Reseñas 2x1: “COMETIERRA” de Dolores Reyes y “CARA DE PAN” de Sara Mesa

Publicado el 02 marzo 2020 por Marianleemaslibros

“Si no me escuchan, trago tierra. Antes tragaba por mí, por la bronca, porque les molestaba y les daba vergüenza. Decían que la tierra es sucia, que se me iba a hinchar la panza como a un sapo.
Después empecé a comer tierra por otros que querían hablar. Otros, que ya se fueron. La tierra se escapó al piso. Me llevé lo demás a la boca y comí. Me llenaba la lengua, cerraba la boca y trataba de tragar. Sentía que la tierra pasaba de ser una cosa en mi mano a ser algo vivo, tierra amiga en mí, y seguía comiendo. Y cuando tuve la panza pesada de tierra, cerré los ojos".
Cuando era chica, Cometierra tragó tierra y supo en una visión que su papá había matado a golpes a su mamá. Esa fue solo la primera de las visiones. Nacer con un don implica una responsabilidad hacia los otros y a Cometierra le tocó uno que hace su vida doblemente difícil, porque vive en un barrio en donde la violencia, el desamparo y la injusticia brotan en cada rincón y porque allí las principales víctimas son las mujeres. En la persecución de la verdad, en el descubrimiento del amor, en el cuidado entre hermanos, Cometierra buscará su propio camino.




“Qué busca él en ella? ¿Está tratando de acercarse a la cuestión candente? ¿A su edad? ¿Al hecho de que una niña de su edad esté ahí, en el parque, recostada en un árbol a esas horas? Si se trata de eso, el viejo está dando rodeos para atraparla, como los depredadores que avistan sus presas y se toman su tiempo antes de saltar. Puede que esté aspirando a ganarse su confianza para después cazarla por sorpresa.
Esto es lo que la niña piensa en frío, confusamente, pero al tenerlo allí, al observarlo con detenimiento, no lo tiene tan claro. Puede que sea solo un tipo que se aburre, uno de esos prejubilados que no saben bien qué hacer con su tiempo libre, un pelmazo, un blandengue, incluso un viejo verde. Pero no un delator. No tiene pinta de estar en su contra.”
La primera vez la coge tan desprevenida que se sobresalta al verlo. El encuentro se produce en un parque. Ella es Casi, una adolescente de «casi» catorce años; él, el Viejo, tiene muchos más. El primer contacto es casual, pero volverán a verse en más ocasiones. Ella huye de las imposiciones de la escuela y tiene dificultades para relacionarse. A él le gusta contemplar los pájaros y escuchar a Nina Simone, no trabaja y arrastra un pasado problemático. Estos dos personajes escurridizos y heridos establecerán una relación impropia, intolerable, sospechosa, que provocará incomprensión y rechazo y en la que no necesariamente coincide lo que sucede, lo que se cuenta que sucede y lo que se interpreta que sucede.

"COMETIERRA"
Un título así y una cubierta como esta no puede pasar desapercibida, de hecho llamó mucho mi atención. La cogí con muchas ganas y aunque no es exactamente lo que esperaba encontrarme, la novela me ha gustado.
¿De qué va la novela?
La novela va de una chiquilla pobre sin nombre a las que todos llaman Cometierra, que tiene el don  de poder conectar con el alma de las personas muertas o vivas a través de la tierra. Cuando come tierra relacionada con alguien, es capaz de visualizar cosas importantes que le han ocurrido a esa persona. Es decir, si hay un desaparecido, puede averiguar por ejemplo si sigue vivo o está muerto y saber qué le ha pasado y porqué ha muerto.
Empezaba a ver que los que buscan a una persona tienen algo, una marca cerca de los ojos, de la boca, la mezcla de dolor, de bronca, de fuerza, de espera, hecha cuerpo. Algo roto, en donde vive el que no vuelve.

A ella en realidad no le gusta comer tierra ni que otros la vean hacerlo, porque no le sienta nada bien a su estómago y porque además es un proceso que le resulta doloroso y desagradable. Pero lo hace. Lo hace de forma altruista, por humanidad, por empatía hacia esa gente desesperada que le pide ayuda para encontrar a algún conocido desparecido.
Acaricié la tierra que me daba ojos nuevos, visiones que solo veía yo. Sabía cuánto duele el aviso de los cuerpos robados. Acaricié la tierra, cerré el puño y levanté en mi mano la llave que abría la puerta por la que se habían ido María y tantas chicas, ellas sí hijas queridas de la carne de otra mujer. Levanté la tierra, tragué, tragué más, tragué mucho para que nacieran los ojos nuevos y pudiera ver.

Descubrió que tenía ese don (o tal vez una maldición, según por donde se mire) cuando su madre murió. Averiguó de esta manera que su padre huido la había asesinado y desde entonces vive con su hermano “el Walter”, unida a él por una relación muy especial, porque solo se tienen el uno al otro.
¿Qué me ha parecido? ¿Me ha gustado?
Sí, me ha gustado. Ese título, esa cubierta me tenía bastante intrigada, aunque como os decía antes, me he encontrado con algo muy distinto a lo que me esperaba y os preguntaréis ¿y que te esperabas? Pues no sé, la verdad es que no lo tengo muy claro, no sabría deciros. Me di cuenta de ello nada más empezar a leer, al ver ese lenguaje utilizado por Dolores Reyes cargado de localismos, de argentinismos (ejemplos: quilombo, remera, bancar, tacho, boliche, chabón, flaco, bondis, yutas, escabio, patova, chongo). Al principio parece que te va a costar entrar en la lectura, de hecho no te queda otra que descifrar algunos significados imaginándotelos a través de su contexto.
Los muertos no ranchan donde los vivos. Tenés que entender.
-No me importa. Mamá se guarda acá, en mi casa, en la tierra.
-Aflojá de una vez, todos te esperan.

