Regresan Los Hernández con una nueva investigación más dura, más oscura y más dramática. Investigación llena de suspense y con geniales toques de humor.
Con Los buenos hijos de Rosa Ribas he continuado conociendo a la familia de detectives del barrio de Sant Andreu con la que quedé enganchada al leer Un asunto demasiado familiar y con este negro, renegrido caso que golpea de lleno a toda la familia llenándolos de dolor e impotencia los sentí explosionar, los sentí explorando sus sentimientos y yo junto a ellos también me exploraba.
La ficha técnica del libro la podemos consultar en la página web de Planetadelibros.
Argumento
Nora se ha incorporado a la agencia de la familia, Hernández Detectives, tras su misteriosa desaparición, de la que se resiste a hablar. Mientras, los Hernández siguen ocupándose de algunos casos rutinarios. Hasta que un día solicita sus servicios un matrimonio que quiere saber por qué se suicidó su hija adolescente.
Esa investigación va a cambiar la vida de los Hernández para siempre. Mateo, el padre y director de la agencia, asigna el caso a Marc, quien, gracias a las brillantes intuiciones de Lola, la madre del clan, averiguará que la chica llevaba una doble vida. Los padres de la muchacha, avergonzados, retiran el encargo, pero los Hernández no quieren detenerse; no sospechan el precio que pagarán por llegar demasiado lejos en la búsqueda de la verdad. Una novela trepidante, por la aclamada autora de Un asunto demasiado familiar.
Mi opinión personal (sin destripes)
Investigarnos a nosotros mismos para intentar buscar respuestas y seguir caminando ante pérdidas repentinas, reconocer que estamos derrotados ante lo inevitable y ante el mal que sufrimos. Ante el dolor sentimos la necesidad de continuar en movimiento, de no detenernos para seguir golpeando con rabia a la vida. Pruebas duras que pueden unir más a una familia, o no.
Y para mi este ha sido el tema que más he sentido a lo largo de la novela y que me ha ayudado a mi misma a mirarme debido a los dos golpes duros que yo he recibido este año.
La familia Hernández es una familia llena de conflictos personales y ya supimos de ellos en la primera novela de esta serie. Conflictos individuales que se producen de forma continua y regularmente. Lo que lleva a algunos de ellos a acomodarse en esas situaciones, y creo que Rosa Ribas ha querido hacerlos estallar en esta entrega sometiéndolos a infortunios de una gran dureza para que indagarán intensamente en sus sentimientos.
Por esto la investigación que comienza con el suicidio de una niña y los padres que quieren averiguar que paso se va oscureciendo gradualmente hasta volverse bien negra y ver hasta donde puede llegar una familia ante una tragedia. ¿Se unirá o se disolverá ante la explosión dramática vivida?
La culpa de los que se quedan está presente a lo largo de toda la historia y aquí de nuevo me siento totalmente identificada. Es inevitable pensar que no vimos o no supimos ver las señales de que algo no marchaba bien, pensar que podríamos haber evitado esa perdida, y nos damos cuenta de lo engañados que nos encontramos ya que nunca nos lo contamos todo, siempre hay secretos, siempre evitamos sincerarnos por miedo a defraudar, por miedo a decepcionar, por miedo a hacer sufrir.
Sentimos a la novela negra como una gran crítica social, es así. Y los escritores hacen sin pretender cambiar el mundo, cada cual que reflexione ante esa denuncia. Pero lo que más me ha gustado de la lectura de Los buenos hijos es como me ha ayudado a mi personalmente, en mi dolor y en mi cambio ante ese dolor. Algo que yo nunca he experimentado con lecturas de este género.
Y es que la autora también sabe mostrar a través de la familia Hernández las relaciones que existen entre padres e hijos, la imagen que los hijos idealizan de sus padres, las rivalidades entre hermanos, la luchas por el reconocimiento de los padres... Y como no podía ser de otra manera ya que en la anterior entrega ya nos mostraba el tema de la salud mental y el alcoholismo aquí los agrava, los lleva al límite para hacerlos tomar decisiones difíciles.
«Un pasillo sin luz conectaba la parte de vivienda con la de las oficinas de la agencia. Cuando su padre reformó la casa para fundar Hernández Detectives, se olvidó de poner lámparas. Decía que había sido un descuido del albañil, pero ella y sus hermanos siempre habían sospechado que lo había dejado así porque de pequeños le tenían miedo a la oscuridad, y de este modo no se acercaban a curiosear por los despachos. La necesidad de iluminar este tubo tenebroso era un tema de conversación recurrente en la familia. ¿O era una tradición?»
Recomiendo leer Los buenos hijos de Rosa Ribas para disfrutar de una historia de investigación que nos tirotea en el corazón y nos lo llena de emociones, una serie de una familia que sabe de conflictos, de realidades y de sentimientos. Novela que podéis leer incluso si no habéis leído Un asunto demasiado familiar, aunque yo siempre recomiendo leer las series completas y ordenadas para seguir la evolución de los personajes y no perdernos nada de ellos.
Rosa Ribas (El Prat de Llobregat, Barcelona, 1963) estudió Filología Hispánica en la Universidad de Barcelona. Ha escrito las novelas: El pintor de Flandes, La detective miope, Miss Fifty y la serie policiaca protagonizada por la comisaria hispano-alemana Cornelia Weber-Tejedor. En Siruela ha publicado, en coautoría con Sabine Hofmann, las novelas policiacas Don de lenguas y El gran frío, traducidas con gran éxito a distintos idiomas.
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