Aquí llega al fin la reseña de Paradise, de Simone Elkeles. ¡A disfrutarla!
Nada ha sido lo mismo desde que Caleb Becker atropelló ebrio a Maggie Armstrong tras una fiesta alocada. A pesar de meses de terapia, Maggie no ha conseguido superar su cojera, su vida social es prácticamente nula y la solicitud para una beca que le permitiría estudiar fuera, y así escapar de las miradas de lástima que la rodean, ha sido cancelada.
Caleb regresa a Paradise después de un año cumpliendo condena en un reformatorio. Pero la vuelta a casa se ha convertido en un infierno, su familia y su exnovia le parecen extraños y él siente que ya no encaja en ningún sitio.
Caleb y Maggie se sienten rechazados por quienes les rodean. Pero cuando la verdad sobre el accidente sale a la luz, todo cambia de nuevo, y Caleb y Maggie solo se tendrán el uno al otro para superarlo.
Opinión personal (sin spoilers)
Por ello, me encantan sus protagonistas. La historia está narrada por ambos, como bien ocurre en Química Perfecta, La ley de la atracción o Reacción en cadena. Este método me gusta muchísimo, y si bien hay gente que lo encuentra atrevido, me parece una idea brillante mostrar la historia desde los dos puntos de vista. No se hace repetitivo en ningún momento porque, aunque haya cosas que se solapan, estos van desarrollando y continuando la historia, que fluye con sus sentimientos. Está realmente conseguido, ya que es apasionante descubrir cómo nada es lo que parece, y que lo que uno puede pensar es más complejo a la hora de la verdad. Los personajes secundarios también merecen ser destacados. Tanto el señor como la señora Reynolds me han encantado. Vaya madre e hijo más increíbles. Ellos aportan muchísimo a la historia, y su presencia la hace más maravillosa aún.
El final me ha parecido maravilloso. Puede que se me haya pasado un poco rápido, pero ha sido al devorar las últimas páginas mientras tenía el corazón en un puño. Me ha parecido sorprendente, nada previsible y justo el final que tenía que ser. La autora se niega a poner punto y final a una novela dura con un simple "y fueron felices y comieron perdices". No os esperéis una bonita boda. Aquí, la realidad es dura, y lo ha sido a lo largo de toda la novela. Es una realidad que pica; una realidad adictiva pero dolorosa. Y eso, amigos, no puede terminar del todo bien. El título de la segunda parte, que ya la tengo, bien lo muestra: Retorno a Paradise.
Nota final: