Título: Relatos sombríos.
Autora: Edith Nesbit (Londres 1858-Dymchurch, Kent 1924). Su padre murió cuando era muy joven y su madre, a pesar de la falta de dinero, fue capaz de darle una educación, primero en Inglaterra y luego en Francia. Era una mujer fuerte e independiente que escribía para mantener a su familia. Conocida principalmente por sus cuentos para niños, sus historias de fantasmas quedaron relegadas al olvido. Se sirvió de estos relatos para plasmar las tensiones matrimoniales que vivía en su propia casa, usando lo sobrenatural como catálisis para provocar una crisis emocional en sus persoanajes. Siempre muy interesada en lo sobrenatural, se quejaba de que en la casa en la que escribió sus más famosas historias para niños estaba embrujada. Murió en el condado de Kent por un cáncer de pulmón a los 66 años.
Editorial: Biblioteca de Carfax.
Idioma: inglés.
Traductor: Gonzalo Gómez Montoro.
Sinopsis: recopilación de nueve relatos victorianos de fantasmas y experiencias sobrenaturales. En ellos el lector explorará los límites del miedo, así como una ácida critica social a la época a través del género del terror.
Su lectura me ha parecido: interesante, amena, perturbadora, inteligente, breve, un maravilloso descubrimiento...Queridas lectoras y estimados lectores, ya es un hecho, el terror está de moda en la literatura. Pero no un terror cualquiera, de este que no dice nada al lector y que su trama descafeinada dura un suspiro en el recuerdo de quien la lee, sino el terror de verdad. Ese terror primitivo que se desarrolló a principios de siglo XIX, el que surgió de la necesidad de romper con lo anterior, que funcionaba como una vía de escape ante los dictámenes de la razón. Ese que nos hace atravesar bosques siniestros, recorrer pasadizos secretos, pasear entre tumbas, admirar las ruinas de tiempos pasados o perdernos entre los muros de una mansión de estilo neogótico. Ese en el que lo sobrenatural está a la orden del día, permitiendo a los personajes estar en permanente contacto con el más allá o con criaturas tan monstruosas como humanas. Ese que nos sobrecoge con su vigencia y atemporalidad, consiguiendo que el lector del siglo XXI se quede impactado ante las poderosas reflexiones que este tipo de terror literario puede ofrecer. Muchos son los que no se atreven a leer este tipo de historias, y lo entiendo, pues durante muchos años yo misma pertenecí a ese grupo, a ese colectivo de lectores que no querían oír hablar de las historias de terror. Sin embargo, en los últimos años me he dado cuenta del potencial que éste género tiene, siendo en mi más sincera opinión, uno de los que mejor expresa las opiniones e ideología de la escritora/or que hay detrás. Algo tremendamente importante si tenemos en cuenta lo difícil que resulta en ocasiones hacernos entender a través de la palabra escrita. El volumen de relatos que hoy reseño se encuadra en ese contexto precisamente, en el del resurgimiento del terror como moda literaria, pero también en el del rescate editorial. Un enorme esfuerzo por parte de las editoriales al que como lectores y hambrientos de saber, debemos estar eternamente agradecidos. Relatos sombríos: nueve joyas terroríficas rescatadas del olvido.
Como he comentado en el anterior párrafo a una servidora no le gustaban los libros de terror. ¿La razón? La de siempre: porque no quería pasarlo mal durante la lectura. Antes de iniciarme en el género, yo concebía la lectura como algo placentero sin más. Ni actividad reflexiva, de enriquecimiento intelectual o humano. Nada de eso. Era de las que me tumbaba en un sitio cómodo (sofá, cama, tumbona...) y me pasaba horas leyendo. Experimentaba todo tipo de emociones, sí, pero no las asumía como posibles objetos de debate o alicientes para hacerme profundas preguntas acerca de lo que acababa de leer. Sin embargo, y aunque el cambio de chip se produjo con una serie de lecturas que nada tienen que ver con el terror y aunque mi primer libro del género fue Misery del gran Stephen King, comencé a darme cuenta del potencial de las historias de miedo cuando, durante un curso de escritura creativa, leímos El corazón delator de Edgar Allan Poe. Había leído la citada Misery y Leyendas de Bécquer (éste último en el instituto y sin sacarle todo el partido que ofrece dicha lectura), pero su recuerdo no fue para nada comparable a lo que sentí ante aquella lectura en voz alta del famoso relato de Poe. Fue en ese preciso instante en el que me di cuenta de que el terror, como género literario, además de producir emociones extremas en el lector podía ser el vehículo más eficaz para transmitir una inquietud, un pensamiento o inquietar con una reflexión tan actual como viva en el tiempo. Todos recuerdan las historias de terror, cualquiera que se haya adentrado en el género lo hace, y si pasan los años y la gente sigue fascinada por el terror será por algo. En mi caso, respecto al El corazón delator, recuerdo primero el agobio que me produjo el relato, una sensación de tensión constante y de desear que la trama se resolviese de una vez para apaciguar esos nervios. Sin embargo, también recuerdo ese mensaje tan oscuro que lanza el relato acerca de la condición humana y de los pensamientos que se nos pueden pasar por la cabeza en circunstancias límite. Una reflexión que podemos encontrar, además de en el cine, también en cientos de sucesos que ocurren a diario sin que seamos conscientes de ello. Por todo ello, y gracias al maestro Edgar Allan Poe, me lancé en los últimos años a descubrir el género. Han sido unos cuantos los autores que han pasado ante mis ojos: Lovecraft, Blackwood, Hope Hodgson... Pero he de