Entre manos hemos tenido estos dos días Revelación, la continuación de Éxodo. Y menos mal que solo nos ha durado dos días, porque si no juramos que termina con nuestra paciencia. Teníamos un grato recuerdo de Éxodo, ¿fue por la edad? ¿quizá aún no habíamos leído suficiente como para ser lo bastante críticas? Os prometemos que le teníamos muchas ganas a Revelación, pero chic@s, pronto se esfumaron (como podréis comprobar por la reseña –larga como un día sin pan-, le pese a quien le pese nuestra opinión).
Sí, se dice lo contrario, se habla de lo hermoso que puede ser dejarse arrastrar por los sentimientos, que actúe el corazón y no la mente, pero guiarte por las emociones en un mundo donde todo parece corrompido puede costarte mucho más que tu propia alma.
Aquí, la lealtad o el amor parecen relativos; la inmortalidad los vuelve efímeros. Lo que hoy es hermoso, mañana parece marchitado de modo que pensar en el futuro se vuelve inútil e irresponsable. Solo queda la mente, la fría y calculadora mente, endurecer el corazón y no fiarse de nada ni de nadie. Al fin y al cabo, de amor al odio… no hay más que un paso.
La sinopsis está muy bien y el prólogo es un buen inicio de lectura, pero meterte a saco en la novela puede ser un grave error si como nosotras hace tres años que leíste Éxodo. Este es el primer problema con el que nos hemos topado: la autora da por supuesto que tenemos una memoria sobrehumana. No decimos que haga como Richelle Mead (la manera que tiene Mead de ponerte en situación es de lo mejorcito que hay) pero sí que debería haber tenido en cuenta que tras la publicación de Éxodo somos muchos los que hemos leído decenas de libros y tres años no pasan en balde, no puede ser que te metas en la historia y te encuentres totalmente desubicada sin recordar aspectos básicos para entenderla.
La sensación global que nos ha dejado es la de un libro totalmente de relleno, un libro con el que dar una explicación a una de las cuestiones que se planteó en el primero y en el que absolutamente toda la novela es paja. ¿Llega a darnos una respuesta? Sí, of course. ¿Qué sucede? Que lo que para unos será un final totalmente increíble a nosotras no nos ha causado esa impresión, es más, la autora quiere que sea algo sorprendente pero en nuestra opinión ha cometido “un fallo” incluyendo a uno de los personajes que aparecen hacia la mitad de la novela, pues con esa entrada en escena ha encendido la cerilla que nos iluminó y con la que descubrimos cómo acabaría todo el tinglado.
Parece que Anissa B. Damon tenga una idea del final y de a lo que quiere llegar, pero para llegar hasta allí da la sensación de que lo hace imponiendo escenas y momentos con calzador y a la fuerza para poder llegar a ese desenlace, y quizá por eso hay bastantes escenas y/o momentos que chirrían. Vale que ahora las trilogías se llevan, están de moda y tal, pero es que no se puede hacer una trilogía de una historia que podría contarse perfectamente en un solo libro, intentar alargarla es destrozarla, porque la idea era buena, la historia empieza bien, pero la cosa se va tambaleando a marchas forzadas y ni imaginarnos queremos la tercera parte.
