RESEÑA: Una bruja.

Publicado el 11 junio 2019 por Jimenada
UNA BRUJA
Título: Una bruja.
Autor: August Strindberg (Estocolmo, 1849-1912) era hijo de un pequeño agente de comercio y de una antigua sirvienta. Estudió medicina en la  Universidad de Uppsala, sin que obtuviera la licenciatura. Antes de dedicarse a las letras fue preceptor, actor, enfermero, periodista y bibliotecario. Bajo la influencia de Ibsen y Kierkegaard, a los 20 años se inició en la escritura de piezas teatrales. En 1879 publicó la novela El cuarto rojo, que lo consagró como escritor e introdujo el naturalismo en la literatura sueca, aunque es La señorita Julia (1896), quizá su obra teatral más valorada, la que mejor representa este periodo.  Tuvo una agitada vida sentimental que reflejó en algunas de sus obras, sobre todo en los treinta relatos de Casarse. Contrajo tres matrimonios fallidos; el primero, en 1877,  con la finlandesa Siri von Essen, del cual nacieron tres hijos. Viajó con ella por Europa y se estableció en París, donde escribió Noches de un sonámbulo (1883), y en Suiza. Influido por Nietzsche, en 1889 publica el relato Tschandala y al año siguiente la novela En las islas. Tras la ruptura con Siri en 1891, vuelve a casarse con la periodista Frida Uhl, y en 1901 con la actriz Harriett Bosse. Tras una crisis que lo llevó al borde de la locura, regresó a París en 1894 después de una breve estancia en Inglaterra. Se interesó por el ocultismo, la pintura y la fotografía. Strindberg abordó todos los géneros literarios, entre ellos la novela autobiográfica. Murió a los 63 años de un cáncer de estómago.

Editorial: Hermida Editores.
Idioma: sueco.
Traductora: Elda García-Posada
Sinopsis: Ambientada en el siglo XVII, cuando los juristas suecos ilustrados dejaron de ejecutar mujeres por brujería, esta novela de Strindberg, inédita en castellano, fue publicada en 1890, en medio de la tormenta sentimental por la que atravesaba el escritor a raíz de una crisis con su infiel esposa. La confusión con la que vivió este episodio se refleja en la ambigüedad del retrato que ofrece de Tekla Clement, la «bruja» a la que se refiere el título de la novela. Tekla tuvo una infancia pobre y creció en una posada-burdel de Estocolmo frecuentada por marineros. Sin embargo, consigue avanzar en la escala social, una experiencia que tan pronto hace que se sienta muy segura de sí misma como todo lo contrario. 
Su lectura me ha parecido:
Rabiosa, voraz, producto de la peliaguda situación sentimental por la que atravesaba su autor, a ratos injusta con su protagonista, moralista, fascinante... Queridas lectoras, estimados lectores, por fin ha llegado el día. Ese que tanto he demorado a propósito - ya que una lectura de estas características necesita un reposo y su correspondiente proceso de documentación - y que ahora puedo plasmar sobre el cibernético papel en blanco. Mentiría si no dijera que este ha sido uno de los libros que más me ha cabreado de lo que llevo leído este 2019, pero al mismo tiempo, uno de los que más he disfrutado de su lectura. Hermida Editores irrumpió hace unos años en el panorama literario español con un catálogo de lo más impresionante, ya no sólo por el hecho de atreverse a editar La comedia humana de Balzac - lo cual es de valientes - sino también por descubrir autoras y autores semi o completamente desconocidos al gran público. Por ello, era de esperar que incluyeran más pronto que tarde algún texto del peculiar escritor sueco August Strindberg - aunque lo de "peculiar" se me queda corto -. Lo que no me esperaba es que lo hiciesen con una obra que, además de ser inédita en castellano, despertase en mi tantos sentimientos encontrados. Por un lado, que su misoginia - por momentos ligeramente suavizada - me hiciese tomar durante una fracción de segundo la decisión de no adentrarme en nada más que estuviese firmado por este gigante de las letras suecas del XIX. Pero por otro lado, me fascinaba su ambientación, la fuerza narrativa, esa magistral forma de condensar tanta información en tan pocas páginas, esa sensación de estar peleándote contigo misma, ese esfuerzo por autoconvencerte de que estás ante un texto de su tiempo y al mismo tiempo sin poder evitar leerlo con una lente morada. Hay libros que se olvidan, libros que pasan desapercibidos, libros que no te importaría que no volviesen a tus manos una vez los prestas, libros intrascendentes, libros que cogen polvo, libros incapaces de soportar el paso del tiempo. Esto último es precisamente lo que le sucede al presente libro - lo cual no impide una lectura, reseña y reflexión más que pertinentes - eso sí, de lo que nadie podrá tachar al cuento de Strindberg es de ser prescindible. Una bruja: cuando un desengaño amoroso produce monstruos.
