Reseña - La biblioteca de la medianoche

Publicado el 18 septiembre 2021 por Alaluzdelasvelas

¡Hola, hola, hola!

Tengo una duda existencial. Ah, sí, sí, una duda súper terrible. Vamos a ponernos serias, serios, un momentito. ¿Quién ha empezado ya a hacerse un maravilloso TBR para el mes de octubre? Y la duda importante de verdad: ¿qué libritos de terror habéis incluido? ¡Porque me muero de ganas de sentarme a hacer mi propia lista! Este año quiero que caiga sí o sí Gótico, pero hasta ahí mis grandes avances. Ay.

¡Hoy toca reseña! Ah, sí, sí, justito ayer acabé un libro que me dejó pensando un ratito y, ju, no podía no traeros mi opinión. ¿Qué, vamos a ello? ¡Dentro reseña!

Traduce: Miguel Marqués Múñoz / Editorial Alianza - Sello AdN / ISBN: 978 84 13621654 / Precios: 19,95€ (tapa dura) y 9,97€ (versión Kindle) / 336 páginas /Sinopsis: Nora Seed aparece, sin saber cómo, en la Biblioteca de la Medianoche, donde se le ofrece una nueva oportunidad para hacer las cosas bien. Hasta ese momento, su vida ha estado marcada por la infelicidad y el arrepentimiento. Nora siente que ha defraudado a todos, y también a ella misma. Pero esto está a punto de cambiar. Los libros de la Biblioteca de la Medianoche permitirán a Nora vivir como si hubiera hecho las cosas de otra manera. Con la ayuda de una vieja amiga, tendrá la opción de esquivar todo aquello que se arrepiente de haber hecho (o no haber hecho), en pos de la vida perfecta. Pero las cosas no siempre serán como imaginó que serían, y pronto sus decisiones enfrentarán a la Biblioteca y a ella misma en un peligro extremo. Nora deberá responder una última pregunta antes de que el tiempo se agote: ¿cuál es la mejor manera de vivir?

A veces es demasiado tarde. Cuando todo pesa demasiado. Cuando las decepciones se amontan unas sobre otras. Cuando nada suma.

Nora no puede más. Sencillamente, no puede. Acaba de perder su trabajo, su gato ha muerto atropellado, se ha peleado con un antiguo amigo, la han despedido de otro trabajo y, joder, incluso su vecino, ese señor mayor entrañable, parece ser más feliz una vez le dice que ya no la necesita.

No le queda nada.

No le queda nadie.

Así que toma una decisión. Una oscura. Una complicada.

Acabar con su vida. A fin de cuentas, ¿quién va a echarla de menos? Sus padres están muertos y su hermano no le habla. No tiene familia.

¿Y lo hace?

Lo hace.

El problema es que no pasa exactamente lo que ella creía que iba a pasar.

No está muerta. O no exactamente. No, hay una mujer. Una señora que recuerda de su infancia. Encantadora, con su sonrisa ligeramente apergaminada por la edad. Y se acerca. Despacio, la sonrisa cada vez más amplia.

No sabía qué esperar de esta novela. Había visto y leído tantísimas cosas positivas que no podía no leerla, ¡y qué maravilla! Antes de nada, me gustaría avisaros de una cosa: aquí se haba a las bravas de las ganas de suicidarse. Se dice sin tapujos, un rugido tan fuerte que nace en las entrañas de la protagonista y muere en el silencio que sigue a una confesión de ese calibre. Si estáis pasando por una mala racha, si creéis que vuestra vida está un poquito patas arriba y no os encontráis bien anímicamente; no lo leáis. Lo digo totalmente en serio. El libro no hace, ni mucho menos, apología del suicidio; pero sí puede ser una novela dura, complicada, si no estáis al cien por cien. ¿Todo aclarado? ¿Sí? ¡Sigamos!

Matt Haig no escribe bonito. Lo siento, no lo hace. Su manera de escribir es fría, casi analítica. Tan descarnada que, en el fondo, incluso consigue que te pique la piel. No sé si me estoy explicando o estoy cayendo ya en mis malditas reflexiones porreras. Me refiero a que su prosa me ha recordado al tirón que damos a una tirita para que todo el dolor se concentre en un solo segundo. Notas cómo el pegamento se ha adherido con fuerza a tu piel, picando, doliendo; entonces estiras y te sientes feliz de que ya no esté. Así es su prosa.

