La ficha técnica del libro la podemos consultar en la página web de Alba Editorial.
Sinopsis
«Adrian Gray nació en mayo de 1862 y murió violentamente a manos de uno de sus propios hijos el día de Navidad de 1931. El crimen fue espontáneo e impremeditado, y el asesino se quedó mirando primero el arma dejada en la mesa, luego el cadáver, a la sombra de las cortinas de tapiz, aún sin miedo, sino incrédulo y sin palabras»: así comienza Retrato de un asesino (1934), una de las primeras muestras de novela policíaca «invertida», donde la identidad del asesino es conocida desde la primera página y el suspense se elabora a partir de sus coartadas y de la incógnita de si será descubierto o conseguirá escapar. Al mismo tiempo, la novela pertenece a la noble tradición inglesa de los crímenes en Navidad, punto de partida, por lo general, para un siniestro retrato de familia. Anne Meredith no desaprovecha ninguno de estos elementos y se adentra en la psicología criminal creando un gran personaje de asesino artista que entronca con otra conocida tradición británica, el esteticismo decadentista.
Mi opinión personal (sin destripes)En las primeras páginas tenemos un crimen y sorprende que la autora nos muestre al mismo tiempo quien es el criminal, pero la autora no quiere ocultar este dato al lector ya que en la historia, a pesar de existir investigación policial y juicio al presunto culpable, lo más relevante no será descubrir la identidad del asesino. Lo más importante será no ser descubierto, será no ser juzgado culpable, será averiguar y será saber como actuar. En definitiva, será mostrarnos un espeluznante retrato familiar.Sí, en la novela se retrata, a través de la familia protagonista de esta historia, a la sociedad de la época. La novela es una buena historia costumbrista y yo he tenido que parar mi lectura más de una vez para buscar información de la sociedad que nos describe, para entender mejor ciertas conductas y ciertos movimientos. También hay que señalar la importancia en en esta historia de que el asesino esté vinculado con el esteticismo, un movimiento artístico inglés de finales del siglo XIX basado en la doctrina de que el arte existe para beneficio de la exaltación de la belleza, elevada por encima de la moral y de las temáticas sociales. Algo palpable en toda la narración.Y me maravilló que a pesar de conocer la identidad del culpable la intriga y el suspense no cesan, al contrario, van aumentando progresivamente. Todos los personajes tienen secretos, todos tienen temores, todos se arrepienten o se avergüenzan de hechos pasados y a todos, a todos su codicia les pierde.Los personajes son perfilados con gran maestría, y la autora nos muestra su psicología, su evolución y nos presenta situaciones que dificultarán la opinión fijada en un principio sobre ellos, logrará que el lector justifique determinadas actuaciones y comportamientos.«Cuando uno se paraba a pensar en la legión de artistas, escritores y poetas que trabajaban con la convicción patética y autocomplaciente de que la aplicación puede sustituir al talento, que insistían en bombardear al público con una otra tras otra mucho después de haber agotado su inspiración, aferrándose con desesperación a su antigua fama (y a sus regalías), ¿qué mejor deseo para cualquiera de ellos que morir cuando esté en el apogeo de su talento y en la cima de sus carrera? Brand nunca superaría ese cuadro»Recomiendo leer Retrato de un asesino. Crimen en Navidad de Anne Meredith para disfrutar de un buen libro costumbrista, un buen análisis de la sociedad que retrata. Un libro bien escrito, cargado de lirismo y sensibilidad. Un libro con un majestuoso final.
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