Esta reseña es especial porque viene de la mano de una colaboradora imprevista, que se ha animado a dejar en nuestro blog sus impresiones en relación a su última lectura, estrenándose con uno de los grandes. Ella es italiana, prepara los helados como nadie aunque no le gusta demasiado la pasta. Comió demasiada siendo niña. Espero que se sienta como en su casa y se decida a formar parte con carácter atemporal de esta pequeña familia. Bienvenida Fabiana y espero que algún día seas tú la que traduzcas a Murakami o a algún otro y podamos ver tu nombre al lado de los suyos.
Haruki Murakami es un escritor japonés contemporáneo (nació en 1949) de fama nacional e internacional. Sus obras han sido traducidas en cincuenta idiomas y ha ganado diferentes premios como el "Franz Kafka Prize" (2006) y el "Jerusalem Prize" (2009). Su interés por la cultura occidental y su pasión por la música clásica influencian mucho su producción, tanto que el hilo rojo de "Los años de peregrinación del chico sin color" es "Le mal du pays" de Listz.
La novela se abre con Tsukuru Tazaki un joven de 20 años, con la idea de acabar con su vida. La historia se desarrolla con saltos temporales entre su adolescencia en Nagoya, donde formaba parte de una pandilla de cinco amigos, y su vida actual en Tokio, donde trabaja haciendo lo que siempre ha soñado: construir estaciones de trenes. Es lo que se podría definir como un solitario, rutinario, que no se espera nada ni de las personas ni de la vida. Hasta cuando conoce a Sara y empieza a enamorarse de ella. Esa mujer se da cuenta de que hay algo irresuelto en el pasado de Tsukuru, algo que lo atormenta y no le permite vivir llenamente. Por eso, el constructor de trenes empezará una peregrinación en los años de su adolescencia para descubrir porqué sus cuatros amigos dejaron de hablarle, creando un vacío que parece no poder rellenar. Tendrá que viajar, no sólo a su ciudad natal, sino a otro continente para dar respuesta a preguntas jamás hechas.
Al principio de la novela, parece como si el autor estuviera hablando de personajes y eventos totalmente desconectados el uno con el otro. Pero, a lo largo de la lectura, cada pieza encuentra su sitio y ya no te sientes perdido en la historia, sino que acabas con ganas de seguir adelante para terminar el puzzle. Cada personaje es descrito con tantos detalles que es difícil identificarse con uno solo. Me sentí como si yo también estuviera peregrinando entre las emociones de los diferentes personajes, sintiendo empatía a veces por uno, a veces por otro.
Murakami crea una historia llena de sentimientos, dudas, miedos, sueños, miradas, llamadas, abrazos y deseos, donde hasta el detalle más pequeño se revela fundamental para peregrinar dentro y fuera de la conciencia del protagonista, que viaja buscando su color...sin saber que siempre lo ha tenido.