RESEÑA
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LA FAMILIA DE PASCUAL DUARTE
Un punto muerto antes de los años veinte – no estos, pero para el caso también son de pesadilla -, en que Pascual crece rodeado de violencia y desánimo. Sin amor hasta que tiene una hermana, una a la que su padre adora. La misma que, al parecer, “les sale rana”. Porque Rosario no quiere vivir así. No sabiendo que hay vida allí afuera.
Camilo José Cela no entraba en mis planes. Sinceramente, suena muy gordo. Contundente, casi temible. Uno de esos autores que estudias en clase, pero que no te planteas. El caso es que mi señora madre se leyó la novela, le encantó y prácticamente me exigió que la leyera. Bueno, tal vez esté exagerando. Qué más da, la cuestión es que aquí una servidora hace caso de las recomendaciones y… era tentador que la obra fuera tan breve. Fuera miedos, amigas y amigos, porque José Cela tenía una prosa sencillamente trepidante, para nada pesada, cargada de un humor rozando en lo sucio – o puede que la que tenga el humor sucio sea yo pero, me vais a perdonar, algunas situaciones rozaban el surrealismo y terminé por reírme –. El autor nos desgrana las mieles y hieles de un protagonista roto de odio, henchido de venganza y, para qué mentir, con la impulsividad por las nubes. Y lo hace tan bien, tan jodidamente bien, que el libro pasa volando.
Pascual va creciendo. Ve irse a la hermana, nacer un nuevo hermano y perder un familiar – o puede que más de uno –. Momentos cruciales, aunque en apariencia no lo parezcan, que lo van configurando como hombre y no sólo como niño. Porque Mario, su hermano, llama a su protección. Porque Rosario, pese a lo mordaz, hace que Pascual sienta ternura. Pero, ay, cuando los personajes despiertan los demonios de Pascual.
Sin entrar en detalles – eso me lo reservo para los párrafos que vienen –, os diré que la caída en desgracia parece no tener fin. Cada acontecimiento de la vida de Pascual es un escalón más a los infiernos. Porque nuestro niño deja de ser un niño y, cuando es un hombre, no hay nada que pueda hacer para salvarse a sí mismo.Y ahora, bienvenidas y bienvenidos a la ZONA SPOILER
Pues qué bien todo, ¿eh, amigo José Cela?, qué bien todo. Vamos a centrarnos, qué aquí hay para comentar un ratito largo. Así de salida, deciros que el señor se lo tuvo que pasar teta escribiendo esta maldita burrada maravillosa, porque, joder, cómo se ceba. No deja títere con cabeza, y esto no es literal porque, mirad, uno tiene clase. Ya me dejo de bromas rancias. Dejando de lado que a veces me rio por no llorar, Pascual es un personaje de agárrate y no te menees. Ojo, el colega, cómo se quema. Porque al principio era sólo un niño aterrorizado, uno que sí, me dio mucha pena; pero terminó por ser un adulto horrible, una bestia más en un pueblo de celos y envidias.
Me encanta cómo José Cela nos dibuja la vida rural, una ciertamente miserable que hace que la cultura sea ese cuento lejano, el que no interesa. Porque se habla de “malos aires”, de muertes casi mágicas y, como no puede ser de otra manera, de vidas que se vienen abajo tras el matrimonio. No hay nada romántico, en las relaciones que nos perfila. Hay una necesidad sencillamente carnal, la búsqueda egoísta de ese placer del que se privan porque la religión pesaba demasiado. Pero no hay amor. Ni entre los padres de Pascual ni dentro de las relaciones que mantiene él de adulto. Hay sexo, violencia y una imposición absurda. Hay poder, para que nos entendamos, y cómo de bien dibujado queda. Sigo preguntándome cómo Pascual pudo liarla tanto. Me explico. Si bien es cierto que su vida no ha sido fácil, Lola fue algo así como un poco de aire dentro de la tumba que se estaba construyendo. Porque Duarte estaba sentado, esperando a que cayera la arena; y apareció esa mujer divertida, poco dada a hablar, muy pizpireta. Una mujer que se consume al mismo tiempo que el propio Pascual.
Si lo pienso fríamente, cada detonante no es más que una explosión de miedo y violencia. Primero por ese hijo que se teme pero se quiere, luego por ese aborto que hunde y por fin por el terror al delito. Porque Pascual intenta no hacerlo, pero no lo consigue. Y no lo consigue sencillamente porque le pesa más el odio. Ese que le ciega y le hace– al menos a su juicio, yo no lo comparto – enloquecer de cólera. Una que lo aparta de su pueblo, lo lleva a Madrid como un nuevo punto de inflexión y más tarde a La Coruña. Es gracioso que sólo ese peregrinar deje a su paso un poco de paz, y es gracioso sencillamente porque todo lo que vino después fue atroz.
Me gusta la construcción de la novela. La entrega de las notas del preso en el cadalso, esas cuartillas rellenadas con prisa, la tinta de la pluma ejerciendo de reloj agorero. Porque Pascual Duarte quiere contarlo todo. No puede dejarse nada, por escabroso que sea– de eso se ocupa quién reciba las páginas –. Y no lo hace.
Tengo sentimientos encontrados con la novela. Me explico. Me ha gustado. Me ha encantado. Pero a la vez siento que le ha faltado algo. Tal vez sea que haya banalizado la desgracia– juraría que no, pero quién sabe – del protagonista y por eso la haya vivido como algo nítido, pero lejano. El problema, pese a todo, radica en que me ha faltado ferocidad. Sí, ferocidad. Quería la confesión rota de dolor y remordimientos, sin la parafernalia religiosa de por medio. Quería la prisa, el dolor y las lágrimas. Y las hay, claro, pero tan encorsetadas que no termino de sentirlas reales. Con esto no quiero decir, ni mucho menos, que la novela sea mala. No lo es. Nada en absoluto. Es maravillosa, tremenda en todo su retorcido esplendor, y muy realista– si no tengo mal entendido, precisamente está encasillada como tremendista, con claras referencias realistas y existencialistas; pero si me he equivocado, por favor, dejádmelo en los comentarios y modificaré estas líneas. Del final, lo siento, no os voy a hablar. Si queréis saber qué hizo exactamente Pascual Duarte para correr la suerte que corrió, tendréis que leer la novela....Dura, cruel, muy sincera; La familia de Pascual Duartees una novela que pasa volando. Con una prosa maravillosa, muy amena, Camilo José Cela nos perfila la vida de Pascual. Y lo hace tan bien que no querréis parar de leer hasta haber acabado.Nota: 4/5