Aquí estoy con lo último de Jorge Gómez Soto, un libro corto, ágil, que terminé en dos horas escasas y que tiene mucho más de lo que puede parecer a simple vista.
Henry es un adolescente colombiano sin papeles, sin amigos y sin mucha familia; con pocos escrúpulos y bastante sangre fría. Perfecto como pistolero a sueldo.Alberto es un chico español como tantos otros: le gusta salir con los amigos, los videojuegos, los chats y las chicas, aunque no tenga mucha suerte con ellas.Dos personajes de dos mundos distintos cuyas vidas se cruzan como en una mala broma del destino. Aunque en este caso la broma tiene nombre, se llama Erika, y su vida está en peligro.
Una historia en la que casi todo el mundo vigila en algún momento a otro, en la que cada personaje puede tener a alguien respirando muy cerca.
Tenemos dos historias paralelas que poco a poco se van convirtiendo en una. Por un lado está Henry: colombiano, callado, frío, distante, perdido, con un nuevo trabajo entre las filas de una mafia y es que pronto deberá poner punto y final a vidas que estaban en medio de su propio relato. Por otro lado tenemos a Alberto: español, enamoradizo, tranquilo, uno más que pronto dejará de serlo. ¿El nexo común? Una chica. Uno no dudaría en acabar con ella y el otro se muere por besarla.
La historia empieza bien, se notan las tablas de Jorge, se nota su saber hacer, la forma en la que va entrelazando las historias, lo que va dejando caer, lo que no dice y que a veces es más de lo que dice. Pero entonces entra en la historia Alberto, Alberto al que no he aguantado, de verdad que no, hubo un momento que quise meterme dentro del libro y darle un par de collejas, pero lo dejé estar no vaya a ser que se enamorase de mí. No por nada, pero es que yo lo veo capaz hasta de enamorarse de una farola. Es casi obsesivo. Me gusta esta y aquella, a esta no le gusto así que me compadezco por ser tan tonto de no haber prestado más atención a aquella, aquella me da la sorpresa de mi vida, no pasa nada, lo supero y ya me gusta esa. No me toméis por una bruja, creo en los flechazos, enserio, en miradas que hablan más que lo que puedas ser capaz de decir en toda una vida, creo en el amor. Pero a Alberto no me lo creo. Dice mi madre a menudo que quien sabe de mucho no sabe de nada, yo la versiono diciendo que quien ama a muchos no ama a nadie. Y puede que sea por mí, pero al no creerme ese amor que resulta ser el nexo común, todo me ha flojeado. Se me ocurren mil maneras de conectar las dos historias sin necesidad de acudir al amor, o al menos a uno tan de plástico. Pero luego está Henry, Henry que resulta un personaje oscuro, con mil demonios, que vive en el filo de lo que está bien y de lo que no, que me ha resultado un personaje bien perfilado. Está ese hermano preocupado, está esa lección de vida, de mirar más allá, y no sé que pensar.
Es un libro corto, muy corto, que en dos horas estaba terminado; se lee fácilmente, hay algún que otro error pero nada que moleste demasiado. Los capítulos se van intercalando hasta llegar al desenlace donde todo colisiona y hace clic.
Hago balance y creo que podría haber sido mucho más de lo que ha sido, podría haber profundizado más en los personajes, en ese Henry y sus demonios, en Alberto que pese a ser un obseso del amor tiene sus puntos buenos. Podría haber resultado una historia más profunda, más oscura, con más detenimiento en todo, y es que creo que le han faltado páginas.
¿Lo habéis leído? ¿Pensáis hacerlo? ¡Os leemos!
Maisha