Si hablamos de los personajes… nos dan hasta escalofríos. Sobretodo con Lena, la protagonista: ¿puede serse más repelente, insoportable, cansina, agobiante y masoquista que Lena? No, definitivamente no. Es que la pobre no tenía otra cosa en boca que “mátame, me va a matar, os va a matar, os voy a matar, no quiero hacerte daño, no quiero haceros daño, ¿dónde está Christian?, ¿ha llegado Christian? ¿habéis visto a Christian? ¡te odio, te odio! ¡te quiero, te quiero!” El colmo del personaje fue una de las veces en las que Lena no podía aguantar lo que estaba viendo y le soltó un “¡Te odio!” como una catedral, para a la página después (sin exagerar) echarse a los brazos de él. Un personaje sin evolución ninguna, es más, podríamos estar frente a un terrible caso de involución bipolar (peor que el de Bella Swan), de verdad, es un libro juvenil ¿eso es lo que se quiere inculcar? ¿ese es el ejemplo de comportamiento al que se debe aspirar? Un poco más de carácter, de echarle huevos a la vida, de personalidad y un poco menos de dependencia sectaria, por dios. Ya si os hablamos de Christian, ese chico que resultaba misterioso y peligroso pero tentador en la primera parte, cuando parece que el personaje va a darlo todo y realmente va a comportarse como ha de hacerlo un Gran Predador, lo hace, pero llega a una fina e invisible (fue un ¿y esto por qué ahora?) línea, que es traspasarla, y todo se deshincha; sólo os diremos que el comportamiento de este personaje es lo más tópico típico túpico que podáis encontrar por la literatura juvenil romántica.
Los secundarios... han aparecido pocos, se salvan Jerome y Hernan, pero Gareth y Gaelle (la familia que acoge a Lena) no hay por donde sostenerlos. Por no hablar de Valentine, un demonio de niña que es capaz de arrancarle el corazón a alguien (literalmente) sin pestañear, pero que una vez terminada la novela no sabes exactamente a qué viene el que te la hayas encontrado por el camino, y eso que es de lo mejorcito de la novela. Secundarios que no aportan nada a la trama, parecen personajes puestos ahí para rellenar un poco y ya.
La espera se me estaba haciendo eterna. Salí del agua y alcé la vista hacia el espejo, pero en lugar de encontrar mi reflejo, encontré el de Valentine, que sonreía. No me dio tiempo ni siquiera a girarme, antes de que pudiera mover un solo músculo, me agarró del pelo y hundió mi cabeza de nuevo en el agua, golpeando mi cara contra el fondo del lavabo.
En cuanto al estilo de Anissa, como en su anterior si no recordamos mal. Hemos leído ya a muchos escritores, tanto nacionales como extranjeros y… bueno, quizá ahora nos fijamos más en detalles que antes no echábamos en cuenta (incluso los diálogos en los que los personajes gritan, escritos en mayúscula, siendo una de las cosas que destacamos en la reseña del anterior de la saga, ahora es que resultan hasta cargantes). Hay algún que otro error de edición tipo “saldo” en vez de estar escrito “salto”, y la prosa tampoco es que haya destacado como esperábamos. Mucho diálogo sí, cosa que aligera bastante la lectura (menos mal) pero en ocasiones se pasan el rato hablando y en ocasiones hay momentos de narración que podrían haberse intercalado con el diálogo y no hubieran resultado tan pesados.
El final, a nuestro parecer, es previsible; previsible y poco sorprendente porque nos lo veíamos venir, a veces nos parecía que el mismo libro sostenía una pancarta frente a nuestras narices con el final. A ver, son 432 páginas de relleno con la única intención de respondernos a una de las grandes cuestiones, entonces, sorpréndenos, haz que se nos quede la boca abierta, no nos hagas resoplar, llevamos 432 páginas para que nos respondas, estamos cansadas, hace calor y ¿esto es todo? ¿para esto tanta vuelta?
Se lleva un dos básicamente porque hemos conseguido llegar hasta el final.
¿Si leyéramos ahora Éxodo nos ocurriría lo mismo que con esta novela? Tenemos el recuerdo de una primera parte con elementos originales y protagonistas con chispa, narrada de una manera que nos atrapó por completo; en cambio hemos tenido que coger con pinzas la continuación y mirarla de reojo cada vez que abríamos sus páginas. ¿Qué esperar de esa tercera parte? A estas alturas de reseña ya no sabemos el qué.
¿Os ha ocurrido lo mismo a vosotros? ¿Creéis que ha sido problema nuestro y no de la autora? ¿Nos estaremos convirtiendo en dos viejecitas amargadas? ¿Qué nos decís de esta novela?