz de esta pasión por este particular sub género literario, comencé a estar más atenta a los libros que presentaban las mencionadas características, para mi siempre sería un placer adentrarme en ellos. No obstante, ya no me conformaba con los clásicos del género, ni con esas joyas ocultas, lo que de verdad mi fuero interno deseaba era una novela, de este estilo, pero más actual, que plantease problemas actuales, en otras palabras, que se atreviera a criticar de esta forma los problemas de hoy en día, los gobiernos, el salvaje capitalismo, la crónica brecha social, las nuevas tecnologías...Todo eso y más. Se que era mucho pedir, y que en el actual mercado editorial parece no existir margen para el riesgo, pero necesitaba ver ante mis ojos una novela cuya distopía nos reflejase aspectos de lo que hoy somos y de lo que podríamos llegar a ser si continuamos por este camino. Y entonces, un buen día, me topé con J. La verdad es que a simple vista, el titulo no me acabó de convencer, no era el más atractivo del mundo que digamos. Sin embargo, y tras leer detenidamente la sinopsis de la contraportada, intuí que J escondía más, que no era una simple letra del abecedario ni la que podemos encontrar formando palabras típicas de nuestro idioma. No. J encerraba más cosas, y lo más importante, que todas ellas tendrían que ver y mucho con la visión de un tiempo, no muy lejano al actual, en el que las cosas han cambiado. Esa premisa fue la que en cierta medida me empujó a hacerme, cuando tuve la oportunidad, con un ejemplar gracias a Sexto Piso. ¿El resultado final de esa incesante búsqueda? En el siguiente párrafo.

En lo que respecta a la critica propiamente dicha, me gustaría comenzar aclarando que ha sido sumamente complicado redactar y estructurar esta reseña. J es uno de esos libros que, además de suscitar infinidad de debates y reflexiones, resulta complicado enfrentarse a él en calidad de crítico. El libro no intimida para nada, es su complejidad y características las que, como bien expondremos a continuación, han hecho de la redacción de esta reseña una ardua y difícil tarea. En primer lugar, hay que aclarar que no nos encontramos ante una distopía al uso, en donde se viola la intimidad con el espionaje masivo, en donde hay un líder todopoderoso o en donde el personaje principal es el que revela contra el sistema. J se encuentra en las antípodas de todo eso, no tenemos un universo perfectamente descrito, no sabemos donde se sitúa la trama, en que año nos encontramos ni cuales son las características. El autor no lo menciona en ningún momento, por lo que el lector es el que tiene que usar la imaginación para confeccionar ese entorno. Puede ser un recurso en apariencia novedoso, pero lo cierto es que ya aparece en otras obras literarias, como ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? de Philip K. Dick, una novela en la que tampoco se describe nada del entorno y que son más bien diálogos. Eso si, en ausencia de descripción paisajística y del entorno, si la encontramos en lo que respecta a las emociones, los sentimientos y los pensamientos de los personajes. A mi esto último me pareció muy interesante, pero a ratos se me hacían eternos, haciendo que la lectura no fuese todo lo ligera que yo esperaba. Como recurso esta muy bien, pero si se sabe emplear. En segundo lugar, como toda buena novela, esta compuesta de una serie de personajes que contribuyen a dar cuerpo y personalidad a la novela, y en este caso, los personajes no podían ser más particulares. Un hombre llamado Kevern y una mujer llamada Ailinn, ambos con muchos problemas y manías propias, algunas de ellas bastante extrañas. Ambos parecen no pegar en absoluto, sin embargo, esa lucha interna contra sus propios demonios los une, hasta el punto de lograr conmover en cierta medida al lector. Y es aquí donde entra ese toque de delicadeza, la encontramos a ratos, pero cuando estamos ante ella, la narración adquiere un equilibrio necesario en una trama donde la incógnita es la clave. En tercer y último lugar, J es una novela donde se plantean muchos interrogantes, algunos de carácter filosófico y otros muy comunes, a los que en más de una ocasión hemos tenido que hacerles frente. Eso si, no todos ellos son resueltos a lo largo del libro, sino que se quedan en el aire, sin respuesta, a la merced de la opinión del lector. Un lector que, a pesar de todo parece demasiado extraño e intrigante, si ejercita el músculo de la imaginación, disfrutara de su lectura.

