La historia de ”Líbranos del mal” nos traslada al año 1287, una época de luchas y conflictos tanto territoriales como ideológicos. Entre supersticiones, milagros y ciencia, el escritor nos lanza a dos historias paralelas que se desarrollan en Italia y en Francia.
En Roma, conocemos al canciller Artemidoro de Broca que desea seguir acaparando el poder y hará todo lo que sea para lograr su meta, nada le detendrá, pero además conoceremos a un interesante personaje: Benedicto Gui que es conocido porque tiene respuesta para todo. Se trata de un estudioso al que le estimulan los desafíos y le apasiona investigar los indicios que le llevarán a resolver nuevos misterios.
Mientras en Francia en un pequeño pueblo tranquilo conoceremos al padre Guillermo Aba un joven que lleva ya ocho años en la pequeña parroquia conocida por sus milagros y a un niño llamado Perrot. Alternando los capítulos entre las dos historias poco a poco iremos conociendo los secretos que se ocultan tras cada personaje.
Cada parte del libro termina con una muy interesantísima revelación. Incluida la tercera y última que a mí es la que menos me ha gustado pues a pesar de que iba bien encauzada ciertos hechos en mi opinión tratados muy por encima pero que eran importantes hacen que la historia llegue al lector poco clara y cómo si nos deseara contar muchas cosas e importantes en pocas páginas y la trama se liara un poco, pero cuyo final a pesar de todo esto es de lo más sorprendente e inesperado, al menos para mi.
La novela destaca por sus descripciones sobre todo de los personajes, y por su notable ritmo, logrado en gran medida por la alternancia de las historias paralelas de los personajes principales. Así vamos avanzando en las dos historias sintiendo que llegará un momento en que llegarán a encontrarse en algún punto. Lástima de la tercera parte que en mi opinión flojea por lo que ya os he comentado antes, pero que lo salva gracias al desconcertante epílogo que te dejará boquiabierto.