Reseña: Morder la manzana-Leticia Dolera

Publicado el 19 marzo 2018 por Leira

Título: Morder la manzanaAutor: Leticia DoleraEditorial: PlanetaAño de Publicación: 2018Número de Páginas: 286ISBN: 978-8408182627
SINOPSIS:
Es este uno de esos libros esenciales que nacen de la necesidad y de la urgencia. Porque Leticia Dolera necesita contar por qué es feminista y por qué todas deberíamos serlo. Un camino vital en el que se ha encontrado con personas inspiradoras, lecturas reveladoras, anécdotas —de las buenas, de las malas y de las peores— vividas muy de cerca o en primera persona.
Este libro es también la historia de mujeres valientes que marcaron el camino y cuyo ejemplo nos ayuda a despertar nuestras conciencias y también a enseñar a las más jóvenes.

Empezando por Eva, la primera que mordió la manzana, esta es una historia sobre todas las mujeres. Porque Leticia Dolera nos invita a abrazar una causa, que es la de todas las personas que soñamos con una sociedad justa.

Por mucho que nos hayan repetido que Eva pecó al morder la manzana, nosotras sabemos que aquello fue precisamente lo que la hizo sabia. Entonces ¿qué?, ¿te apetece una? Una obra de empoderamiento feminista para todas las edades.
La revolución será feminista o no será. 

LETICIA DOLERA, LA AUTORA: 
Leticia Dolera es actriz y directora de cine. Ha trabajado en series de TV como Al salir de clase, Los Serrano, Hospital Central o El barco, y en películas como El otro lado de la cama, Spanish movie, REC 3, Kamikaze o La novia. En 2015 escribió, dirigió y protagonizó su primera película, Requisitos para ser una persona normal, que ganó los premios al mejor guion novel, fotografía y montaje en el Festival de Málaga y fue finalista de tres Goyas: mejor dirección novel, mejor montaje y mejor actor revelación. Fiel a sus convicciones feministas, en agosto de 2017 protagonizó la campaña «No es no» del Ayuntamiento de Madrid contra las violencias machistas. 

IMPRESIONES: 

Últimamente las librerías están llenas de libros con temática feminista. Yo lo llamo, cariñosamente, “la sección femenina”. Y luego os explicaré porque aclaro lo de “cariñosamente” pero ya os aviso que la “sección femenina” no era, precisamente, una sección feminista que defendía el cumplimiento de los derechos de la mujer (para ellas, más bien, estos derechos eran otros muy diferentes).

Y como una es mujer y ha vivido en sus propias carnes la discriminación por este hecho, me decidí a llevarme alguno para casa. Tardé un poco en decantarme por uno (como suele ocurrir cuando tengo un amplio abanico de posibilidades) pero al final elegí éste de Leticia Dolera ya que me gustó en la primera ojeada que le eché y porque es una actriz que conozco desde hace tiempo, así que qué mejor que conocer a la autora para poder empatizar mejor con lo que cuenta. 
Como muchos sabréis (y como cuento en la reseña) Leticia Dolera se dio a conocer en la serie de Telecinco, Al salir de clase, que fue la primera cantera de actores (y actrices) de España. Una especie de Sensación de vivir a la española que giraba en torno a unos jóvenes que iban al instituto, se enamoraban, se peleaban… No fui muy asidua a ella pero de ahí salieron, entre otros, gente como Hugo Silva, Alejo Sauras, Lucia Jiménez o Pilar López de Ayala. A Leticia Dolera, además, la conocía porque solía intervenir en un programa de radio que escuchaba hace años. No recuerdo muy bien ya estas intervenciones pero nada hacía presagiar, creo, que con el tiempo se iba a convertir en abanderada de la causa feminista y son ya muy famosas sus reivindicaciones a través de las redes sociales y de otros medios. Tanto es así, que hasta se decidió a escribir un libro llamado Morder la manzana (al final, os aviso, entendemos el porqué de este título). 
El libro consta de 46 capítulos de corta duración y a través de ellos la autora nos va dando su punto de vista de lo que es el feminismo y de la importancia que tiene su constante reivindicación. Empieza contando una breve historia con un final inesperado (al menos para mí). Todo ambientado en algo tan común como un grupo de amigas contándose sus cosas (o sus “mierdas”como decía una novela de Elisabet Benavent). 
A continuación ya entra en materia y nos habla del término feminismo que parece ser que la RAE ya tiene actualizado respecto al que aparece en el libro. Ahora puede constar de 2 definiciones: 

Principio de igualdad de derechos de la mujer y el hombre.