   De nuevo un relato - es imposible referirse a Una bruja como novela - cuya razón de ser viene precedida por la biografía del propio autor. Un August Strindberg - dramaturgo, precursor del teatro de la crueldad y del absurdo en Suecia, polemista y autor de referencia dentro de la literatura nórdica - que precisamente no estaba en su mejor momento. Lo encontramos solo, en el París de la década de los 80 del siglo XIX, seguramente caminando, a paso lento, dejando reposar todo el peso de su cuerpo sobre los transitados adoquines parisinos en busca de algo que consiga paliar su mal de amores. Había dado por finalizado su matrimonio con la actriz finlandesa Siri von Essen. Las acusaciones de adulterio por parte de él, así como las sospechas de una salud mental en deterioro por parte de ella hicieron que la relación - tormentosa desde el primer momento - saltase por los aires. Por aquel entonces Strindberg ya había alcanzado la fama con tan solo treinta años con la publicación de su novela El cuarto rojo, no obstante, en cuanto podía siempre buscaba alejarse de todo y de todos - incluyendo su propia familia - y sumirse en la más absoluta soledad. Tal vez por eso, con el paso del tiempo, acabó sufriendo manía persecutoria, visiones y delirios (decía escuchar voces y chillidos a su alrededor) lo que no hizo más que aumentar la intensidad de una producción literaria ya de por si contundente. Fue tras la ruptura con Siri von Essen cuando su poderosa imaginación se desparramó sobre el escritorio y acuchilló con su pluma el papel, para que después ardiese en manos de los futuros lectores. Así nació Una bruja, pequeña joya literaria que bebe de dos inspiraciones que tienen que ver con, en primer lugar, la afición del autor por el espiritismo y lo oculto, y en segundo lugar, con el propio contexto sentimental de duelo ante el desamor (y no será el único).
   Nada más abrir el libro por la primera página, una se da cuenta de que Strindberg va a ser implacable a pesar de ese pausado comienzo, preámbulo meramente situacional que prepara al lector para una narración ascendente. Como bien se puede apreciar en la sinopsis, el autor nos guiará a través de la historia de Tekla Clement, una joven procedente de un entorno extremadamente humilde que se cría entre una posada-burdel, los gritos de los marineros, las conversaciones entre prostitutas y los relatos de su padre aguacil, en ese momento, una de las profesiones peor vistas de Suecia. A medida que va creciendo, Tekla sueña con poder librarse de todas las tareas que su madre le obliga a hacer. Al principio, con fingir estar enferma, se conforma, pero no será suficiente y la ambición la llevará a aspirar a algo más. Su convicción - tras la ceremonia de su Confirmación - de que todos son iguales, y por tanto, que tienen el derecho a prosperar en la vida, se traduce en una lucha por intentar ascender en la compleja y hermética jerarquía social de la Suecia del siglo XVII. No obstante, el punto de inflexión no será su matrimonio con un rico comerciante, sino su amistad con Ebba, una muchacha de clase alta a la que la propia Tekla tratará de imitar y entrar en su circulo de amistades. Si os dais cuenta, Strindberg ya nos ha puesto en bandeja una trama ya de por si atractiva y que perfectamente podríamos encontrar en cualquier novela histórica al uso. Pero la particularidad de Una bruja no es lo que te cuenta sino como te lo cuenta, como la narración va in crescendo hasta desembocar en un redondo delirio final que no se entendería sin el contexto en el que Strindberg decide ambientar la novela. El lector se sumerge en la Suecia del XVII, una época de enormes contrastes.  La edad moderna trae consigo cambios a todos los niveles (desarrollo de las monarquías absolutistas, imperialismo trasatlántico, reforma, contrarreforma, filosofía cartesiana, descubrimientos científicos cruciales, edad de oro de la literatura, máxima expresión del barroco...) pero en lo que avances sociales se refiere todavía nos encontramos con sociedades ancladas en las costumbres y en la superstición medieval. Uno de los ejemplos más famosos en ese sentido es la pervivencia de la idea de la existencia de las brujas. De hecho, es durante los siglos XV y XVIII donde tiene lugar el periodo de mayor fanatismo y rechazo hacia estas mujeres que, según las leyendas de la época, robaban bebés para entregárselos al diablo. Es en este y no en otro donde Strindberg permite a Tekla transitar, trepar socialmente y ejercer de manera inconsciente su particular hechizo. Su poder reside en saber crear las condiciones idóneas para que el camino a su ansiada meta sea cada vez menos espinoso. Algunos lo llamarán suerte, otros buena estrella, otros inteligencia, otros manipulación y la inmensa mayoría brujería. A decir verdad, no se necesitan muchos elementos fantásticos para contar la historia de una bruja, ergo, de una mujer cuyo delito, como el de otras muchas, fue no conformarse con lo dado o con lo que como perteneciente al sexo femenino se esperaba de ella.
