RESEÑA: Un amor que destruye ciudades.

Publicado el 07 julio 2017 por Jimenada
UN AMOR QUE DESTRUYE CIUDADES
Título: Un amor que destruye ciudades.
Autor: Eileen Chang (1920-1995) nació en el seno de una familia de clase alta de Shanghái. Su madre fue una mujer moderna educada en Inglaterra; su padre un adicto al opio de ideas tradicionales. El matrimonio terminó en divorcio y Eileen quedaría bajo la custodia de su padre, hasta que los maltratos a los que éste la sometía la obligaron a irse a vivir con su madre. Tras la invasión japonesa en Hong Kong en 1941, en cuya universidad estudiaba literatura, volvió a la también ocupada Shanghái, donde empezó a publicar en revistas los cuentos y nouvelles que la convirtieron en una famosa escritora. En 1944 se casó con Hu Lancheng, un político que colaboraba con los japoneses y del que se divorciaría tres años después. La llegada de los comunistas al poder la llevaría a EEUU en 1955, donde moriría cuarenta años más tarde sin haber vuelto nunca a China. Durante sus años en EEUU, Chang dio clases en distintas universidades y continuó escribiendo ensayos, narrativa y guiones para películas rodadas en Hong Kong, durante el régimen comunista sus libros quedaron relegados en la China continental por motivos políticos. En los años noventa, coincidiendo con la apertura del régimen y el ascenso de una pujante clase media, su obra fue redescubierta con gran éxito. Entre sus libros destacan La jaula dorada, La rosa roja y la rosa blanca, Un amor que destruye ciudades y Deseo y peligro (llevada al cine por el oscarizado director Ang Lee en 2007).

Editorial: Libros del Asteroide.
Idioma: chino.
Traductor: Anne-Hélène Suárez y Qu Xianghong.
Sinopsis: Un amor que destruye ciudades está ambientada en la China de los años cuarenta: los Bai, una familia tradicional de Shanghái, buscan pretendiente para una de sus hijas solteras. Cuando la señora Xu les presente a un rico heredero, Fan Liuyuan, este se quedará prendado de otra de las hermanas: la joven y bella divorciada Liusu, quien ante la animadversión de sus hermanos decide instalarse en Hong Kong, y alejarse del yugo familiar.
Su lectura me ha parecido: breve, intensa, sorprendente, pequeña, interesante, reflexiva, contundente en sus explícitas críticas...Queridos lectores y lectoras ¿Qué tendrá la literatura de extremo oriente que nos gusta tanto? ¿Será esa prosa tan delicada e intensa lo que nos atrae? ¿Tal vez la capacidad de algunos autores por tocar la fibra sensible del lector? ¿O quizás ese marcado enfrentamiento entre el mundo rural y las grandes ciudades, o lo que es lo mismo, entre la tradición y la modernidad? Muchos de los de mi generación nos introdujimos en la literatura de esta serie de países gracias a Haruki Murakami. Si, ese escritor japonés que protagoniza más de un meme cuando se acercan las fechas del anuncio del Premio Nobel de Literatura, pero que sin embargo, logró cautivar a millones de lectores en todo el mundo gracias a su originalidad y belleza en su escritura, dignas de merecer algún día, si es que los académicos quieren, dicho premio tan importante. Gracias a Murakami aprendimos mucho de la cultura japonesa, de las diferencias abismales entre el campo y las metrópolis, del arrollador poder de los sentimientos, de como el pasado a veces puede condicionar nuestro presente y de la brevedad de la vida. Pasado un tiempo y tras este boom procedente de Japón, las editoriales, síntoma de que las cosas afortunadamente están empezando a cambiar, empezaron a editar y a traducir al castellano textos nunca antes vistos en nuestro país, libros cuya temática no nos es desconocida pero originales en cuanto a su forma de narrarlos, de expresarlos, de contarlos. Todos ellos firmados con nombres de autores y autoras procedentes de Japón, China, Corea del Sur, Vietnam...Y lo más importante, publicados en sus países de origen desde hace años y siglos incluso. Unos nos llegan precedidos por la enorme influencia cultural en sus países de origen, otros por su carácter novedoso y avanzado, pero también los hay, que permanecieron olvidados y censurados por las autoridades políticas de su tiempo, algo que le sucedió precisamente al libro que hoy tengo el placer de reseñar. Un amor que destruye ciudades: un canto al amor, a la independencia de la mujer y a la literatura de alto voltaje.

