Título: Joyland.
Autor: Stephen King (Maine, EE.UU 1947). Este escritor estadounidense estudió en la universidad de su estado natal y después trabajó como profesor de literatura inglesa. Su primer éxito literario fue Carrie (1973), que, como muchas de sus novelas posteriores, fue adaptada al cine también con pleno éxito. A partir de entonces la ascensión de King en las listas de bestsellers fue meteórica. Entre sus títulos más célebres cabe destacar El misterio de Salem´s Lot, El Resplandor, La zona muerta, Ojos de fuego, It, Maleficio y la novela por entregas El pasillo de la muerte. Recientemente ha publicado su último libro titulado: Mr. Mercedes, una novela de intriga y suspense.
Editorial: Random.
Idioma: inglés.
Traductor: José Óscar Hernández Sendín.
Sinopsis: el verano de 1973, el joven universitario Devin Jones consigue trabajo en un pequeño parque de atracciones llamado Joyland. Allí se encarga de las tareas de mantenimiento, se disfraza de la mascota del parque o entretiene a los niños. Y allí descubre también la historia de un cruento crimen que tuvo lugar en la Casa Embrujadaby que nunca fue resuelto. Pero no es el único fascinado por el parque y su leyenda negra. Cerca de su pensión vive Mike, un chico enfermizo con el que pronto traba una peculiar amistad. El chaval no ha visitado nunca Joyland y le encantaría hacerlo antes de morir. Es entonces cuando Devin planea una visita privada para el final de temporada. El día trascurre entre montañas rusas e historias de terror sobre lo que pudo haberle pasado a la chica asesinada. Sin embargo, las visitas indeseadas y las preguntas indiscretas pueden provocar reacciones imprevisibles. Sin saberlo, Devin se ha metido en un peligroso juego del que tal vez no saldrá nunca. Su lectura me ha parecido: ágil, sencilla, entretenida, algo previsible, fiel a su habitual estilo, misteriosa, con un ligero toque de novela juvenil....El libro que hoy os reseño es una de esas novelas que, bajo mi punto de vista, que es siempre sincero y subjetivo, puede, sin problemas, llegar a pasar desapercibida si estuviese escrita por un autor poco conocido. No obstante, lo primero que ves al mirar la portada no es el tenebroso dibujo de la portada, ni la editorial que lo ha publicado, ni siquiera el propio titulo del libro, no, lo primero que tus ojos leen es el nombre de su autor, escrito en unas rimbombantes pero ya clásicas mayúsculas: STEPHEN KING. Con esto, que por cierto le sucedió a una servidora, quiero haceros ver cómo las editoriales logran que un libro nos entre abrumadoramente por los ojos, como ese deseado objeto que deseas con todas tus ganas poseer y disfrutar en todos los sentidos. Un recurso muy inteligente que usan las editoriales para captar nuestra atención y que al final, compremos, o como fue en mi caso, nos lo llevemos prestado de la biblioteca más cercana. ¿El problema? Que la inteligencia de las editoriales llega hasta el punto de que adquiramos un libro cuya historia no está mal, pero que ni por asomo la calificarías como una excelente lectura. El libro que hoy tengo el placer de reseñar es de ese grupo, y en el fondo, me sabe muy mal, pues Stephen King es un autor que a mi especialmente te atrae bastante, pero que sin embargo, como escritor que es, no puede librarse de alguna que otra critica ligeramente desfavorable, algo que por otro lado, es beneficioso, pues ayuda a aprender de los errores para no caer de nuevo en ellos. Bueno, sin demorarme más de lo necesario, os presento a Joyland: el estereotipo en todo su esplendor.
