Juan Ramón Jiménez escribe Platero y yo al volver a su pueblo natal, Moguer, después de haber pasado unos años en Madrid. A su regreso, Juan Ramón se encuentra en un estado de salud delicado y su familia atraviesa una mala situación económica tras la muerte de su padre. La visión de un Moguer deteriorado hace que Juan Ramón se distancie de la gente del pueblo y se desilusione. Atrás quedó el Moguer de su infancia. En su aislamiento, encuentra la comunicación deseada con Platero, el destinatario de sus pensamientos. Platero será el objeto de la exteriorización poética de Juan Ramón, el ser que le mueve a la manifestación lírica, y quien parece entender todo lo que nombra el poeta. Sólo con Platero puede compartir su mundo interior, su alma de poeta. Este personaje creado por Juan Ramón, no es un burro concreto, pues como él mismo dice: “En realidad, mi Platero no es un solo burro, sino varios, una síntesis de burros plateros. Yo tuve de muchacho y de joven varios. Todos eran plateros”.
Tengo que reconocer que una de mis espinitas era no haber leído este libro, aunque mi madre asegura que sí lo he leído ya que todos en mi casa lo han hecho, pero yo no lo recuerdo, así que me da que no, cosa que tampoco entiendo, pero ese no es el tema, la cosa es que estaba deseando leerlo y conocer a Platero y es que no podía dejar de leer uno de los libros más traducidos y leídos de la historia.
Platero es pequeño, peludo, suave; tan blando por fuera, que se diría todo de algodón, que no lleva huesos. Solo los espejos de azabache de sus ojos son duros cual dos escarabajos de cristal negro.
¿Qué voy a contar de la historia que ya no sepan o ya no diga la sinopsis?, aunque quizás no lo has leído, en ese caso te recomiendo que lo hagas, pero cuando realmente quieras hacerlo, pues es un libro para disfrutar de cada palabra, para pararte a mirar las hermosas ilustraciones y como no, de esta hermosa historia de amistad. Una de las cosas que me parecieron curiosas al comenzar es que los capítulos no tienen aparente relación entre ellos, aunque sí hay un principio y fin como en cualquier libro. También añadir que es verdad que unos me han gustado más que otros.
Ya no solo te recomiendo su lectura, también dar un paso más y buscar información del autor que recibió el Premio Nobel de Literatura en 1956, porque cuando conoces su historia o lees frases sobre este libro, pues como que aprecias más esta lectura.
Poco más puedo añadir de esta gran clásico, que sin duda me ha sorprendido y al que se le queda corta mi nota máxima, pues la historia puede gustar más o menos, pero la calidad y lo que logra transmitir es innegable.
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