Reseña mía del libro de Xavier Rubert de Ventós, Dios, entre otros inconvenientes (Barcelona, Anagrama, 2000).
Publicada en Lateral, abril de 2001.
El autor pretende remontar la corriente y llegar al lugar donde el bien y el mal aún marchan juntos, porque ambos constituyen el ser que luego el hombre se ha encargado de separar a través del lenguaje, de los tópicos. El lenguaje puede anular al pensamiento, y quizá por eso Sileno sólo habla cuando está borracho, y por eso Burke prefiere el prejuicio, el tópico, para evitar el pensamiento. Pensar el ser remite a pensar el bien y el mal como caras opuestas de la misma moneda, llámese Dios o Naturaleza. Sin duda, Spinoza inspira al filósofo.
Rubert de Ventós, viejo lobo de la filosofía, disfruta de esa condición que todo novicio aspira alcanzar alguna vez, la que permite reflexionar desde la distancia, como si en lugar de haber llegado al final se estuviese en el principio de todo; ese lugar donde las obviedades no lo son tanto, y las falsedades tampoco.