Título:La rubia de ojos negros
- Autor:Benjamin Black (seudónimo)
- ISBN:9788420416922
- Nº de páginas: 336 págs.
- Editoral:ALFAGUARA
Raymond Chandler creó entonces a un personaje típico de la novela estadounidense de detectives, donde los detectives privados eran observadores pesimistas y cínicos de una sociedad corrupta. Bajo la piel del duro y bebedor detective privado, Marlowe es un individuo contemplativo, filosófico e irónico. Adora el ajedrez, la poesía y cuidar su bonsai. A pesar de no tener miedo al dolor físico, no usa la violencia para su trabajo. Y trata siempre de resistir el hipnotismo de las femme fatales.
Con estos mimbres John Banville se aventura a rescatar en un nuevo libro titulado "La rubia de los ojos negros" al detective Philip Marlowe, y lo hace bajo el seudónimo de Benjamin Black. Cosa a la que no le encuentro explicación, si no fuera por la costumbre que tenían en los años 30 los escritores de novela negra de hacerlo por considerarla en muchos casos un género menor.
Creo que se hacía necesario recordar la génesis de “La rubia de los ojos negros” y del detective Philip Marlowe para poder hacer una reseña del libro. De lo contrario
estaríamos hablando de otra novela más de género negro cuya habitual única diferencia siempre la marca la personalidad del detective.
La novela tienen un inicio antológico. Una rubia muy parecida a una diosa, aparece en el modesto despacho de Philip Marlowe para que localice a su amante muerto un par de meses atrás. Con el cual se ha cruzado en otra ciudad y teme que haya gato encerrado. La Rubia, Clare Cavendish, casada y proveniente de una rica familia que pretende que la discreción sea la clave de la investigación. Marlowe, malherido sentimentalmente, cae rendido ante el poderío de tan maravillosa mujer, que detrás de su capa de cinismo y descreimiento se esconde alguien con un profundo sentido de lo que está bien y lo que está mal. Marlowe tiene su propia moral, que no siempre encaja con la de la sociedad en la que vive. Y en esta novela su sentido del humor canalla sigue intacto. Blando por dentro pero finge ser duro de cara a la galería.
Ante la lectura de los primeros capítulos puedes tener la sensación de que estás ante la “plantilla” perfecta para escribir una novela negra. De que puedes tomarla y cambiar el nombre de los protagonistas y al muerto y tendrás escrita una buena novela del género. Diálogos cortantes y punzantes. Ironía. Estereotipos de gánsters, escenarios, violencia, fiambres.. típicos del género... Pero de inmediato también te percatas de que está bien escrita. No vamos a descubrir a John Banville como escritor, que aseguran las críticas y me parece una osadía, podría ser un futuro Nobel.
Pero “La rubia de los ojos negros” solo tiene que está correctamente escrita. Nada más. La trama decepciona al final. El escritor la resuelve en el penúltimo capítulo, a modo de diálogo entre todos los implicados, preguntándose y respondiéndose entre ellos con el fin de atar los cabos sueltos y ofrecerle el desenlace al lector. Me recordó mucho este final a “El abuelo que saltó por la ventana y se marchó”. Pero John Banville siempre ha dicho que escribe novela negra en verano, porque es una estación muy "improductiva, poco fértil", pero que no le interesan nada los crímenes o los muertos de las novelas. Solo le importa el estilo: "Como dijo también Chandler, a mí me importa poco quién mata al mayordomo; lo que verdaderamente importa es el estilo. Incluso se puede escribir sobre nada, pero hacerlo bien, con arte". Y en esta novela se nota mucho. La trama es muy floja. Parece que hasta sobra.
"Canta" un poco el exceso de descripciones físicas de los personajes en la narración, incluso de personajes secundarios y de relleno “La acomodadora me llevó hasta el asiento. Era una pelirroja con flequillo, mirada amistosa y una bonita boca” Descripciones prosaicas de este tipo abundan. La acomodadora del cine no apareció más. Una obsesión por hacer descripciones de cualquier personaje que saliera en la foto.
Portada de "La rubia de los ojos negros"
en el aeropuerto de Dublín.
Foto de Ana Joyanes.
El título me parece una genialidad. Me atrajo su simplicidad y el rescate de un tópico rompiendo la inercia de que todas las rubias tienen los ojos azules. Y la portada de Alfaguara merece mención aparte. Sugerente. Nada que ver con la versión que haces otras editoriales por el mundo.
Resumiendo, creo que "La rubia de los ojos negros" el mérito que tiene es simplemente resucitar al detective Philip Marlowe y que nuevas generaciones se interesen por su re-lectura. Ha vuelto el detective por excelencia. Aunque tal vez el autor se ha visto enconsertado a la hora de volverle a dar vida.
Reseña: Francisco Concepción