Así, poco a poco, conoceremos las dudas, las desdichas y la soledad que rodean a Napoleón y que le convierten en un hombre poderoso pero triste y solitario. Tampoco se regodea en ello simplemente nos desvela una faceta más humana del que fue un gran ídolo para muchos franceses y un gran conquistador. Esa magia y atracción que ejercía incluso se verá en sus últimos días en Francia donde aún gran parte del pueblo estaba con él, pero como dice uno de los personajes: “los pequeños seguirán con sus vidas independientemente de quién los gobierne”.La novela no es demasiado extensa, está dividida en cuatro libros, de los cuales, dos se centran en la vida de Napoleón y otros dos en la vida de la lavandera Angelina que trabaja para el emperador y se declara su más ferviente admiradora. Su historia me ha interesado menos, pero gracias a ella aparecen otros personajes interesantes como el zapatero polaco además nos permitirá conocer el fervor que causó en su época Napoleón y como su imagen pública creció hasta convertirse en ídolo, héroe, y a mantener ese estatus incluso después de las derrotas.Como todo fin de ciclo tiene su parte trágica, ese final de una vida que se sabe abocada a extinguirse y esa melancolía de abandonar todo lo conocido y amado para viajar hacia lo desconocido. Así veremos esa evolución desde un comienzo donde la esperanza y la alegría imperan hasta ese final lleno de tristeza y desánimo, donde las fuerzas y las ganas de vivir dejan paso al desaliento.
En general me pareció interesante, pero me faltó que indagara un poco más en esa parte de la vida de Napoleón, y no pasara casi de puntillas, para engancharme más a la historia.
“Los cien días” una novela recomendada para los amantes de la historia y los que deseen conocer ese final del camino del emperador desde otro punto de vista.
“El tiempo transcurría velozmente, el aire se hizo transparente y tibio, la primavera de París se iniciaba, vigorosa y magnifica, casi parecía verano.”
“Ahora llegaba hasta él sólo el frío mutismo de los hombres y de la noche. Hasta las estrellas plateadas le parecían airadas y hostiles.”
“¿Qué saben ellos de mí? ¡No me conocen! Lo mismo que las estrellas no conocen al sol del cual viven y en torno al cual se mueven…”