Para finalizar la redacción de esta reseña y como ya siendo tradición en este espacio de cultura y debate, me dispongo ha dejar constancia de mi reflexión personal, algo que como era de esperar, no me ha resultado nada fácil. J es un libro complejo, tan complejo que era inevitable que una servidora necesitase unos días para pensar detenidamente. Al final, y sobretodo, teniendo en cuenta el panorama actual, me he decantado por plasmar una cuestión muy importante en mi más humilde opinión. La novela, J, esta distopía tan diferente al legado de Orwell, se articula entorno a una frase, aunque para ser más correctos, deberíamos referirnos a ello como eufemismo. Todos los personajes se refieren a "LO QUE SUCEDIÓ, SI ES QUE SUCEDIÓ" y la repiten, como un mantra, para referirse a algo que no sabemos muy bien qué fue, pero que si uno se adentra en J, entenderá que no fue una cuestión superflua. "LO QUE SUCEDIÓ, SI ES QUE SUCEDIÓ" afectó enormemente a ese mundo que el autor crea, hasta el punto de que no se habla de ello si no es con esos términos. Algo muy gordo debió suceder para que acabase desembocando en un mundo donde no se puede hablar del pasado y en donde la normalidad es una disimulada tiranía diaria. Algo muy peligroso e inesperado que nosotros, nuestro mundo, tiene las mismas posibilidades de sufrir. Puede que una afirmación de estas características haya sonado un poco alocada, fantasiosa y seguramente muchos de vosotros penséis que me haya vuelto fan de las teorías conspirativas. No, en absoluto, si lo meditáis detenidamente, veréis que algo de razón hay en esas palabras, pues, nuestro mundo, ese mundo que entre todos hemos contribuido a construir, se asienta sobre unos pilares frágiles, tan frágiles que cualquier cosa podría hacerlos tambalear. Hace unas semanas, el planeta asistió estremecido al mayor ataque informático que se recuerda, los informativos comunicaban con urgencia la noticia y fuimos muchos los que, invadidos por la paranoia y el miedo, apagamos nuestros ordenadores por temor a que nos convirtiéramos en victimas de dichos piratas cibernéticos. El mundo se paralizó, contuvo la respiración y vio como esos pilares de los que os había hablado antes, se tambaleaban violentamente. Hoy en día todo esta en internet, todo, nuestro historial médico, nuestro trabajo, nuestra vida, todo esta informatizado. Pensad por un momento, si todo eso, de la noche a la mañana, desaparece sin más, las consecuencias serían bestiales, y debido al elevado grado de dependencia que tenemos con lo tecnológico, el caos y la violencia correrían a sus anchas por las calles. Y todo por un simple click y una pantalla en oscuridad perpetua. Con este ejemplo quiero demostraros, queridos lectores y lectoras, que no estamos protegidos ante cualquier imprevisto y que ahora, más que nunca, el mundo puede cambiar en cuestión de segundos, y que podríamos acuñar perfectamente nuestro propio "LO QUE SUCEDIÓ, SI ES QUE SUCEDIÓ". Ojalá no vivamos nunca para ser testigos de algo así, lo deseo de verdad, pero hay que ser conscientes de la fragilidad del mundo y de como nuestras acciones pueden condicionar la vida de las futuras generaciones. Lecturas como J nos hacen pensar, pero también observar como el muro que separa la tranquilidad del abismo es muy endeble. J: una historia de amor, calma chicha, manías, pasado olvidado, intranquilidad...Una novela que ofrece las clave de nuestros errores.
Frases o párrafos favoritos:
"No hace falta tener los ojos abiertos para ver las cosas."
Película/Canción: aunque opino que un texto así probablemente funcionaría en formato cinematográfico, y hasta que eso ocurra, aquí os dejo la pieza que me ha acompañado durante la redacción de la reseña. ¡Disfrutarla!

¡Un saludo y a seguir leyendo!
Cortesía de Narrativa Sexto Piso