El cielo se está volviendo de un color extraño. El fin del mundo parece que se acerca por el horizonte. Huyamos, huyamos lo más lejos que podamos en nuestras pequeñas cajas metálicas mecánicas de algo tan terrible que no podemos ni nombrar. Mierda, todos han tenido la misma idea. Estamos en un atasco infinito, en un bucle temporal que no avanza, donde los minutos parecen horas, donde el calor asfixia en las horas diurnas y nos estamos quedando sin agua ni comida. Un atasco infernal que frena por completo nuestra huida a ningún lugar, porque en realidad no existe ninguna salvación. Jesús Cañadas revuelve las entrañas del lector con esta premisa tan opresiva creando unos personajes que para nada son lo que parecen al principio, que te desconciertan toda la lectura. En este atasco interminable, el lector será el observador que corretea entre los coches para echar una mano a Samuel, un policía obsesionado en descubrir quién se ha cargado al médico que tenía en el coche de al lado. Mientras tanto iremos descubriendo quiénes son los verdaderos compañeros que nuestro madero obsesionado tiene a su lado.
El autor crea una atmósfera apabullante sin desvelar exactamente qué es lo que asola al mundo. Desde las primeras líneas tenemos la sensación de que algo horrible está ocurriendo y solo podemos intentar sospechar que es en nuestra mente. Cañadasplantea una especie de road movieestática que avanza a trompicones con el atasco para plantear una escena opresiva, aunque sea al aire libre. Un atasco de medidas inconmensurables sirve como excusa para hacer un viaje a los peores pecadosdel ser humano. El hambre, la sed o la impotencia sacan lo peor de cada uno, lo que escondemos cada día en el fondo de nuestra alma. Todo ello crea una historia dura dentro de un escenario perturbador, apocalíptico, que te deja con mal cuerpo durante toda la lectura. Con un estilo impecable a través de frases cortas, un humor sutil y oscuro, Cañadas sabe imbuir al lector un terror oculto, una sensación angustiosa con su prosa.
La intriga y el elemento catastrofista serán una constante a lo largo de las 250 páginas, sin dejar de lado el terror y el elemento policíaco. A través de frases cortas, violentas y a menudo cortantes nos pone al volante de este atasco sin fin, donde la desconfianza está servida desde los primeros párrafos, donde de cada mirada surte confusión. El autor no se censura en ningún momento y toca temas que al lector más delicado no gustarán para nada. Cañadas se ríe de los tabús en la cara de forma realista y natural, sin forzarlo en ningún momento. Un ritmo pausado sirve muy bien para crear un retrato profundo de nuestros personajes, saltando de un punto de vista a otro, creando sensaciones en el lector de forma constante, no dejándote desapegarte de sus páginas desde el comienzo hasta terminar.
Nada más entrar en la novela comenzamos a conocer a nuestros compañeros de viaje. Parecen típicos arquetiposde novela negra, simples marionetas que ya conocemos. Pero el autor lo lleva mucho más allá, utiliza a este grupo de personas para confundirnos una y otra vez, para sorprendernos, ya que cada uno de ellos esta colmado de secretos que nadie puede esperar. Así Cañadas se dedica a reflexionar sobre las motivaciones del ser humano, sobre el significado de la muerte, la esperanza de vivir o sobre los demonios que cada uno arrastramos con nosotros. Os puedo asegurar que una vez terminado el libro no olvidareis las historias de Samuel, Alicia, Ruth, Tote, Inés, Abreu, Alfonso, Cándido o el extraño hippie. Puede que la resolución final pierda un poco de fuerza en su motivación, pero el fin del mundo puede llevar al ser humano hasta extremos impensables ahora mismo. El fin del mundo está cerca, todo está perdido y yo solo espero que no me pille en un atasco, y encima sea un martes.
¡Gracias Omaira por este genial regalo!Otras reseñas de interés:FantíficaFantasymundoAutopsias literarias