Movimiento que lucha por la realización efectiva en todos los órdenes del feminismo.


De los 2 me quedo con la segunda acepción, sin duda. Creo que se define mejor el feminismo actual, donde lo que se promueve es la realización plena (y real) del feminismo. O lo que es lo mismo: que se alcance la igualdad real de los 2 géneros. Que no sólo vale con aprobar derechos sino cumplirlos (algo que muchas veces se logra como podemos comprobar). 

Pero para llegar a esta situación actual, la mujer (no siempre acompañada por el hombre) ha tenido que atravesar un largo y arduo camino con muchos avances pero también con muchos retrocesos. Veremos el concepto que tenían de las mujeres filósofos como Platón o Aristóteles, por lo que el feminismo empieza reivindicando que la mujer era también una persona o no un mero instrumento de placer para satisfacer al hombre y dedicarse a la crianza de los hijos. 
Porque ahora tenemos mucho logrado y no valoramos lo que tenemos y creemos que es algo tan “normal” pero hasta hace nada la mujer no tenía derechos hoy en día tan básicos como el del acceso a la educación, votar o abrir una cuenta bancaria sin la firma del marido. Y eso, amigas, es muy importante: no olvidar que no siempre fue así. Y lo que es peor: todavía hay sociedades en los que estos derechos no están reconocidos. 

Otra cosa de los que nos habla la autora es de los micromachismos presentes en nuestra sociedad, que tenemos asimilados como algo natural y en realidad lo que hace es fomentar la desigualdad sin darnos cuenta como el hecho de que a una conocida famosa siempre se le pregunte por su vida privada (¡Hola Pablo Motos!) y a un hombre que se dedique a lo mismo ni se le mencione este hecho ¿Os imagináis una entrevista a un político, deportista o lo que sea preguntándole por sus hijos, su canguro o sus ganas de formas una familia?. Desgraciadamente cuando es una mujer estas preguntas siempre caen y no pocas veces los titulares son del tipo “guapa tenista que no tiene novio todavía”cuando se trata de una deportista que acaba de ganar el Ronald Garros.  
Otro micromachismo también es llamarte señora si estás casada o si no eres “señorita” como si el hecho de pasar por la vicaria te otorgue este tratamiento. Ni que decir tiene que el hombre es señor desde el minuto 0 sin necesidad de unirse a una mujer.
Y hay uno que ya había escuchado hace tiempo y que todavía no lo veo claro debido a que está tan metido en nuestra cultura que me cuesta detectarlo: la costumbre de que un hombre te deje pasar primero por el hecho de ser mujer. De esta norma no escrita se podría hablar largo y tendido, pero lo que es cierto que si un hombre te deja pasar primero sólo porque eres mujer, está claro que está demostrando que lo hace por protección hacia el sexo contrario a él: que es el débil. No quiere decir que lo haga con mala intención sino todo lo contrario pero inconscientemente está favoreciendo el machismo y la superioridad del varón. No digo que no se tenga que ceder el paso, abrir una puerta o invitar a alguien a algo (actos que son de buena educación, todo sea dicho de paso) pero que no lo haga un hombre a una mujer sólo por serlo. Que también lo pueden hacer 2 mujeres entre sí o una mujer a un hombre, sin pasar nada por ello. 
