[Reseña] La Isla Mínima

Publicado el 22 noviembre 2014 por Elzorrocongafas @elzorrocongafas
Título original: La Isla Mínima
Año: 2014
Duración: 105 minutos

Director: Alberto Rodríguez
Productora: Atresmedia Cine / Atípica Films / Sacromonte Films
Reparto: Raúl Arévalo, Javier Gutiérrez, Nerea Barros, Antonio de la Torre, Jesús Castro, Manolo Solo, Jesús Carroza, Cecilia Villanueva, Salvador Reina, Juan Carlos Villanueva
Género: Intriga - Thriller - Policíaca - Drama
España, a comienzos de los años 80. Dos policías, ideológicamente opuestos, son enviados desde Madrid a un remoto pueblo del sur, situado en las marismas del Guadalquivir, para investigar la desaparición de dos chicas adolescentes. En una comunidad anclada en el pasado, tendrán que enfrentarse a un feroz asesino.

La Isla Mínima atrajo mi atención por sus actores en un primer momento, más tarde empecé a leer cosas muy interesantes sobre la película y el trailer tenía buena pinta, pero no fue hasta que amigos que fueron al cine a verla antes que yo me la recomendaron que no acabé por decidirme a verla. Y la verdad es que me gustó, y mucho. Tengo que reconocer que hacía tiempo que no disfrutaba viendo una película española y La Isla Mínima me hizo pasar un gran rato en el cine.
Como he dicho fueron principalmente los actores los que llamaron mi atención. Me gusta mucho el trabajo de Raúl Arévalo, es más, él es el único culpable de que me haya tragado más de un episodio de Con el Culo al Aire, y aunque le he visto en comedias, nunca había visto ningún trabajo dramático suyo. Y me parece que en La Isla Mínima está muy grande. Pero el que roba la escena es claramente Javier Gutiérrez. Con él me pasa algo parecido, sólo le he visto encarnar a personajes cómicos, pero en la piel de Juan, un policía de la vieja escuela, me sorprendió con unos movimientos corporales y voz muy diferentes a los que me había acostumbrado a verle. Sobretodo porque cuando pienso en él lo primero que me viene a la cabeza es Satur de Águila Roja, y los dos personajes no pueden estar más separados el uno del otro. Todo lo que tiene de sobreactuado Satur lo tiene de comedido Juan. No me sorprende que le concedieran la Concha de Plata al Mejor Actor en el pasado Festival de Cine de San Sebastián.
La historia se centra sobretodo en los personajes de Pedro (Raúl Arévalo) y Juan (Javier Gutiérrez), de los que apenas sabemos que son dos policías que han acabado en este pueblo andaluz por algo que hicieron en Madrid. Y ambos no pueden ser más diferentes. Ejemplifican el cambio generacional en la policía española tras la muerte de Franco y con la llegada de la democracia. Durante la Dictadura la policía se acostumbró a trabajar a palos y sacaba confesiones e información a golpes, nadie la controlaba, pero eso fue cambiando poco a poco, con la llegada de una nueva hornada de policías y unos nuevos sistemas de control. Pedro es el policía joven, el que cree en derechos y libertades, en lo que está bien y mal. Juan es el policía a la antigua usanza, antiguo miembro de la Social, la policía más temida durante la Dictadura, acostumbrado a conseguir lo que busca con cuatro ostias bien dadas.
Cuando llegan al pueblo tienen que investigar la desaparición de dos hermanas, pero se encuentran mucho más, porque llevan desapareciendo chicas desde hace años, pero nadie ha denunciado nada. Es un pueblo pequeño, en manos de caciques y con la Guardia Civil comprada, donde todo el mundo sabe algo, pero todos callan. Pedro y Juan claramente no encajan en ese entorno, acostumbrados a hacer las cosas de manera distinta, la gente les ve como forasteros, extraños, y no les dicen nada. Sin embargo, conforme va avanzando su investigación, ambos se dan cuenta de que será necesario actuar de modo diferente si quieren llegar a conseguir atrapar al asesino.
La idea de ambientar la historia a principios de los años 80 creo que ha sido acertadísima. Aunque en la actualidad también tenemos nuestras cosas chungas. Esa época es más brutal socialmente. Puede palparse una agresividad y pátina de suciedad en el ambiente. Algo que creo que refleja muy bien la fotografía. Y es que la fotografía es uno de los grandes fuertes La Isla Mínima. Ves como la luz está tamizada, como la imagen está sucia, recordando a un fotografía antigua. Fotografía que también fue premiada en el pasado Festival de Cine de San Sebastián.
Ya en el empiece, cuando vemos como las marismas del Guadalquivir han sido grabadas desde arriba, conformando copas de árboles o, como me pareció a mí, un cerebro, te das cuenta como han cuidado la fotografia. El paisaje se presenta como algo con vida propia, pensante, que oculta cosas en su interior. Las marismas se convierten así en el tercer protagonista de La Isla Mínima. Esos humedales que sólo quien los conoce bien puede recorrer sin peligro de perderse. Y que el asesino usa a su antojo. Hasta tal punto son un personaje, que en el clímax final de la película se convierten en escenario primordial. Con Juan y Pedro corriendo por las marismas bajo la lluvia, hundidos en el agua y el barro.

Junto a la trama principal de investigación del asesinato podríamos decir que La Isla Mínima nos presenta una segunda trama en la relación de los dos policías. Apenas se conocen. Y es investigando este caso cuando van a descubrir cosas el uno del otro. El detalle del final sobre el pasado de Juan no sé hasta que punto era necesario introducirlo, pero es una manera de dejarte caer, tal vez, que ha cambiado, o que siendo como era igualmente puede tener su lado bueno.
Sobre si los culpables realmente pagan o no en esta película, me remito a volver a hablar de la época. Años 80, pequeño pueblo gobernado por un cacique. Los grandes nunca van a caer. Si hoy día, en una España corrupta hasta la saciedad no conseguimos que se condene a los culpables, menos íbamos a hacerlo hace 30 años, cuando todavía tenían mucho más poder.
He leído por ahí a gente que compara La Isla Mínima con True Detective. Yo no creo que tengan nada que ver. Lo único que puede asemejarse una a la otra es el uso del paisaje, en True Detective teníamos a los pantanos de Lousiana que escondían pequeños pueblos, aquí tenemos a las marismas del Guadalquivir, un pueblo esparcido entre humedales, donde la gente calla y esconde mucho más de lo que dice. Pero eso y ya, las historias son totalmente diferentes. Además, según ha dicho Alberto Rodríguez, ambas producciones se rodaron en fechas similares, por lo que habría sido imposible sacar inspiración de la serie norteamericana.
Hacía mucho, mucho tiempo que no veía en cine una película española, y me alegro que fuera La Isla Mínima la que me haya hecho volver. Creo que una de las cosas que más me gustó puede ser el hecho de que precisamente no recuerda a una película española. Aquí somo muy dados a la comedia, que no suele ser de mi gusto, o a los dramones personales, pero hemos tocado poco el género de la intriga y policial. La Isla Mínima cubre ese cupo con creces. Te presenta una buena historia ejecutada de una manera muy cuidada, y con un final medianamente abierto, que te hace salir del cine pensando en lo que has visto y donde están las pistas que te han ido dejando.
 

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