Con bastante retraso, y empujada por sus cuatro nominaciones a los Oscar, se estrena en España esta película en la que Julianne Moore y Annette Bening interpretan a una pareja de lesbianas de clase media-alta, cultas e inteligentes, que tienen un hijo y una hija adolescentes concebidos por medio de un donante de esperma. A escondidas de sus madres, los hermanos contactan con su padre biológico, Mark Ruffalo, quien resulta ser un tipo encantador, de personalidad arrolladora, con una forma independiente y libre de entender la vida. Cuando las mujeres se enteran, también quieren conocer al donante, asustadas de la influencia que pueda ejercer sobre sus hijos. Y así es como, sin darse cuenta, Ruffalo empieza a hacerles cambiar su visión del mundo y de las cosas. Pero no sólo a los chicos, sino también de la pareja de mujeres. Una de ellas se sentirá atraída por él, mientras que la otra reacciona a la defensiva al sentirse amenazada.
La mayor pega que se le puede poner a The Kids Are All Right, el título original, es que en su desenlace acaba traicionando las altas expectativas creadas al comienzo. Un film con un planteamiento tan abierto de miras transpira un mensaje sutilmente conservador. El personaje de Ruffalo parece poner de manifiesto la necesidad de una figura paterna, y él mismo, un hombre que ha vivido toda la vida a su manera, lo que en realidad desea al final es tener una familia típica. A partir de ese momento la película comete algunos deslices al girar hacia la comedia un tanto histérica para luego entrar en una pendiente dramática cuajada de clichés. En ambos casos, cuando abandona su tono inicial y se decanta por los extremos, Los Chicos Están Bien acaba fallando sin llegar a esa obra maestra que prometía. Empieza muy bien, cargándose todos los tópicos, pero no redondea la faena, y al final lo que hace es recogerlos. O tal vez vivamos en un mundo de arquetipos en el que la vida imita al arte.
Fran G. Lara