En el libro también la autora cuenta sus experiencias personales donde fue victima del machismo puro y duro. Bien es conocido que un día un director le tocó un pecho delante de todo el mundo y se quedó tan ancho (lo ha contado recientemente en una entrevista). También nos relata lo que supone que una actriz tenga 30 años cumplidos (¡mirad qué pecado!). Pero, ojo, pero no le ocurrió en España, si no nada menos en Estados Unidos. Y lo peor de todo: ¡fue entrevistada por mujeres! A los 30 una actriz en la meca del cine tiene que haber hecho un papel dramático, al menos. Si no lo ha logrado, que se olvide de triunfar. Y, otra vez, el machismo: los hombres empiezan a triunfar pasados los 30. Lo de siempre: “son maduritos atractivos, las canas les sientan muy bien…. Y nosotras preocupadas por las patas de gallo… 
Lo cierto que el mundo donde se mueve Leticia Dolera es uno de los que más desigualdad (o machismo o como lo queráisllamar) se puede encontrar. También cuenta la importancia que tiene que una actriz no tenga mucho pecho haciendo un papel de ¡abogada! o que tienen que enseñar un pecho sí o sí en una peli de terror porque el público adolescente lo demanda. 
Ya sabéis, además, que desde el pasado año son numerosas las actrices que están empezando a contar que tuvieron que acceder a los favores sexuales que les pedían a cambio del éxito. En ese sentido, ya de pequeña escuchaba comentarios como “seguro que se acostó con un productor para llegar a lo que llegó”. No me sorprendió, por tanto, pero no tenemos que aceptarlo si no unirnos para que esto no suceda así. Hay que conseguir que el hombre no vea a la mujer como un mero objeto sexual sino como un ser humano igual que él. Y, para eso, hay que empezar desde la niñez, como luego os hablaré.   
El libro se nota que está muy bien documentado y en él aparecen estadísticas acerca de los pocos altos cargos ocupados por mujeres o el número de mujeres maltratadas a manos de sus parejas (y un dato: es un ínfimo el porcentaje de denuncias falsas. Ahí lo dejo). 
Una cosa que me ha quedado clara al leer Morder la manzana es que no hay que dormirse en los laureles con el feminismo. Según vamos leyendo nos damos cuenta de que muchas veces se dan 2 pasos y se retrocede 1 (ó incluso 3). Es una lucha continua que no hay que parar nunca ya que, por ejemplo, antes de la Segunda Guerra Mundial se habían logrado muchos avances en ese terreno y al finalizarla la mujer volvió al hogar y empezó otra vez a ser considerada como una dama de compañía del hombre que se tenía que dedicar a “sus labores” (es decir, al marido y sus hijos). Y yo que soy hija de esta generación sé de lo que hablo. En mi infancia (allá por los 80) era muy “normal” ver anuncios donde un hombre entraba en una cocina y le daba una copa a una mujer que estaba fregando los cacharros con un lavavajillas muy conocido y le decía “mi mujer también lo usa” (por cierto, mi madre muy avanzada ella, detectaba ya machismo en esa época en la que ni por asomo nadie cuestionaba si esos anuncios estaban bien o no). 
Y otra cosa que os quiero contar: en mi casa (y en la de mi tía y en la de mi abuela) había una Enciclopedia de la Mujer. Constaba de 3 volúmenes: uno dedicado a labores como tejer, ganchillo o costura, otro a maternidad y un tercero a cocina (que era infumable, por cierto). Y a mí, que siempre me atrajeron los libros, me gustaba echarles una ojeada de vez en cuando. Tengo que confesar que me divertía y hasta cierto punto me alegro de haberlos tenido en casa. Así, ahora me doy cuenta de que estos libros es mejor que estén descatalogados y si se quiere publicar algo relacionado con estos temas no se haga referencia a que son “para la mujer”. Os dejo una foto que encontré en el google y por si alguien le interesa están a la venta por 35 €. 

