RESEÑA LA PIEDRA DE LA PACIENCIA, Atiq Rahimi

Publicado el 15 octubre 2013 por Unlibroparaleer @unlibroparaleer

  • Autor:Atiq Rahimi
  • Traducido por:Elena García-Aranda
  • Sello:Siruela
  • Colección:Nuevos Tiempos 144
  • ISBN:978-84-9841713-5
  • Código de almacén:8021144
  • Edición:3ª, 2012
  • Formato:Libro electrónico, EPUB (Disponible en Rústica, Kindle)
  • Páginas:120
  • Tema:Novela contemporánea – literatura extranjera

SINOPSIS:

En la mitología persa, sangue sabur, «la piedra de la paciencia», es una piedra mágica a la que uno le cuenta sus desgracias, sus sufrimientos, sus miserias, para confiarle todo lo que no nos atrevemos a revelar a los demás… La piedra escucha, absorbe como una esponja todas las palabras, todos los secretos, hasta que un buen día explota… Y ese día, uno queda liberado.

En esta novela, localizada «en alguna parte de Afganistán, o en cualquier otro lugar», la piedra de la

paciencia es un hombre tendido en un colchón en el suelo, en estado vegetativo a causa de una bala alojada en la nuca. A su lado, su mujer reza por él, le atiende y le habla, mientras en las calles pasan los carros de combate y se suceden los disparos. No sabe si puede oírla, pero la mujer le reprocha haber consagrado su vida a la Guerra Santa, y le desvela, llena de rabia y desesperación, lo que nunca se atrevió a decirle: sus deseos, miedos y frustraciones, y sus secretos más ocultos. La piedra de la paciencia explotará…

Escrita en un lenguaje bellísimo, poético y descarnado, La piedra de la paciencia, justamente galardonada en el 2008 con el prestigioso Premio Goncourt, es un grito contra la sinrazón de las guerras, el fanatismo y la opresión a las mujeres en cualquier parte del mundo.

OPINIÓN:

Bueno la verdad es que llevo una buena temporada con los libros que estoy leyendo, me están gustando, me parecen bien escritos, me aportan conocimientos y disfruto, que no es poco. La piedra de la paciencia es uno de ellos.

Como nos dice la sinopsis nos encontramos en Afganistán, pero podríamos extrapolar la historia a cualquier otro lugar. El escenario es prácticamente una sola habitación y los protagonistas un matrimonio musulmán.

Él, se encuentra en estado vegetativo a consecuencia de una bala que se le quedó en la nuca, y no dice ni una sola palabra durante toda la novela, por lo que todo el peso recae sobre la mujer en un constante monólogo, en la que el narrador va haciendo algún inciso para explicarnos lo que sucede en la habitación o en el exterior: las llamadas del mulá al rezo, los ruidos de los disparos, los pasos y gritos que se oyen… creando así una atmósfera cerrada e íntima de la que somos espectadores privilegiados.

Durante los primeros días, la mujer no hace sino rezar constantemente para que se recupere, siguiendo los consejos del mulá, así durante más de dos semanas. Es entonces cuando ya no puede más, y conforme avanza el libro la mujer empieza a confesarle todo lo que le ha ocultado por miedo, sus secretos más escondidos, sus sueños y decepciones, arrepintiéndose en algunos momentos y liberándose en otros. Creyendo a veces que está poseída por cómo habla a su marido, y demostrando otras el poder que ella tiene sobre él como mujer.

Tal vez ésto no choque mucho en un país civilizado, pero creedme si os digo que resulta duro e impresiona imaginarse este monólogo en boca de una mujer musulmana aunque su marido no sepamos si la oye o no.

Por otro lado creo que me he perdido algo por la condición de que soy hombre, es decir, pienso que una mujer sacaría más jugo del que he sacado en determinadas situaciones del libro por tener la posibilidad de ponerse más en la piel de ella. Me gustaría resaltar las descripciones, sensaciones y pensamientos que Atiq Rahimi hace de la mujer, me ha sorprendido que sea un hombre, daba por hecho que se trataba de una escritora.

Os dejo con una de las partes de la novela que muestra su fuerza y crudeza:

En fin, imagina, estar prometida durante casi un año, y casada durante tres años con un hombre ausente, ¡está claro! Yo vivía con tu nombre. Ni siquiera te había visto, oído, tocado antes. Tenía miedo, miedo de todo, de ti, de la cama, de la sangre. Y al mismo tiempo era un miedo que me gustaba. Seguro que conoces esa clase de miedo que no te aleja de tu deseo, al contrario, te excita, te da alas, aunque temas quemarte. Ése era el tipo de miedo que yo tenía. Día tras día, crecía dentro de mí, llenaba mi vientre, mis tripas… La víspera de tu llegada, se vació. No era un miedo de muerte. No. Era muy vivo, rojo de sangre. Cuando se lo dije a mi tía, me aconsejó no contarte nada… Me sentí morir. Y eso me salvó. Aunque era virgen, tenía auténtico miedo. Me preguntaba qué habría pasado si ese día no hubiese llegado a sangrar…» Barre el aire con la mano, como si quisiera atrapar una mosca. «…Habría sido una auténtica catástrofe. Había oído tantas historias. Me imaginaba de todo.» Con voz ronca: «Hacer pasar la sangre impura por la sangre de la virginidad fue una idea genial, ¿no?». Se acuesta y se acurruca junto al hombre: «Nunca he comprendido por qué para vosotros, los hombres, el orgullo está tan ligado a la sangre». Vuelve a levantar la mano al cielo. Mueve los dedos. Se diría que hace el gesto de invitar a alguien invisible a acercarse. «¿Pero te acuerdas una noche, al principio de vivir juntos, que llegaste tarde? Completamente borracho. Habías fumado. Yo estaba dormida. Sin decir una palabra, me bajaste el pantalón. Yo me desperté. Pero hice como que dormía profundamente. Tú me… penetraste… Gozaste cuanto quisiste… pero cuando te levantaste para lavarte, ¡te diste cuenta de que tenías sangre en la polla! Furioso, volviste y me estuviste golpeando hasta bien entrada la noche, porque no te había avisado de que tenía la regla. ¡Te había ensuciado!», ríe con sarcasmo. «¡Te había convertido en impuro!» La mano, en el aire, agarra los recuerdos, se cierra y baja para acariciarse el vientre, que se infla y desinfla con una cadencia más rápida que la de la respiración del hombre.

Con un gesto brusco, desliza su mano bajo la túnica, entre los muslos. Cierra los ojos. Respira profundamente, dolorosamente. Se introduce los dedos entre las piernas con violencia, como si fuese a clavarse un cuchillo. Conteniendo la respiración, retira la mano con un grito ahogado. Abre los ojos, se mira las uñas: están mojadas. Mojadas de sangre. Rojas de sangre. Pone la mano ante el rostro ausente del hombre. «¡Mira! Sigue siendo mi sangre. Limpia. Entre mi menstruación y la sangre limpia, ¿qué diferencia hay? ¿Qué tiene esa sangre de repugnante?» Baja la mano hasta la nariz del hombre. «¡Tú has nacido de esa sangre! ¡Está más limpia que tu limpísima sangre!»

En definitiva un libro muy recomendable.

El trailer de la película que se hizo basada en el libro:

http://www.youtube.com/watch?v=NNI72lLRtFw

Podéis leer un extracto AQUÍ.