La historia de como Un amor que destruye ciudades llegó a mis manos es bien sencilla. Sin embargo, creo que conviene, y más en este caso, empezar por el principio. Como ya he dejado caer en el primer párrafo, una servidora vivió la época de máxima fama y apogeo de Haruki Murakami. La gente hablaba maravillas de sus libros, pero sobre todo, de su forma de narrar, tan personal, tan intensa, tan bella. Pasó un tiempo antes de que pudiese adentrarme en las páginas de uno de sus libros más famosos Tokio Blues, cuya lectura siempre recordaré por ese cambio que experimenté en lo concerniente al acto de leer. Sabía que no iba a lograr, ni en un millón de años, igualarlo en calidad a la hora de escribir mis propios relatos, pero a partir de Tokio Blues, empecé a fijarme más en los detalles estilísticos y a ser más analítica cuando disfrutaba de una lectura. Aprendí que además de pasármelo estupendamente, también podía aprender al mismo tiempo. Tras esa primera novela leí otras posteriores del autor, con mejor o peor resultado, y entre tanto, comencé a sentir curiosidad por la literatura de otros países del entorno. Sin embargo, ese empujón que necesitaba llegó gracias a una asignatura cursada durante mis años universitarios. En ella, el profesor nos habló de África, Oriente Próximo y Extremo Oriente, ahondó en sus respectivos procesos históricos durante la edad contemporánea. Desde ese momento, una servidora empezó a fijarse en todos esos títulos clásicos que las editoriales empezaban a publicar, y pronto sentí esa curiosidad tan característica en mi, esa indomable inquietud que sacude y acrecienta mis ganas de seguir aprendiendo, descubriendo, explorando. Y de este modo, gracias a ese conjunto de factores, acabé haciéndome con un ejemplar de Un amor que destruye ciudades, escrito por Eileen Chang y traducido por primera vez en castellano. No se si fue exactamente su historia, que la editorial lo promocionaba o las dos cosas a la vez lo que me atrajo a primera vista. Lo que si que sabía a ciencia cierta es que el sólo hecho de presentarse como una lectura que desde otros blogs y plataformas digitales se recomendaba fervientemente, acabó por convencerme ligeramente. Lo que vino después queda explicado en el siguiente párrafo.

Centrándonos en la crítica propiamente dicha, comenzaremos diciendo que Un amor que destruye ciudades no es sólo encontramos Un amor que destruye ciudades, si no que nos depara una sorpresa mayúscula, la incorporación de un relato corto de gran originalidad. Es cierto que la editorial ha apostado por hacer más visible su texto más largo, Un amor que destruye ciudades, sin embargo, y aunque si que es cierto que encontramos una pequeña mención a este relato, creo que deberían haber promocionado Bloqueados igual que el otro, pues su calidad literaria no desmerece. Como nos encontramos ante un libro con dos historias, realizaremos la reseña por separado. En primer lugar, nada mas iniciar su lectura,  nos topamos con el texto que da título al presente libro, Un amor que destruye ciudades, que nos traslada al Shanghái de los años 40 del siglo XX y nos introduce en una historia de amor exenta de edulcorantes y con una crítica encubierta muy potente. Lo primero que nos llama la atención es su prosa ligera, ágil pero intensa al mismo tiempo. Este texto se presta a una lectura fácil y rápida, esa a la que poco a poco nos están acostumbrando, pero que sin duda, merece un lector mucho más analítico y abierto. Seguidamente, y como es tradición en este tipo de literatura, nos encontramos con esa intención de hacer ver al lector como la tradición, a pesar de los avances, sigue imperando en una sociedad como la china. Si en algunos clásicos de la literatura europea o norteamericana éste aspecto nos parece habitual y reiterativo en ocasiones, leyendo a Eileen Chang, éste adquiere una dimensión diferente, más incisiva si cabe, como pretendiendo visibilizar aún más que es un problema de actualidad y de lejano origen. Por otro lado, y aunque es cierto que se intuye el contexto en el que se ambienta la novela, la autora logra que la acción en ocasiones escape de él, logrando una inusual autonomía que pocas veces he apreciado en otras novelas. Las acciones de los personajes importan más que lo que sucede ahí fuera, aunque en última instancia, el tiempo y las circunstancias históricas acabarán por condicionar a los personajes en las últimas páginas del libro. Mención especial merece esa reflexión entorno a la independencia de la mujer, siempre necesaria y que en el caso del presente escrito, resulta hasta reivindicativo. En segundo lugar, y en lo que respecta al relato corto Bloqueados, me ha parecido de una originalidad pasmosa, ya me gustaría a mi encontrar esa introspección y esa originalidad en mis propios relatos. En a penas unos minutos la autora estira la acción hasta evidenciar una realidad, y es que mientras el mundo se para, los pasajeros de un tren logran en poco tiempo ponerse en el lugar de la persona que les gustaría ser, imaginan cambiar de vida, aunque solamente sea por unos segundos. Un instante en el que dejan volar sus deseos más ocultos mientras que la realidad se ha congelado al otro lado del cristal.

