Reseñas Cine-Confessions
Publicado el 04 octubre 2011 por Juancarbar
No me gusta especialmente el cine japonés de sustos. Y menos el reciente, con su tremendismo gore y sus víctimas pálidas, de ojos desaforados y pelo lacio como cadáveres pescados en una piscina. No le acabo de coger el puntito a la lenta tensión que pretende destilar a base de silenciosos travellings a primerísimos planos. Pero Confessions es una película sobre la que llamó mi atención alguien en quien confío, y una sola palabra suya bastaría para sanarme. Poco puedo decirles del director y de los actores. A lo máximo que llego es a que el film es una adaptación de una novela de serie B, o serie Z, o vaya usted a saber. El meollo de la cuestión es una profesora de instituto que decide dejar la docencia harta de sus alumnos, un rebaño apático, maleducado, de un egoísmo y una frialdad extremos. Todo muy moderno. El último día de clase les dice a los adolescentes que sabe quién asesinó a su hija y que fueron dos de ellos. Dos a los que ha inoculado el virus del SIDA en la leche del almuerzo. Toma castaña. En la parte positiva de la balanza pesa una complicada trama psicológica muy bien resuelta desde el punto de vista de diferentes personajes, todos con algo que confesar, hasta desmadejar el hilo. Pero se decanta hacia la negativa por su abuso de estética de video clip excesivo, exagerado y, como tal, demasiado largo. Y porque bajo el disfraz del alegato anti-impunidad de los menores protegidos por una ley excesivamente garantista, al final sólo queda otra exhibición de mal rollito a go-gó, y una secuencia final a lo Bola de Dragón (los dibujos, no la peli) totalmente pasada de rosca. ¿Recuerdan
Tokio Blues? Pues eso, pero con mala hostia.
Fran G. LaraTags: confessions, dragon ball, tokio blues