   No podemos hablar de Una bruja sin hacer alusión a la misoginia. Y es que a lo largo de la novela son numerosos los episodios en los que Strindberg arremete contra Tekla, para el autor, el aler ego de su exesposa Siri von Essen. Si bien existen momentos en los que podemos apreciar un leve atisbo de hondura personal y psicológica en la protagonista, esta claro que Strindberg lo que buscó con la escritura de este cuento fue una catarsis emocional - como si de una terapia se tratase - para finalmente dar carpetazo a esa etapa traumática etapa de su vida. Obviamente, y sobre todo si lo leemos desde la perspectiva actual, no pude evitar cabrearme con Strindberg. Había perdido la oportunidad de realizar una obra en la que su personaje femenino principal trascendiese como una crítica al sistema patriarcal, responsable de la quema de las "brujas", pero en lugar de eso, Strindberg lanza sapos y culebras sobre las mujeres que, como Tekla, ansían con aspirar a algo mejor. Es entonces, en el momento en el que el lector pone punto y final a Una bruja, cuando las interpretaciones y las preguntas acerca de lo que acaba de leer se apelotonan en la cabeza. ¿Deberíamos justificar la misoginia de su autor teniendo en cuenta parámetros cronológicos? ¿Se podría hablar de un relato con poso universal? ¿Estamos ante una obra menor pero perfecta para explicar la parte emocional dentro del proceso de escritura? Y lo más importante ¿No estamos acaso ante una fabula moralizante? En donde se advierte a la mitad de la humanidad del peligro de invadir la esfera de lo masculino. En otras palabras de querer comportarse como un hombre Recordemos que Tekla lo que busca es ascender socialmente, por tanto es ambiciosa, pero la ambición no era una cualidad bien vista en una mujer, al contrario, se condenaba duramente. A veces incluso con las mismas penas que a las parteras, científicas o filosofas. Para la sociedad de la edad moderna, brujas todas. Y que como tales debían arder en las hogueras de las plazas públicas. ¡Cuantas ideas, avances y teorías se habrán carbonizado? ¿Cuantas mujeres extraordinarias perecieron en el calor de UNAS llamas supuestamente purificadoras? ¿Cuántas de ellas fueron borradas de la historia tras haberlas reducido literalmente a cenizas? Las cazas de brujas nacieron como salvaje control patriarcal y también como elemento amedrentador para las mujeres con inquietudes entonces solo reservadas para los hombres. Por eso, y porque algunos pretenden en pleno siglo XXI volver al XVII, es importante reivindicarlas como lo que fueron: mujeres avanzadas a su tiempo que vieron sus vidas interrumpidas por la superstición, el fanatismo instigado por el poder y el machismo.
   Una bruja: una historia de ambición, sueños, perversas moralejas, mentalidades medievales, ambiente cortesano, bajos fondos... La catártica expiación.
Frases o párrafos favoritos:
"Hallaba un recién descubierto placer en mortificar su cuerpo, mientras contemplaba la vida que se extendía ante ella odiosa, como un hostil poder oscuro que morara en su interior."
¡Un saludo y a seguir leyendo!
Cortesía de: Hermida Editores