No quiero hacer una reseña cómo las que suelo hacer, porque considero que esta novela es lo suficientemente especial como para que la disfrutéis de principio a fin. Lo que sí haré será explicaros por qué a mí me ha parecido tan bonita y, a la vez, tan necesaria.

Todo el mundo pasa malas rachas. Momentos jodidos en los que nos sentimos las jodidas protagonistas de la mayor tragedia del mundo. Esos en los que nos molesta incluso que nos digan un “hola” porque, claro, “no estamos de humor”. ¿Lo bueno? Esas rachas pasan – ojo aquí: si tenéis problemas que no podéis solucionar sin ayuda, por favor, id a consulta psicológica. Os prometo que os van a tratar bien y que no pasa nada por ir a ver a una/un terapeuta – y, cuando lo hacen, sólo nos queda pensar en qué hemos hecho mal, cómo podemos arreglarlo y cómo, en definitiva, salir adelante.

Así he vivido la novela: un camino, uno muy largo, en el que Nora ha tenido que entender que el egocentrismo que rodea a algunos trastornos del estado del ánimo pueden trabajarse. Si bien es cierto que aquí se añade, en cierto modo, un componente mágico – La Biblioteca de la Medianoche –; no deja de ser una metáfora perfecta de cómo, muchas veces, creemos que no estamos aportando nada bueno a nadie. Y no es cierto.

¿Os importa que reflexione porreramente un poquito? ¿No? ¡Perfecto! ¿Cuántas veces os habéis parado a pensar en el impacto que generáis en las personas que os rodean? ¿Cuántas veces habéis pensando en que alguien a quien veis cada día tiene una cualidad que os maravilla? Somos un fascinante cúmulo de impactos minúsculos. Un comentario casual, una recomendación, una sonrisa… y la otra persona está pensando en si será cierto que ese sitio es tan chulo, si esa película vale tanto la pena, si le has sonreído porque te gusta cómo va vestida o porque te gusta la persona en cuestión. Acciones diminutas y, a la vez, maravillosamente mágicas.

No podemos estar todo el maldito día pensando en gustar a todo el mundo. Tampoco pensando en todo lo que hacemos mal. ¿Cuántas veces habéis hecho algo que os ha dado mucha vergüenza? Cualquier idiotez. Me vale incluso tropezaros sin daros cuenta y que haya gente mirando. Sinceramente, ¿qué diablos importa? No importa. Sencillamente, no lo hace. Parece jodidamente sencillo pero, joder, hay personas que se comen la maldita cabeza ¡todo el día! Todo. El. Santo. Día. Y es agotador. Escucharles. Leerles. ¿No sería más sencillo aceptarse, entender que no tenemos por qué ser “como nadie”? 

Me voy por las ramas.

La biblioteca de la medianoche es una lectura que ayuda, y mucho, a darnos cuenta de la cantidad de cosas preciosas que pasan cada día. Como la primera sonrisa que ves, el primer trago al té del desayuno – bueno, a ver, a lo que demonios desayunéis, yo soy tea team – o el momento hipersuperficial de decidir cómo vestirte ese día. Cosas pequeñas, preciosas. ¿Qué me decís del primer ratito de lectura del día? Un momento jodidamente mágico.

Me da igual si estoy parece una jodida entrada de auto-ayuda. No quiero irme de aquí sin deciros que arriesguéis. No os calléis las cosas por el miedo a las consecuencias. Si tenéis algo bonito que decir, sencillamente decidlo. 

Supongo que os estáis preguntando qué pasa con Nora al final.

Tendréis que leer el libro para descubrirlo.

Afilada a veces, dulce otras; La biblioteca de la medianoche es una de esas novelas que hacen que una ponga en perspectiva la magia de los pequeños momentos del día a día. Matt Haig hace un trabajo muy bonito, ¡y necesario!, que vale mucho la pena leer.

★★★★