La historia de como Joyland estuvo durante un tiempo reposando sobre mi mesita de noche os la he avanzado un poco al inicio de la reseña. Venía de leer unas lecturas bastante densas y complicadas en cuanto a trama, estructura y estilo, y la verdad, mi cabeza necesitaba desconectar pronto de esa racha de clásicos repletos de profundas reflexiones, Por ello, decidí acercarme a la biblioteca de mi barrio a ver si lograba encontrar la lectura perfecta para lo que mi cabeza y mi apetito lector me pedían. Finalmente, y como ya os he narrado antes, este libro de Stephen King penetró por mis ojos de tal forma que supe que lograría paliar esa sed por una lectura más o menos ágil. En un primer momento, recuerdo que dudé un momento en si llevarme a casa o no Joyland, pues, Stephen King ya me había demostrado de sobra de lo que es capaz, no solo en el sentido de saber crear historias tan aterradoras y originales, también porque de esas terroríficas tramas, el autor sabe imprimir un punto de crítica y de reflexión bastante interesante. Sin embargo, y tras leer la contraportada, en la que ya intuí algo preocupante que luego sería confirmado a través de la lectura del libro, decidí que aquel era la lectura idónea, el libro que lograría despejar paulatinamente mi cabeza de todo ese bagaje literario anterior. Al finalizar su lectura a los pocos días, logré sacar dos conclusiones: la primera, que Joyland había cubierto la expectativa necesaria de despejar mi mente, la segunda, que para mi sorpresa, Stephen King volvió a defraudarme ligeramente.
Para finalizar la redacción de esta reseña, me gustaría dirigir mi reflexión final en dos direcciones que creo que son importantes y las cuales, han echo irrupción en mi tras leer Joyland. Por un lado, encontramos una novela en la que una vez más, Stephen King propone un juego al lector, en el que nos hace ver como lo infantil, lo que aparentemente parece inofensivo o gracioso, puede tornarse en la peor de nuestras pesadillas. Ya lo mostró al mundo con su magistral e inmensa novela It, libro que hizo que mirásemos a los payasos de otra forma, con Joyland, afortunadamente continúa por esta senda, jugando con esa psicología inversa que en cierto modo, aterroriza a la vez que incita la discusión y el debate sobre cuestiones tales como hasta qué punto la inocencia es buena. Por otro lado, no debemos pasar por alto que Joyland es una historia de iniciación, en la que el protagonista principal de la novela evoluciona y alcanza la madurez después de haber pasado una serie de situaciones tremendas trabajando en aquel enigmático parque de atracciones. Por tanto, nos encontramos ante una novela cuya trama principal nos hace pensar que se trate de una novela juvenil en toda regla, con una historia de superación y de entrada de lleno en la edad adulta. Y es en este punto donde debemos detener nuestra atención, pues, si combinamos el echo de que la novela muestre esa cara malévola de la diversión y que además, presente las características de una novela juvenil, hace pensar que Stephen King nos ha querido trazar una especie de viaje iniciativo hacia una de las cuestiones más inquietantes, la de la perdida de la inocencia y de esa irresponsabilidad juvenil que conlleva la adolescencia, y el consecuente inicio de una nueva etapa en la que no todo es divertido y en la que nada es lo que parece. Por esta cuestión, pienso que, a pesar de lo que una servidora pueda opinar al respecto de su lectura, Joyland es una novela totalmente recomendable, no solo para adultos, también para el publico juvenil que se atreva a adentrarse dentro de la Casa Embrujada. Joyland: un historia de miedo, misterios sin resolver, amistad, crimen, descubrimientos, pesadillas....Una historia que, aunque con un predecible final, puede llenar las noches de insomnio de muchos amantes de la lectura.
Párrafos o frases favoritas:
"Aún cuando aquello a lo que te aferras está lleno de espinas, es duro soltarse."
Película/Canción: aunque según Internet parece confirmarse una posible adaptación cinematográfica, cuyo estreno está previsto para el año 2016, lo cierto es que abundan en YouTube gran cantidad de reseñas y de book trailers realizados por los fans del escritor, tanto es así que no he podido evitar adjuntar uno de ellos como colofón a esta reseña.
¡Un saludo y a seguir leyendo!