Como conclusión a la redacción de esta reseña, en esta ocasión, me gustaría plantear mi reflexión personal a partir de las siguientes palabras de la autora. Según Eileen Chang: "Sólo quiero escribir sobre las cosas triviales que suceden entre hombres y mujeres; no hay guerra ni revolución en mi obra porque creo que cuando las personas se enamoran, son más inocentes y están más desamparadas que cuando luchan en guerras y revoluciones." Hay que tener en cuenta que gran parte de la literatura de Chang se desarrolló en tiempos muy convulsos para China y, todo hay que decirlo, es interesante encontrarse con una escritora que está mas interesada en cuestiones que escapan a la guerra y a la revolución, en clara diferencia a lo que años más tarde sucedería de la mano de Mao Zedong. Retomando las palabras de la escritora china, he de reconocer que en parte tiene razón, es verdad que ante ese contexto, muchos autores se ven influenciados por el contexto de guerra para denunciar la situación a través de sus novelas, y luego esta Eileen Chang, cuyo punto de vista al respecto no deja de ser interesante. Al escribir sobre sentimientos tan poderosos como el amor, la envidia, la tristeza o el miedo creas una atmósfera única y que, si se hace bien, puede incluso quedar para la posteridad. Pero de sentimientos vacíos no va la cosa en Eileen Chang, al contrario, si volvemos la vista a la época en la que comenzó a escribir y a labrarse un futuro como escritora, nos damos cuenta que su prosa tiene más peso si cabe, pues, los sentimientos, en este caso el amor, cambia a las personas. No es lo mismo estar enamorado o enamorada en tiempos de paz que en tiempos de guerra, no se puede ni comparar, es más, ni siquiera logro encontrar palabras para describirlo, simplemente, cuando la realidad esta teñida de llantos y sangre, nadie esta para pensar en el amor. Sin embargo, Chang logra que esos sentimientos permanezcan igual de poderosos a pesar de la destrucción y de la incertidumbre política, y eso a fin de cuentas, es algo que nos debería hacer reflexionar detenidamente sobre si eso es cierto, si se puede amar con intensidad cuando el mundo se desmorona al rededor. Por otro lado, las palabras de la autora también remiten a una cuestión a la que no solemos prestar atención. La historia está plagada de grandes personajes: reyes,  militares, cronistas, papas...Cuyas opiniones han trascendido hasta la posteridad, pero ¿Qué hay del campesino que trabajaba la tierra mientras se estaba produciendo la Revolución Rusa? ¿Y de la joven que trabajaba de sol a sol en una de las muchas fábricas londinenses durante el XIX? ¿Quién sabe que pensaba la gente de un poblado machacado por el avance del colonialismo en África? Hasta hace poco, nadie se preocupaba por ellos, ni siquiera los propios historiadores. Eileen Chang en este libro demuestra que esas historias, aunque procedentes de su privilegiada imaginación, por muy insignificantes que parezcan, al fin y al cabo, son mujeres y hombres, quienes a pesar de no ostentar el poder, pueden hablar y contar su experiencia, su propia historia. Un amor que destruye ciudades: una historia de amor, pasión, tradición, modernidad, rebelión...Una novela corta y un relato que nos dejan con ganas de más escritos de Eileen Chang.

Frases o párrafos favoritos:
"Primeras nupcias, cuestión de familia. Segundas nupcias, cuestión personal."
"La ciudad de Shanghái entera se había echado una cabezada y había tenido un sueño absurdo."
Película/Canción: aunque de estos textos no hay noticias de una posible adaptación televisiva o cinematográfica, lo cierto es que uno de sus libros, Deseo, peligro se adaptó con gran éxito al cine de la mano de el reputado director Ang Lee. El padre de Brokeback Mountain y La vida de Pi nos regaló en el año 2007 esta interesante adaptación. Aquí os dejo con una pieza de su interesante banda sonora:

¡Un saludo y a seguir leyendo!