Bueno, tampoco es que sea tan complicado, la verdad (aunque alguna que otra palabreja sí que se las trae). Y al final, casi sin darte cuenta, parece que te has ido acostumbrado a ese argot (aunque a más de un@ este detalle le puede resultar un hándicap en la lectura). Además, eso no quita para que la prosa de esta mujer me haya gustado, me haya resultado elegante, bonita, a veces incluso algo poética. Durante toda la lectura he sentido esta novela como una dolorosa reivindicación feminista con una base muy sólida, el amor. El amor que siente nuestra protagonista por su hermano Walter, por su madre asesinada a manos de su padre, por todas esas mujeres a las que debe encontrar, el inesperado y reciente amor que siente hacia el policía, su primer enamoramiento y despertar sexual.
Resumiendo: “Cometierra” me ha parecido una novela peculiar, cortita en su extensión pero para nada fácil de leer ni por su forma ni por su fondo, un fondo terrible, a veces brutal, desgarrador. Una historia de tonos negros y feministas, mezcla de drama con toques de fantasía y realismo mágico, pero que al mismo tiempo resulta tan real como mágica. También me ha parecido una curiosa manera de abordar algo tan trágico como son los feminicidios y una especie de dedicación u homenaje por parte de la autora a todas esas mujeres desaparecidas en Argentina.
“Cerré los ojos, sintiendo cómo la tierra se calentaba, cómo me quemaba adentro, y volví a comer un poco más. La tierra era el veneno necesario para viajar hasta el cuerpo de María y yo tenía que llegar ”
Os la recomiendo. Mi nota para esta novela, la máxima:




"CARA DE PAN"
Ya leí en una ocasión a Sara Mesa (reseña aquí), su novela “Cicatriz” me gustó. Me propuse repetir con la autora y aunque ha tardado, por fin ha llegado su momento. La reseña de mi querido Juan Carlos en su blog, fue el empujón final para decidirme por esta lectura.
¿De qué va la novela?
La novela abarca un pequeño retazo en la vida de dos inadaptados, un señor y una chiquilla que se encuentran un día en el parque y empiezan a hablar. Ni ellos ni nosotros conoceremos sus nombres, ella le llama a él Viejo (y eso que solo tiene 54 años, pero así lo ve) y él le llama a ella Casi, por la contestación que le da cuando le pregunta su edad, casi catorce años tiene (los compañeros  la llaman “Cara de pan”, pero eso prefiere ocultarlo). La chica lleva unos días escondiéndose detrás de los arbustos para no tener que ir a clase y él la busca en su escondrijo cada mañana. Al principio, Casi lo mira con desconfianza, le molesta que se tome tantas libertades, se pregunta si no será un Viejo verde, aunque poco a poco se da cuenta de que no es más que un solitario que busca compañía y un rato de charla.
Como a todos los demás, la habían educado en la desconfianza hacia los desconocidos: no hablar con ellos, no aceptarles regalos, no fiarse en absoluto, etc. Pero Casi ahora tiene casi catorce y las reglas del juego empiezan a ser otras. Si nunca se relacionara con desconocidos, piensa, no avanzaría.

Se cuentan poco sobre sus vidas. Él es un enamorado de Nina Simone y de los pájaros, le enseña sus nombres y a reconocerlos por su canto, por su aspecto, le contagia su amor por ellos. Y ella . . ., una Casi acomplejada, torpe, maleducada a veces, incomprendida siempre, que solo le cuenta cosas sin importancia.
Él nunca le pregunta por su vida, no la presiona para que cuente nada y se marcha tan bruscamente como llega, con una pizca de apuro y de vergüenza. Ella agradece esta discreción, la manera que tiene el Viejo de situarse a su nivel y no indagar, tan impropia de los adultos.

¿Qué me ha parecido? ¿Me ha gustado?
Sí, me ha encantado conocer a estos dos seres solitarios de edades tan dispares y la peculiar relación de amistad que surge entre ellos. Una adolescente y un, podría decirse Casi Viejo que se encuentran, se conocen, o lo intentan y llegan a quererse, porque como suele decirse. . . el roce hace el cariño, es inevitable.
El personaje del Viejo me ha enternecido mucho, me han dado ganas de abrazarlo en más de una occasion, de sentarme un rato a charlar con él en ese parque, sobre todo de pájaros, de Nina Simone (sí, de pájaros, porque una servidora tiene conocimientos sobre ellos, me gustan y sé diferenciarlos por sus cantos, deformación profesional inculcada por mi marido que es agente forestal) pero de Nina Simone poco sé, dejaría que él me contara, dejaría que me deleitara.
Resumiendo: “Cara de pan” es una obra también muy cortita que merece la pena leer, por la prosa de la autora, por la historia que cuenta. Merece la pena conocer la atípica relación que surge entre el Viejo y Casi. ¡No os la perdáis!
“Un conocido ha sido previamente un desconocido, esto es así por fuerza: si fuéramos por la vida negándoles la palabra a quienes no conocemos, jamás conoceríamos a nadie. ¿Cuándo un desconocido alcanza la categoría de potencial amigo y cuándo se queda, solamente, en potencial peligro?”

Mi nota también como no podía ser de otra manera, la máxima: