Reseña: QB VII

Publicado el 06 febrero 2013 por Librohoy @Librohoy

Esta semana damos un cambio de registro, y hacemos un breve viaje por uno de los libros más laureados del célebre escritor León Uris: QB VII (Queen’s Bench VII).

  

El título de la obra hace referencia a uno de los tribunales (o cortes, como son llamadas generalmente en Inglaterra), de la justicia inglesa. Fue publicada en el año 1970, pero ha sido reeditada por distintas editoriales a lo largo de los años, al menos hasta 1992.

Hablemos un poco del autor: León Uris fue hijo de padres polacos emigrados a Estados Unidos. Nació en el año 1924 en Baltimore, donde cursó estudios hasta los 17 años, aunque nunca llegó a graduarse. A los 17 años se alista en el cuerpo de la Marina estadounidense y sirve en la II Guerra Mundial hasta su culminación en el año 1945.

Su primer contacto con el mundo de las letras ocurre a mediados del año 1950, cuando la revista Esquire público un artículo suyo, hecho que le motivó a escribir su primera novela: Battle Cry, que se convirtió en un éxito y en la que plasmó gran parte de su experiencia personal durante la guerra, una temática recurrente en toda su obra. Sin embargo, su obra más famosa es Exodus, nacida de un viaje a Israel durante la creación del nuevo estado, y que fue llevada al cine en el año 1960 protagonizada por Paul Newman.

León Uris murió el 21 de junio del año 2003.

Vayamos al lío. QB VII es uno de esos libros que he visto pulular en las estanterías de mis padres desde que tengo uso de razón (para los graciosos, desde que tengo memoria). En la edición que mis padres poseen viene incluida otra de sus obras, Topaz, basada en la crisis de los misiles de Cuba, lo que convertía aquel misterioso tomo de tapas negras y sin dibujos en una monstruosidad de mas de 1200 páginas.

En la primera lectura que hice del libro tenía unos 14 años, y confieso que lo saqué de la estantería por la razón mas absurda posible: quería saber lo que significaban las letras de la portada (QB VII). Hallé la respuesta en la contraportada, pero como ya lo tenía en las manos y pesaba como una hipoteca, empecé a leer. De aquella primera lectura recuerdo que me encantó todo: los personajes, la trama, el ritmo…Pero con 14 años no se tiene la madurez ni los conocimientos necesarios para apreciar en toda su profundidad y magnitud el verdadero meollo del libro, ni comprender el horror de la época en que esta basado, así que a los 24, armado con más años y más conocimientos (aunque nunca he creído que la experiencia sea necesariamente un grado), lo releí una segunda vez.

El argumento es el siguiente: Adam Kelno es un médico de origen polaco que tras la invasión nazi se ve obligado a trabajar conjuntamente con los científicos alemanes en horribles experimentos en los que se utilizan a prisioneros judíos como conejillos de indias. Al finalizar la guerra, asqueado con el mundo no tanto como consigo mismo y con su torturada conciencia, se afinca en Inglaterra, donde abre una clínica y forma una familia a la que mantendrá lo más alejada posible de los horrores de su pasado. En su nueva vida se hará famoso siendo la cabeza visible y principal instigador de gran cantidad de misiones humanitarias y ayudas a los necesitados, a tal punto que incluso recibirá el título de Sir.

Los fantasmas de su pasado vuelven para atormentarle cuando Abe Cady, de profesión periodista y guionista de cine ocasional, inicia su trabajo sobre los horrores de la II Guerra Mundial, y descubre que muchos supervivientes mencionan al conocido y reverenciado doctor Kelno como uno de los principales participantes de los sádicos experimentos en los campos de concentración: un médico cruel y sin escrúpulos que disfrutaba ocasionando el mayor dolor posible a sus víctimas. Cady publica un libro donde cita estas atrocidades, lo que provoca que Kelno le demande a él y a su editorial por difamación. Pero lo que comienza como un simple juicio civil, se convertirá pronto en una escalofriante narración de uno de los crímenes más atroces de la historia del ser humano.

En principio, el planteamiento de la novela parece simple: es un libro sobre un juicio. Vale, de acuerdo: la ambientación y el trasfondo le dan un peso específico nada desdeñable, pero si uno se queda solo en lo que dicen los renglones, se pierde gran parte del mensaje de este libro.

El verdadero quid de la cuestión en la conciencia humana. Más concretamente, en la soledad de la conciencia humana, y como pueden llegar a ser de inútiles todos los intentos por reconciliarse con ella una vez que se han traspasado unos límites que esa misma conciencia nos marcaba inamovibles. De la eterna (y eternamente cuestionada) dicotomía entre el valor de las propias convicciones y el valor de la integridad física. De cual es el punto de ruptura de la moral y la ética humanas, tras el cual nos convertimos en cualquier cosa con tal de sobrevivir. A mi entender, y a pesar de que suene grandilocuente, QB VII encierra un desafío del que no me cabe duda que León Uris era muy consciente: el de comprender lo injustificable; el desafío de ir más allá del “no lo puedo entender…” El de condenar lo ocurrido ante todo y ante todos, con fuerza y con vehemencia, pero no desde la vísceras, sino desde la razón.

No puedo decir nada malo (no me atrevería tampoco) de esta novela. Su trama engancha algo tarde, pero sin remisión, y su ritmo narrativo es tan atrayente y fluido como su prosa. Los personajes (los principales al menos) tienen una extraordinaria profundidad emocional. En mi opinión (única, personal e intransferible, como el correo), me sigue pareciendo un libro redondo incluso pasados tantos años desde su publicación. Aunque quizás 14 años sean muy pocos para aventurarse en sus páginas (niños, no lo intentéis en casa), recomiendo especialmente a cualquier lector de entre 18-22 años, sin demérito a los lectores de otras edades, leer QB VII y otras obras de León Uris, para tener una visión, al menos novelada, de una época cuya lección de vida se diluye lamentablemente en el inexorable paso del tiempo.


Archivado en: Uncategorized