Cada nuevo proyecto arroja luz sobre su excéntrica personalidad y nos remite a todo aquel material, tanto audiovisual como literario, que influyó en su desarrollo como cineasta. Es por ello que la nos ocupa, remake homónimo reconvertido en largometraje, evoca los personajes y monstruos del cine de terror clásico.
Frankenweenie relata la historia de Víctor Frankenstein, un niño inteligente y curioso que se dedica a rodar cortos con su perro Sparky como protagonista. Un día Sparky es atropellado por accidente y Víctor se sume en una profunda tristeza. En clase de ciencia le enseñan las propiedades de la electricidad y se le ocurre usarlas para revivir a su mascota. Tras crear un complicado artilugio en el desván de su casa, consigue resucitar a Sparky, dejándole un aspecto moribundo pero tan vivo como antes. Ambos intentan mantener el secreto pero los compañeros de Víctor seguirán su ejemplo haciendo cundir el pánico en su pequeño pueblo.
A diferencia del primer cortometraje, cuyo reparto era de carne hueso, el film está rodado en animación stop motion (animación con volumen foto a foto) y en 3D. El blanco y negro perdura y la trama esencial es la misma. Valores como la amistad, el amor, la valentía y la esperanza vuelven a ser protagonistas, así como unos personajes caricaturescos, escenarios tenebrosos y guiños al género de terror constantemente. La maestría con la que Burton se desenvuelve en la animación es tan sólo comparable con su capacidad de enriquecer las historias a modo de cuentos, cuyo mensaje siempre es esperanzador y traslada al espectador a mundos extraordinarios, propios del cine, tan alejados de la realidad que simulan sueños. Es un director controvertido, y por ende o le odias o te fascina, pero no deja indiferente.
Tras los títeres encontramos las voces de Winona Ryder (Beetlejuice, Eduardo Manostijeras), Catherine O´Hara (Beetlejuice) y Martin Landau (Ed Wood), todos habituales de Burton.
No cabe duda de que la película es emocionante, divertida y muy tierna y de que, una vez más, la espera ha merecido la pena, para él por haber logrado contar como siempre quiso una etapa de su infancia, y para el espectador por poder disfrutar de una cinta animada más allá de los clichés infantiles.
Yolanda Díaz Esteban