Así empieza el turbulento viaje de Kelsea al corazón del Tearling para reclamar su trono, ganar la lealtad del pueblo y rescatar su reino de la corrupción y de la magia oscura. Armada con una voluntad de acero, la joven se someterá a una auténtica prueba de fuego que puede convertirla en leyenda... o destruirla.
Cuando empecé esta lectura lo hice sin muchas esperanzas ni pocas, simplemente tenía ganas de conocer la historia con la que empezaba esta trilogía puesto que ha dado mucho de qué hablar y ha conquistado a muchos lectores. He encontrado una historia con unas cuantas carencias pero que, en general, sienta muy buenas bases para una trilogía genial.
En un primer momento conocemos a Kelsea, una joven que ha vivido toda su vida con la única compañia de sus padres adoptivos Barty y Carlin y, al cumplir sus diecinueve años, con aquellos que vienen a devolverla al Refugio del Tearling porque Kelsea es la reina de Tearling a la que han mantenido oculta del regente, su tío, hasta que tuviera la capacidad de reclamar el trono.
Aunque ha pasado toda su vida siendo educada y entrenada para ser la reina que Tearling necesita, al entrar en el mundo real a Kelsea le asaltan las dudas sobre si será capaz de ser la reina que el pueblo merece, de subsanar los daños que como regente ha causado su tío o si podrá mantener la paz con el vecino reino de Mormesne.
En un primer momento, así planteado parece que hemos leído otras sinopsis como esta tropecientas veces y ni siquiera menciona el detalle más interesante de la novela que resulta ser el que peor se ha desarrollado, quizá este sea el motivo. La historia se empieza a desplegar tímidamente en un flojo intento de marcar el ritmo de la tensión dosificando la información a cuenta gotas, el resultado es un inicio un poco forzado durante el cual, afortunadamente, se van definiendo los puntos clave en la personalidad de la protagonista y dándole unas dimensiones diferentes a lo que estamos acostumbrados.
Suponiendo que no toda la novela iba a consistir en un eterno viaje de aventuras por una sucesión de sentencia de muerte, la historia empieza tomar forma muy lentamente dejando caer los platos fuertes de forma casual y poco dramática: el brutal reino de Mormesne tiene a todas las poblaciones vecinas férreamente sometidas, el reino de Tearling está lleno de desigualdad hambre y sufrimiento, la progenitora de la protagonista no se acerca a la imagen habitual de una reina mártir, su flamante guardia real desconfía tanto de ella como del propio regente que es una marioneta incapaz de verse los pies… Entre otras lindezas.
Es un inicio típico, escalofriante y siniestro para un reinado que lleva el nombre de los principios idealizados con los que han criado a la protagonista a los que tendrá que aportar el toque de la realidad descarnada que se espera encontrar en una historia sobre castillos, reinos y guerras.
Claramente la trama me ha dejado un poco fría: Kelsea tiene que conquistar el corazón de su pueblo, superar las pruebas que van obstaculizando su camino al trono, se embarca en acciones perniciosas basándose en unos principios muy nobles pero poco prácticos que dan pie a toda una trama de guerras y guerrillas con el vecino y tirano reino de Mormesne pero con un buen puñado de reinos aledaños haciendo el agosto cual ave de carroña con un cadáver reciente. Al principio me resultó muy ameno puesto que parecía un trama ligera pero dentro de un contexto épico y con futuro para desplegar algún que otro giro argumental interesante, pero no. Se trata de la clásica combinación resultona de intrigas políticas pasivo-agresivas que predomina durante casi toda la novela.
Es al final donde la trama sorprende y da un poco de carnaza al lector de la que gusta y puede pedir más, con algún giro ameno y refrescante y la toma de protagonismo de las difusas artes oscuras que campan a sus anchas por el reino. En realidad hay escasas, escasísimas, apariciones de estos dones extravagantes y misteriosos que nos plantea la autora pero a la vez, e irónicamente, son el motor de básicamente toda la novela. Sin esa magia inexplicable y oscura no habría novela.
