La mano izquierda de la oscuridad (Editorial Minotauro) cuenta una historia bastante convencional, sin embargo. Genly Ai, terrícola perteneciente al Ecumen (una federación galáctica, más o menos), llega al planeta Gueden, el planeta del Invierno, con la intención de lograr que dicho planeta se una a ellos. Ai tendrá que lidiar con los entresijos de la diplomacia e ir con pies de plomo ante posibles traiciones.
Hasta ahí, pocas cosas lo diferencian de otras novelas de Ciencia Ficción, como Forastero en tierra extraña, de Heinlein, en la que el primer hombre nacido en Marte regresa a la Tierra. Sin embargo, la originalidad de la propuesta radica en el planeta. Los guedenianos no tienen género fijo: pueden ser tanto hombres como mujeres y definen su sexo en la época de celo, llamada kémmer.
Esto tiene unas enormes implicaciones en la sociedad guedeniana, ya que no existe la identidad sexual, ni la diferenciación, ni los roles de género, ya que estos van cambiando a lo largo de la vida. Pero a pesar de sus diferencias, Ai conocerá a Estraven, un guedeniano con el que trabará una profunda amistad.
Y ahí radica la grandeza del libro. Es cierto que puede resultar un poco duro al principio, pero tras un punto de inflexión importante, la narración se torna casi filosófica. Y además, hay que tener en cuenta que se escribió en 1969, por lo que Ursula K. Le Guin se adelanta varias décadas a las reinvindicaciones de género.
"Cuando escribí La mano izquierda de la oscuridad, yo era una de aquellas feministas primerizas que trataban de romper las fronteras de género convencionales (realmente primeriza, la verdad). Aunque desde entonces ha llovido mucho, mi fidelidad a la idea de que la evaluación de los méritos humanos en virtud del género constituye un error no ha hecho más que acrecentarse".Ursula K. Le Guin