También estaba El manual de la perfecta esposa de la Sección Femenina, que entre otras cosas se dedicaban a dar clase a las chicas de asignaturas como Formación del Espíritu Nacional o “labores de la mujer”. En el libro aparece un extracto de dicho manual:
 
A nivel personal os digo que el tema del feminismo no me es desconocido en absoluto. Es más, últimamente me acordé de que cuando estaba acabando la EGB (sí, YO FUI A EGB) a finales de los 80 vino una chica a mi colegio para hablarnos de este tema. No sé si pertenecía a alguna asociación que promovía esta corriente pero el caso que nos convocó a todas las chicas del ciclo para hablarnos de este tema. Primer fallo que cometió: sólo nos convocó a nosotras, a ellos no. Nos pasó una encuesta y nos hacía preguntas acerca de quiénes se encargaban en nuestras casas de tareas como bajar la basura, hacer las camas, la comida o la compra… Luego nos estuvo hablando de la situación laboral de la mujer casada y con hijos pero cambiando los roles: era un hombre el que tomaba la píldora, paría y se quedaba con los hijos. No sé si nos puso un supuesto acerca de qué harías si fueras una mujer con una hija y querías trabajar. Una de las opciones era quedarte en casa. Lo cierto, que hace 30 años de aquella iniciativa algunas cosas han cambiado y otras no. Pero hay una que me alegra: al menos ahora en los centros educativos cuando se habla de igualdad es para los 2 géneros, no sólo para mujeres. 
También el hecho de estudiar Educación Infantil me acercó a este movimiento. Ahí se fomentaba la igualdad utilizando el lenguaje coeducativo o evitando que los juguetes o cuentos fueran sexistas. Lo del lenguaje coeducativo (ya sabéis: nunca utilizar el masculino como neutro) también aparece en el libro pero en este sentido discrepo en parte con la autora. Estoy de acuerdo con su razonamiento, pero también hay que tener en cuenta una cosa: es muy incómodo para el hablante estar todo el tiempo con “los niños y las niñas, los ciudadanos y las ciudadanos” o el insufrible “vosotros y vosotras”. Y en el lenguaje es importante abreviar. El otro día, sin ir más lejos, estuve leyendo un folleto publicitario donde decía todo el tiempo “el niño” y sentí que la niña estaba también incluida. Bajo mi punto de vista, no es tan importante estar todo el tiempo con el masculino y el femenino porque aburre hasta la saciedad. Pero claro, en estos temas nunca 2 y 2 van a ser 4 y el lenguaje es uno de ellos. Qué suerte tienen los ingleses que no tienen género… 
En estos estudios, además, tuvimos cierta relación con las alumnas (nunca vi a ningún alumno, por eso utilizo el femenino) del ciclo de Promoción e Igualdad de Género (conocido cariñosamente como PIG). A muchas os sorprenderá, pero sí, es un Ciclo de Grado Superior donde se fomenta la igualdad de género. Algunas veces fueron por mi clase para darnos ponencias acerca de estos temas y nos hablaban del machismo que había en los cuentos infantiles (el príncipe valiente y la princesa sumisa o la ratita que mientras barre la casa se quiere casar). También del hecho de que un niño (varón) no pueda realizar libremente deportes como la Gimnasia Rítmica por miedo a sufrir acoso en el colegio. Es decir, que la igualdad es para los 2, no sólo para nosotras. Eso es lo que más me gustó de todo: que ellos también son victimas de desigualdad ¿Por quécuando fui a “mindfulness” no había casi hombres? ¿Acaso ellos no tienen ansiedad nunca? Un amigo mío me contó que él también siente la desigualdad ya que si busca trabajos para limpiar casas no lo aceptan porque quieren mujeres. Recuerdo que una vez trabajé en una sección de unos conocidos grandes almacenes donde no querían hombres. Por eso yo prefiero hablar de equidad: 
Tratar a las personas diferentes en forma diferente, de acuerdo a su condición y su momento, más que por las reglas rigurosas de la justicia o por el texto terminante de la ley.  Es la aplicación de la justicia natural por oposición a la justicia legal o de derecho.  La equidad es la luz y complemento del Derecho, frente a la oscuridad de la norma legal o frente a los rigores en su aplicación estricta.  Significa la realización suprema de la justicia.

Y os digo que en mis estudios descubrí una literatura alejada de la tradicional maravillosa donde no se habla de princesitas o héroes con espada (otra cosa es que luego los peques la conozcan por otros medios y la demanden). Pero también os diré una cosa: en esos estudios que realicé detecté el machismo de forma alarmante, ya quemientras yo sufrí un machaque continuo en mis prácticas (no digo que no lo mereciera pero aquello fue demasiado) tuve que aguantar que a los pocos chicos que había les rieran todas las gracias y hasta tuve que escuchar que “están locos con vosotros, si hacéis algo mal no lo cuentan”. Y lo peor: ¡las que lo decían eran mujeres! Y encima mujeres que fomentan la igualdad. Por eso siempre digo que el verdadero machismo, al menos yo, lo encontré por parte de la mujer. Y no sólo aquella vez, si no en otros trabajos que tuve y comprobé como una mujer no valoraba igual el trabajo de un hombre que el de una mujer. 
CONCLUSION:  
Es un libro que recomiendo para que veas como el machismo está más presente en la sociedad de lo que creemos. La autora, evidentemente, se centra en el sector que más conoce: el del cine pero si nos ponemos todas a hablar podemos contar mil y una historias. Pero una cosa muy importante: no nos debemos rendir nunca y tirar la toalla pensando que “por mucho que nos empeñemos, nunca vamos a lograr la igualdad”. Eso nunca, ya que si hubiera sido así, sí las mujeres de la antigüedad hubieran pensado lo mismo seguiríamos ancladas en el pasado. Así que tenemos que seguir en la lucha, cada una aportando lo que pueda educando en la igualdad y no consistiendo nunca (pero nunca, nunca) que un hombre nos pise nuestro terreno y nos vea como algo inferior. Y, además que es igualdad (o equidad) y ellos también se van a ver beneficiados. MUY RECOMENDABLE.