decir que si de algo me ha servido esta introducción en el terror ha sido para comprobar que las mujeres también saben asustar con las palabras, que están a la misma altura en unos casos o por encima de los grandes del género en estas lides, que sus mensajes y reivindicaciones son expuestos de una forma muy ingeniosa y que tristemente, muchas de estas historias se han perdido o menospreciado por el hecho de estar firmadas con nombre de mujer. Afortunadamente, gracias a algunas editoriales del panorama literario español, he podido conocer a algunas de ellas, en especial a las de la época victoriana, las cuales han acabado por convertirse en mis favoritas. Y gracias especialmente a La Biblioteca de Carfax, editorial especializada en terror, porque ha logrado descubrirme a Edith Nesbit, una autora que influyó de manera decisiva en escritores como el autor de Las Crónicas de Narnia, C.S. Lewis, P.L Travers, autora de Mary Poppins o J.K. Rowling, autora de la exitosa saga de Harry Potter. En definitiva, Edith Nesbit y sus Relatos sombríos llegaron a mis manos gracias a ese interés por descubrir el mundo de las escritoras victorianas, más allá de las hermanas Brontë o Elizabeth Gaskell, y del que todavía no está todo dicho.
Centrándonos en la crítica de Relatos sombríos, comenzaremos diciendo que éste, en su conjunto, presenta una lectura bastante amena, sencilla, compuesta por relatos no demasiado largos y por unas historias realmente interesantes desde el punto de vista interpretativo. Como consecuencia, el lector que se adentre en estos nueve textos comprobará como las páginas vuelan en sus manos y ante sus ojos. Pero más allá de la extraordinaria agilidad que bien podríamos encontrar también en textos de más reciente publicación, lo que de verdad merece la pena de los relatos de Edith Nesbit es pararse, sosegar la lectura y detenerse en cada uno de ellos para observarlos con una mirada más analítica. De este modo, el lector apreciará pequeños detalles que harán de este volumen una recopilación inolvidable. Según la pequeña biografía que podemos leer en una de las solapas, descubrimos que Edith Nesbit, como autora, fue y es más conocida por sus cuentos infantiles, aunque su producción dentro de la narrativa del terror se encuadra temporalmente dentro de la tradición victoriana, lo que significa que como lectores nos predisponemos ante la lectura de un tipo de historias cargadas de tópicos de sobra explotados. Y sí, en cierto modo los relatos de Nesbit responden a las características básicas de la época y del estilo. Abundan los espíritus, las parejas apasionadas, tétricas iglesias con apariencia ruinosa, secretos llevados literalmente a la tumba o fenómenos paranormales cuya explicación encontramos en las creencias populares del momento. Pero insisto, más allá de los tópicos del género, nos topamos con relatos tan inquietantes como extraordinarios, los cuales pueden perfectamente ser objetos de investigación filológica, pero también histórica. Por destacar algunos de los cuentos que más me han llamado la atención me quedaría con unos cuantos. En primer lugar, el libro se abre con el relato La estatua de mármol, publicado originalmente en prensa y que narra la historia de una pareja de recién casados atrapada en un mundo de superstición digno de estudio y análisis pormenorizado. En segundo lugar, Desde el reino de los muertos, constituye una de las tramas más simples y sobreexplotadas de la literatura (el desengaño amoroso) que acaba por convertirse en todo un tratado sobre los roles de género en la época y sobre los límites de los celos. En tercer lugar, El marco de Ébano, una suerte de El Retrato de Dorian Gray con un planteamiento más escalofriante. O en cuarto lugar el tremendo En la oscuridad, tan inquietante como perturbador, para los más aprensivos recomiendo que procuren leer este relato a plena luz del día. Pero sin duda, han habido dos textos dentro de este libro que sobresalen por encima del resto. El primero de ellos, La tercera sustancia, narra la historia de un científico que trata de hallar una fórmula para conseguir un superhombre. ¿Nos suena no? Es evidente que Nesbit se inspiró en el Frankenstein de la gran Mary Shelley para escribir este relato. A la pregunta de si está a la altura del monstruo más famoso de la literatura, la respuesta es que no, sin embargo, las reflexiones que Nesbit hace sobre los avances científicos y sus consecuencias más inmediatas no tienen desperdicio. Y el segundo, titulado Los cinco sentidos, está protagonizado por un científico que fruto de una investigación consigue cinco fórmulas que potencian la capacidad perceptiva de cada uno de nuestros sentidos. Ya anticipo que, aunque el final de este relato en particular no me ha entusiasmado, si que consigue que el lector se vuelva a interrogar sobre la ciencia y sus límites, además de tener todo el rato la sensación de que estamos a un protagonista muy parecido, de nuevo, al Doctor Víctor Frankenstein. En resumen, Relatos sombríos en sí, como lectura, no da miedo, al menos en mi caso, pero si que suscita importantes reflexiones sobre la ciencia, los roles de género, el matrimonio, el más allá o la superstición entre otros temas, además de evidenciar la abrumadora influencia de Frankenstein. Eso si, si hay algún aspecto al que le podría una pega es al mantra que se repite en casi todos los relatos, el de impedir a toda costa el objetivo del o la protagonista porque que algo malo va a suceder. Visto desde la perspectiva actual nos parecería un verdadero spoiler, aunque es evidente que forma parte del encanto de este tipo de relatos. Marca de la casa.