Lo que sí consigue captar la atención del lector, para el deleite de algunos ejemplares de lector extravagantes como me considero, es la muy buena combinación de rasgos, carácter, principios y valores que se dan en la protagonista. La novela está narrada en primera persona no solo por el personaje protagonista, también tenemos capítulos dominados por el pintoresco personaje de la Reina Roja, el regente u otros de menor peso en la historia que contribuyen a dar dinamismo a la narración. Consigue con el personaje de Kelsea golpear algunas sensibilidades, escandalizar un poquito y sobre todo sacar del molde de perfección al que por norma general se recurre para estos protagonistas. No se trata de la típica joven agraciada de curvas sinuosas ni de la rígida y tozuda muchacha ni siquiera de la habitual mojigata tímida pero consciente de sus atributos. Es una joven que confía en las habilidades que ha trabajado y en lo que ha aprendido en sus años de instrucción pero que todavía tiene que descubrir cómo funciona el mundo y va dando forma a su carácter a partir de su experiencia, en el relato está bastante bien conseguida esa implicación y me ha sorprendido gratamente. Como también me ha sorprendido lo consciente que es el personaje de sí misma y sus necesidades pero sin descuidar el ritmo y el objetivo principal de la historia.
De esta forma el contenido romántico se ha podido apreciar como platónico y, a efectos prácticos, inexistente. No me ha gustado ni disgustado, sencillamente es algo que no debía tener esa importancia y no la ha tenido. Me atrevería a decir que sus apariciones son meramente simbólicas y ya de por sí sobraban.
Pero consciente de que la idea es crear un nexo con los personajes la autora deja al lector sediento de la historia que guardan en secreto todos esos personajes tan misteriosos que guardan la información con recelo y poco parece que haya que descubrir pero al final consigue despertar a esa curiosidad insaciable que mueve a los lectores a las siguientes entregas. Creo que ha conseguido muy buenos resultados despertando ese interés con el elenco principal y escandalizando al lector con los personajes secundarios.
Uno de los detalles que más me ha llamado la atención es el mundo que plantea la autora. Nos sitúa unos cientos de años después de que un grupo numeroso de americanos cruzara el Océano de Dios, y estableciera una nueva sociedad en una nueva tierra. Aún conservo la inquietante sensación de que me ha faltado algo en la novela puesto que toda la información que podría definir “El paso” y que se obtiene del propio libro me resulta insuficiente, vago, nada definido. La propia novela da entender que esta primera parte de la historia es un episodio importante en la historia del Tearling y que la falta de información sobre la época anterior al Tearling se debe a que poco ha sobrevivido hasta entonces.
También guardan vestigios de una época anterior a que los americanos cruzaron el mar de Dios, profundas muescas heredadas de sociedades anteriores que a pesar de todo no ha sido posible extirpar. Sin embargo la poca definición de todo el concepto juega en favor de la historia aportando ciertos recursos muy amenos al integrarlos en el contexto de la novela a la vez crea una clara sensación de incoherencia por no poder dar con una base fuerte.
La estructura de la novela es la adecuada hasta cierto punto, puesto que deja al lector con la inquietante sensación de que hay un vacío más allá de la primera parte en el que cabe cualquier posibilidad o ninguna. La conclusión me resultó abrupta y precipitada, con un despliegue de fuerzas que, aunque se habían insinuado a lo largo de la novela, ostentan un poder desproporcionado.
Me gustaría experimentar un poco más la historia de fondo del Tearling y me gustaría poder seguir al personaje de Kelsea a la batalla que se intuye podremos encontrar en la siguiente entrega, porque son los dos elementos que más me han cautivado en esta primera entrega. Y también espero que la autora reaccione y mejore en la construcción del mundo en que emplaza a la novela sin dejar de concentrarse en la buena labor que ha hecho golpeando sensibilidades y escandalizando.