La vida de los hermanos Manrique, Felipe y Enrique, toma un giro inesperado cuando su mamá consigue un nuevo trabajo y debe dejarlos durante un tiempo con la abuela Yaya. Felipe está feliz porque puede ser más desordenado de lo habitual, pues Yaya no lo reprende, mientras que Enrique se esfuerza por seguir siendo el niño de diez que siempre ha sido. La aventura comienza cuando Chucha, su tortuga, desaparece y los hermanos deben ir tras su pista. Una divertida novela sobre la posibilidad de conciliar y aprender a convivir con nuestros seres más queridos.
OPINIÓN:
Un grandioso desorden nos cuenta la historia de dos hermanos que tienen que vivir con su abuela durante un tiempo debido a que su madre cambió de trabajo. Se nos habla de sus diferencias, de lo que hacen y piensan, y es clara la diferencia entre uno y otro, lo que causa conflicto entre ellos, principalmente de parte de Felipe, uno de los hermanos. Al ver la manera en la que chocan por sus diferencias es imposible no recordar a los propios hermanos que uno como lector tiene, si es que tiene, las peleas, los regaños y los gritos, pero, así como hay choques, también hay unión, y es lo que nos enseña el libro, que no importan las diferencias, siempre serán hermanos y los hermanos se quieren, se apoyan y se sostienen. Lo que me pareció muy adecuado para los niños que lean este libro, ya que los hace recordar y tener en mente que, aunque puedan pelear con sus hermanos, siempre van a estar los unos para los otros, se van a querer y apoyar, y ese sentimiento es reconfortante y agradable, algo que todo niño con hermanos debe siempre recordar. Para mí no fue difícil entender esta parte porque, afortunadamente, así como he tenido discusiones con mis hermanos, también ha habido apoyo recíproco y cariño, algo que a veces se necesita mucho.
El autor nos invita a ver que hasta en el más grande desorden puede haber algo maravilloso, nunca sabemos qué sorpresas podemos encontrar en aquello que no vemos o aún no conocemos. Esto se puede aplicar a las personas, ya que muchas veces juzgamos y creemos saber lo que pasa por la mente de las otras personas, pero no es así, cada quien sabe lo que trae en la cabeza y aunque lo intentemos no podemos estar seguros de lo que piensan y pasan los demás, pero sí podemos saber que aunque puedan parecer estar mal, considerarlos raros o diferentes, todos tenemos cosas y aspectos maravillosos dentro de nosotros, cosas que otros no ven pero que con un poco de consideración y confianza pudieran ver. No hay que juzgar, no hay que presionar, mejor hay apoyar e intentar comprender. Ayudar.
La lectura es agradable, graciosa y hasta extraña. Tiene escenarios extravagantes que sin duda entretienen a los más pequeños, los personajes son como uno mismo, con miedos y fortalezas, y conocerlos es entretenido y enriquecedor. Puedes ser desordenado o muy ordenado, pero seas de una u otra manera, puedes lograr grandes cosas.
Me quedo con una cita del libro que me gustó mucho, que nos invita a recordar que con nuestro apoyo podemos hacer más fácil o mejor la vida de alguien, así como el recibir el amor de alguien puede ayudarnos a avanzar y ver la vida de una mejor manera, aceptarla con su desorden y todo lo grandioso que hay en ese desorden.
La vida siempre es un grandioso desorden. Las cosas no son como las imaginamos, ni como nos gustaría que fueran. Pero dentro del grandioso desorden de los días y de los sentimientos tener a alguien que te quiera es lo mejor.