256 páginas || Papel y ebook
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Solos, están perdidos.
Juntos, encuentran el camino.
Freya pierde la voz mientras graba su álbum debut.
Harun está planeando escapar de todos los que alguna vez quiso.
Nathaniel está llegando a Nueva York con una mochila, un plan desesperado y sin nada que perder.
Y en ese instante, un giro del destino reúne a estos tres extraños y sus secretos comienzan a develarse mientras se dan cuenta de que para superar sus pérdidas quizás, simplemente, tengan que ayudarse unos a otros a seguir adelante.
Perdimos nuestro camino es historia emocional y catártica sobre perder el amor, encontrarlo y descubrir la persona en la que estás destinada a convertirte. Una obra maestra de la autora de Si decido quedarme, Gayle Forman.
Quizás sean unos completos extraños, con vidas diferentes y problemas diferentes, pero allí, en la sala de reconocimiento, están midiendo la tristeza de la misma forma. La están midiendo en pérdidas.'Perdimos nuestro camino' es de esos libros que podría haberse llevado el 5/5, la máxima puntuación y convertirse así en una de mis mejores lecturas de este año, pero no lo ha conseguido. Y no lo ha hecho porque el final, no es un final. Porque estaba disfrutando muchísimo de la historia y de los personajes y me he encontrado con que no sé que ocurre con ellos, con que la autora deja el libro tan abierto que mucho tienes que imaginar para hacerte una idea de lo que ocurre en la historia, y si me conoceis, ya sabéis cuanto odio eso. Porque puedo entender que en un libro la autora (o el autor) decida dejar algunos cabos sueltos para que nosotros nos imaginemos lo que ocurre, pero una cosa es eso, y otra muy distinta lo que me he encontrado en este libro. Y me he cabreado, muchísimo, y me ha fastidiado mucho porque, como digo, el libro me estaba encantando.
Necesitas más tiempo. Debería darte más tiempo. Las personas tienen que ser pacientes con otras personas. Para entender que a veces las cosas no suceden como están programadas, que ciertas cosas no pueden acelerarse. Que cuando presionas a alguien, se cometen errores.Así que sí, aunque el final no me haya gustado nada, porque no hay final, el libro tiene muchos elementos que disfruto mucho en una historia, y eso ha hecho que a pesar de todo, considere que ha sido una muy buena lectura porque conocer a esos chicos, y a Freya, ha sido todo un gusto. Quizá, de los tres, aunque las 3 historias te hacen sentir y te emocionan, y quieres que todo les vaya bien, el que más me ha enternecido ha sido Nathaniel. Porque lo que ese chico ha tenido que soportar con su padre, no todo el mundo sería capaz de soportarlo, y me ha dado mucha pena conocer su vida y todo lo que ha tenido que pasar por culpa de alguien que no ha sido capaz de cuidar de un hijo como debía, porque su mente no se lo ha permitido. Aunque Freya también ha tenido que aguantar a una madre controladora que vive más la vida de sus hijas que la suya propia, y Harun vive con ese miedo de que en su casa, no van a aceptarlo, cuando ni siquiera lo ha intentado, sin duda, Nathaniel, es el que más díficil lo ha tenido.
Algo se expande en el pecho de Freya. Las bellotas, después de todo, en algún momento se abren. Siembran robles nuevos, bosques enteros.Gayle Forman escribe de una manera sencilla, ligera, amena y juvenil. Sus libros tienen ese tipo de narración que hace que leas casi sin darte cuenta, que provoca que sus historias se terminen en pocas horas por su manera tan "normal" de escribir. Pero que, sin embargo, sabe cómo describir sensaciones y sentimientos, sabe cómo hacernos llegar lo que están sintiendo sus personajes, incluso consiguiendo que nos pongamos en su piel o nos sintamos identificados con algunas experiencias o vivencias, y eso, es maravilloso. Porque consigue que nos adentremos en la historia, nos sintamos parte de ella y veamos a los personajes como a "amigos", de esos que no quieres que les pase nada y esperas que tengan un final feliz. Y no sé a vosotros, pero a mi esto es, precisamente, lo que más me gusta de la literatura juvenil. Que puedes hacerla tuya con facilidad.
—Todos morimos —dijo Héctor, restregando las muñecas de Mary—. Es la única certeza de la vida y lo único que tenemos en común con los demás seres del planeta. —Soltó la mano de mi abuela y la colocó sobre la mía. Sentí su pulso, errático y débil.
—Creo que es un honor estar con la gente cuando abandona este mundo —me explicó.
Gracias a la editorial por el ejemplar.