En el imprescindible ensayo El terror en la literatura, escrito por H.P. Lovecraft, se define al miedo como "la emoción más antigua y poderosa de la humanidad". Antigua por lo evidente. Desde el principio de los tiempos, desde que existen las sociedades, desde que la mujer es mujer y el hombre es hombre hemos tenido miedo. Siempre. No hay en este mundo nadie que no lo haya sentido alguna vez, y no hace falta haber vivido una situación extraordinariamente traumática para sentirlo de cerca. Hasta las acciones más cotidianas del mundo llevan implícito el miedo, y eso es gracias a la superstición, los comportamientos sociales y a las historias que hemos oído desde pequeños. Esa mezcla convierte al fuere en humano, aunque la mayor parte del tiempo éste se oculte tras la máscara de la heroína o héroe impasible, al que todo le resbala y que puede hacer frente a sus peores pesadillas. Y poderosa por lo siguiente: el miedo mueve a las personas. Es un hecho probado y contrastado. Sin ese sentimiento de temor, la prudencia no formaría parte de nuestro vocabulario, al igual que la inseguridad. Sin el miedo, muy importante, no habría control social, algo de lo que egoístamente se aprovechan los gobernantes para tener controladas a grandes masas de población. No hay mejor mecanismo de apaciguamiento que infundir el terror, el enfrentamiento o el peligro sobre la gente para que ésta permanezca en sus casas, se lo piense dos veces antes de decir según que cosas o incluso vote en unas elecciones influida por todo ese miedo arrojado desde el gobierno hacia el resto de partidos políticos. En el terreno literario, se da una paradoja particular. Si en lo social el miedo permite cosas tan peligrosas como el control social o la anulación de cualquier pensamiento que se salga de la norma impuesta, en los libros, especialmente en la novela y en el relato, éste sirve como vía de escape para denunciar una situación, un comportamiento social, una ideología política concreta...En definitiva, el terror anima a las escritoras y escritores a expresar libremente sus opiniones. En el caso de Relatos sombríos, tal y como se detalla en la biografía, Edith Nesbit aprovechaba para lanzar mensajes feministas y críticas en relación a los roles de género a través de sus relatos. Además de plasmar las tensiones matrimoniales que vivía en su propio entorno matrimonial, lo que podría calificarse como un desahogo personal ante una situación que vivían muchas mujeres durante siglo XIX. Sin embargo, y por desgracia, durante muchos años estos relatos de fantasmas victorianos firmados con nombre femenino no interesaron, aunque sus denuncias estuviesen justificadas y a corde con los tiempos. A pesar de que muchas de estas escritoras consiguieron la fama en vida, como el caso de Nesbit gracias sobre todo a sus relatos infantiles, el paso del tiempo y el peso del machismo las sepultó durante siglos. Ni interesaban esas reivindicaciones ni nada que partiese de la imaginación y la pluma de una mujer. Afortunadamente, el tiempo ha puesto a cada uno en su lugar y poco a poco el lector del siglo XXI va descubriendo que las mujeres en el XIX estaban vivas, activas y que peleaban por ver reconocidos sus derechos. En resumidas cuentas, el miedo puede acongojar, paralizar, hacer llorar o volvernos sumisos, pero también puede convertirse en el canal perfecto de difusión de ideas y clamores sociales; que en el caso de las mujeres escritoras fue el de la deconstrucción de los roles de género, el sufragio femenino, el acceso a la educación, la desmitificación de la maternidad y el matrimonio o la igualdad entre ambos géneros. Edtith Nesbit demuestra que si se quiere, se puede, y si de paso asustas con tus historias mejor que mejor. Relatos sombríos: nueve historias de terror, oscuridad, superstición, engaños, espíritus, cementerios, leyendas, profecías terribles...Un ejemplo de que existe reflexión más allá de los tópicos del género.
Frases o párrafos favoritos:
"Me aferré a la sábana aterrorizado. Sabía muy bien que entraría cuando se abriese aquella puerta que yo miraba fijamente."
"Ella no mostraba ninguna señal de trastorno mental, salvo en la persistente creencia de que él estaba mentalmente enfermo."
Película/Canción: a falta de una adaptación de alguno de sus relatos, he optado por la pieza de música épica que me ha acompañado durante la redacción de la novela. Tan mágica como sombría, como los relatos de Nesbit.
¡Un saludo y a seguir leyendo!
Cortesía de Biblioteca de Carfax