Outrage (2010), ultraje, es el reencuentro de T. Kitano con los yakuzas. Pero las cosas no son como antes. La pasada década no ha transcurrido en vano. El acercamiento de T. Kitano es más genérico, más convencional. Ha dejado de lado esa mirada que enrarecía una historia de mafiosos hasta convertirla en algo absurdo. Su personaje sigue igual salvo porque se le empiezan a notar los años. Sigue siendo ese tipo inexpresivo, solitario y aislado que parece estar ya muy lejos. Un tipo que parece un marciano entre yakuzas salvo cuando se cabrea. Pero aquí ya no es un loco. Sigue habiendo humor porque siguen habiendo violencia y tragedia, pero ya no es absurdo sino exagerado, caricaturesco, burlesco. El resultado es una películas de mafiosos al uso. Su esqueleto es muy parecido a El Padrino, en mi opinión. Outrage cuenta la competencia entre 2 familias por un territorio y termina con un paroxístico final donde se ajustan todas las cuentas que se han ido acumulando durante el metraje de modo que caen casi todos los protagonistas. Un final orgásmico que por ser de T. Kitano y japonesa está exento del tratamiento operístico que es la marca de F. F. Coppola.
Pero la gran diferencia no reside en la sobriedad de T. Kitano frente a la opulencia del director estadounidense de raíces italianas, sino en la aspereza y soledad de Outrage. Estas características vienen por la ausencia del maniqueísmo y happy end propios de Hollywood y porque la familia no sale por ningún sitio a pesar de que los yakuzas son similares a los mafiosos: patriarcales, familiares, machistas, violentos y conservadores, por eso visten como occidentales hasta el extremo de seguir la moda hortera del Pacífico (camisetas hawainas y look setentero). Otra diferencia, pero esta es cultural y no por una decisión autoral, es que los yakuzas son un mundo cerrado. La policía nipona no pacta con los yakuzas como hace la yanki y los yakuzas no tratan de disfrazarse de cordero. No buscan respetabilidad a través de negocios legales, relacionarse con políticos y jueces o cultivar a la jet set. En definitiva, no buscan pasar por normales (salvo la pretensión de los jefazos por ir de blanco), de ahí que mantengan la tradición de sus aparatosos e inconfundibles tatus. La última característica que distingue la mafia de F. F. Coppola de la de T. Kitano es que esta es opresiva. La cantidad de reglas y protocolos y la lealtad son asfixiantes y marginan. Pero no son una señal de orden y de principios (si bien la yakuza, al igual que los Corleone, ven mal el narcotráfico) sino muestra de un mundo jerárquico que se revela como desquiciante y explosivo pues el patriarca de su casa no es más que un humilde vasallo en la casa de su jefe. Así, este paso de la omnipotencia a la sumisión en segundos sólo engendra rencor y deslealtad. Estas cosas son las que dan singularidad a Outrage incluso dentro de las películas sobre yakuzas de T. Kitano pues esta, como ya he señalado, los mira de forma más realista.
El resultado es una película muy competente y accesible de modo que es capaz de gustar a cualquier espectador, especialmente a los aficionados al cine mafioso. No es necesario ser gafapasta para disfrutar con Outrage. Aunque para ser de T. Kitano decepciona por ser normal ya que si se le despoja del absurdo (la parte central, lo de la embajada de Ghana, lo mejor con diferencia de toda la película), no es más que un producto convencional de buena factura, algo corto de dinero, muy sobrio y sosegado, lo que solventa T. Kitano como siempre, con escenas violentas que renuevan el ritmo, muy machista (no hay ningún personajes femenino) y con un final bastante desconcertante por inesperado pues no queda claro si ganan los malos o los buenos. Los personajes con los que se identifica el espectador pierden pero la araña que juega con las vidas de todos por lucro también cae. Un nuevo orden comienza pero, ¿será mejor? En el fondo T. Kitano nos dice que no importa. Son yakuzas. No son buenos y su vida es breve y brutal. No hay finales felices en el mundo del hampa. Así queda claro que Outrage es una peli de yakuzas de T. Kitano a pesar de ser diferente pues, como las otras, desmitifica el mundo de la mafia. Sólo que en esta película la ausencia de esa mirada absurda hace que sea más áspera que las otras.
Valoración: 6. Divertida.