La novela está escrita en primera persona, será el propio Falco quien nos irá contando lo que va pasando, creando un personaje más cercano y con el que será fácil empatizar.Falco vive en uno de los barrios más peligrosos de Roma, pertenece a la clase baja y sus casos le sirven, a duras penas, para sobrevivir y ayudar a su familia. Dos hechos a destacar de este comienzo de la serie: el personaje principal que es bastante particular, un republicano, mujeriego, cínico y servicial, intuitivo e inteligente que disfruta de lo poco que tiene; y la ambientación, que de una forma precisa, detallada y realista la escritora refleja aquella época trasladándote a Roma, asistes a los acontecimientos que allí se producen, te acercan a la vida cotidiana de la ciudad y de sus habitantes.Además de la intriga y la historia habrá momentos para el romance y otros muy irónicos y divertidos, gracias a Falco y su forma de pensar y actuar.Conoceremos a varios personajes que seguro que aparecerán a lo largo de la serie, como la familia de Falco, su amigo el capitán de la guardia Petronio Longo o la joven Helena Justina hija de un senador.En aquella época parece que los emperadores duraban poco en su puesto, aquí veremos como una conspiración se está perpetrando para desbancar a varios del poder y por supuesto embolsarse unos dinerillos. La vida de Falco estará en peligro pero él desea llegar hasta el final del asunto, sin pensar demasiado en las consecuencias y culpándose por algo que sucede al principio del libro y de lo que busca redimirse.Intrigas, robos, misterios y traiciones harán que disfrutes de una buena tarde de lectura, ya que al no ser muy extensa y a que es interesante se lee en nada.
“La plata de Britania” una novela que mezcla la intriga y la historia creando un detective de lo más particular. Habrá que seguirle la pista a Marco Didio Falco.
“Las mujeres me gustan con unos pocos vestigios de tela: me permiten abrigar la esperanza de quitárselos. Si desde el principio no llevan nada suelo deprimirme porque, o acaban de desnudarse para otro o, dado mi oficio, están muertas.”
“Di un sonoro beso a la chica, me arrepentí (sabía a sudor y a ajo, aromas que solo se soportan si uno huele igual) y la instalé en la mesa más cercana.”
“se dejó caer en mis brazos y durante un instante eterno permanecimos inmóviles mientras los problemas nos abandonaban como el súbito temblor de los pétalos que caen de una rosa demasiado abierta.”
“En tanto investigador solo era regularcillo (demasiado soñador y demasiado cauto ante los encargos dudosos, que son los que producen buenos beneficios)”