El título del libro: “La casa vacía” puede hacer referencia tanto al edificio en sí, que Virginia y sus hijos dejan para irse de vacaciones, como al que llegan, pues hacia tiempo que nadie habitaba esa casa al lado del mar. Al mismo tiempo nos enlaza con la propia Virginia y con su vida. Nuestra protagonista se siente vacía, sola, cree que su vida carece de alicientes, siempre se ha dejado llevar por las opiniones de los otros y nunca en su vida ha hecho lo que ella deseaba sino que han sido otros quiénes han tomado las decisiones, aceptándolas, sin querer enfrentarse y decidir por ella misma. Ahora es tiempo de amueblar esa casa, de recuperar el tiempo perdido, de poner en ella todo el amor y el cariño que lleva dentro, porque ella sabe que nunca es tarde para comenzar de nuevo y poder cambiar.
Tal vez la historia sea un poco floja y algo previsible, aunque también tiene su miga y estás deseando ver como la escritora la encauzará, pero si en esto flojea, Rosamunde sabe conquistarte con esas descripciones tan verídicas que te trasladan a esas playas de Cornualles, a esos paisajes melancólicos, con ese viento que hace ondear tu cabello y mueve los trigos. Y así, cerrando los ojos, te transportará a esos parajes tan maravillosos que te acerca con sus palabras.
Un libro sencillo y de lectura agradable, que te agradará si te gusta dejarte llevar por las descripciones, y buscas una lectura que te permita viajar sin moverte del sofá.
“Los amigos no son personas que te gustan por algún motivo especial. Muy al contrario, las personas te gustan porque son tus amigas”
“La soledad es un estado mental. Únicamente el propio interesado puede librarse de ella”