Supongo que a todo escritor después de un éxito tan espectacular como el que él ha tenido con su primera novela, se le plantea el reto, ya no superar la anterior, sino mantenerse en los mismos cánones que el lector espera de él. Yo no puedo comparar entre ambas, ya que tan solo he leído su segunda novela “La niña que se tragó una nube tan grande como la Torre Eiffel”, y no puedo decir que haya descubierto a ese magnífico narrador del que todo el mundo habla.
Lo primero que me llama la atención son los títulos, como supongo le sucede a todo el mundo, para los que segurísimo tuvo que utilizar mas de un posit, solo para que le entraran. En este caso es de lo más acertado aunque a priori te parezca un tanto absurdo.
“Voy a buscarte cariño, no importa el precio, no importa el medio, nada impedirá que hoy vaya a buscarte. Aguanta, mi niña. La luna no se levantará sin que yo esté a tu lado. Te lo prometo. Aunque tenga que aprender a volar como un pájaro para ir a buscarte”. Y es de ese modo como para Providence Dupois comienza su fantástico viaje desde París hasta Marrakech, para poder salvar a su hija adoptiva, la cuál sufre una gran enfermedad, porque todo es posible si le ponemos fuerza, voluntad y amor, incluso volar. Puértolas en todo momento trata de ponerle una sonrisa a un día nublado porque “la risa es lo peor que puede ocurrirle a la enfermedad”, teniendo siempre presente que durante nuestro viaje, por muy duro que este sea, debemos aprender a disfrutar de las cosas bellas, dándole tiempo al tiempo y que no nos pase como a Julio Iglesias y tengamos que decir “me olvidé de vivir”.
Tan solo puedo decir que se abstengan los lectores pragmáticos, que no disfruten con un poco de locura literaria. Puértolas nos narra una historia que se desborda fuera de la realidad, en la que nuestra protagonista emprenderá una gran aventura plagada de extraños personajes, “gente ordinaria haciendo cosas extraordinarias”. Una obra narrada con pulcritud, dando una pátina de humor a situaciones realmente duras, teniéndolo todo para ser fantástica pero que a mi me ha dejado fría. No he conseguido empatizar con los personajes ni sufrir respecto a lo qu eñ destino les tiene asignado en la vida. Lo mejor sin duda ha sido el final, y no porque se acabara, sino porque el escritor consiguió, de golpe y plumazo, encajar todas esas piezas dispersas y díscolas de una manera que sorprenderá a todos los lectores, disfruten o no con el resto de la novela. Aquellos que os decidáis por ella, os encontraréis con una Alicia madurita, que se meterá de lleno en la madriguera del conejo blanco con el objetivo de cambiar su mundo, tan solo con su fuerza de voluntad; descubrir si lo consigue o no, dependerá de vosotros.