Segunda entrega de la seríe de Bellón donde el protagonista va de aquí para allá ganándose la vida como puede. Su pasado se borra cuando pega la oreja a la almohada, y todo vuelve a empezar cuando sus pies se meten en los zapatos cada mañana. Es la vida la que le busca y él se deja llevar. Quién sabe, la vida es caprichosa. Quizás algún día, Saritos, al verle aparecer en la puerta del club, corra al mueble bar a echar hielo en dos vasos.
Gracias a la campaña Masa Crítica de Babelio y a la Editorial Cuadernos del Laberinto llegó a mis manos este ejemplar de Todas las mujeres son peligrosas, segunda entrega de la serie de libros que el autor creo en torno a Bellón.
Bellón es un buscavidas que se mueve dentro de los bajos fondos de Madrid. En el arranque de la novela desempeña la función de agente de seguridad de un club de caché de la ciudad, el Queen's, donde cada noche acuden todo tipo de "caballeros" a vaciar sus bolsillos, ya sea con las cartas o con las chicas del club.
Pasa las noches sintiéndose un mueble más, sentado en una silla entre ronda y ronda sin que nadie parezca darse cuenta de su existencia, pero esa noche algo cambia, cuando un "fulano" nuevo le invita a un cigarrillo antes de abandonar el local. Las frases que emplea, su actitud y su apariencia hace que algo le chirríe, y todos sus miedos se confirman cuando encuentra a una de las chicas, Virginia, tendida en el suelo de la habitación que ocupaban tras haberse llevado una paliza.Esa noche, la ya decadente vida de Bellón se derrumba un poco más, al ser despedido por su incompetencia por Saritos, la gerente del local.
Es así como comienza su claustrofóbica búsqueda del agresor, del culpable de la paliza de Virginia, del culpable de la perdida del único asqueroso trabajo medianamente estable que tenía, y el culpable de haberse visto alejado de Saritos, la fría mujer que despierta en él las más secretas fantasía. Tiene la certeza de que tanto Saritos como Virginia ocultan algo, pero aun así se ha propuesto llegar al fondo del asunto, aunque esta se torne peligrosa e incluso mortal.
Sin duda Julián Ibáñez se ha ganado a pulso ser considerado como uno de los padres de la novela negra española, y Todas las mujeres son peligrosas es el claro ejemplo del por qué.
La narración del autor es fluida y trabajada, y mediante ella consigue que no haya buenos ni malos, ya que todos los personajes cruzan en algún momento la delgada linea que divide un lado del otro y nos muestran una de las caras más oscuras de la sociedad actual, totalmente amoral y deteriorada. Si además le añadimos el perfecto y justo uso de slang callejero, estamos frente a una historia redonda que nos conducirá hasta un final sorprendente.
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