Pasando a comentar ya este largometraje, hay que decir que nos pone en el pellejo de un pobre hombre feo de cojones (más que yo recién “levantao”), al cual le ha dejado la novia recientemente. El muy calzonazos se presenta un buen día en casa de su ex para devolverla las llaves de su piso y con la esperanza de poder arreglar la relación. El caso es que de buenas a primeras y sin explicación previa (como suele ocurrir en este tipo de films) empiezan a aparecer zombies por todos lados, lo cual provocará que nuestro pobre protagonista tenga que encerrarse en el piso de la ex con un muchacho fontanero que estaba allí arreglando las tuberías del domicilio (y que por cierto es “clavao” a Xavi Alonso. Luego dicen de que mis parecidos son lo peor, pero es que este tío es igualito).
A partir de ese momento seremos partícipes de las desventuras de nuestros dos protagonistas de una forma simple y sin alardes pero que cumple a la perfección a la hora de mantener el interés del espectador. Y curiosamente a mí es lo que más me sorprendió del film, pues es claro ejemplo de que con unos pocos personajes protagonistas, un escenario muy concreto y un puñao de zombies se puede hacer un film más que decente. Bien es cierto que con todo lo comentado muchos pensarán que no deja de ser una imitación de Rec o La Horda, pero hay que decir en su favor que el film que nos ocupa sabe desarrollar esos elementos mencionados con su propia manera y estilo.
Además encontraremos una “nueva clase” de epidemia que provoca toda esta ola de zombies o infectados (ya que no queda muy claro lo que son), y que aunque te muerdan solo se manifiestan los síntomas si se produce adrenalina, es decir, que si te muerden y te tomas un par de tranquilizantes y te quedas calmadito y sin armar alboroto, no te conviertes de momento en uno de estos engendros (al menos esto sale más ecónomico que el Zombrex del Dead Rising 2). Y bueno, comentar también al respecto otra peculiaridad de estos infectados, y que no es otra que el hecho de que tienen las retinas de los ojos muy sensibles, con lo cual algo que emita destellos de luz puede ser más efectivo que una buena metralleta (¡Ainsss!, lo bien que se lo habría pasado aquí el bueno de Frank West, un personaje que sonará a los más frikis del lugar).
En definitiva, Siege of the Dead es un film que demuestra que para hacer una peli de zombies más que decente no hacen falta grandes alardes ni tiroteos con montones de zombies a tutiplén por todos los lados. Es un claro ejemplo de que a veces con pocos medios se pueden hacer cosas bastante majas. Además es un film que es consciente de sus propias carencias y no se alarga de forma innecesaria, pues su duración es de poco más de 70′, tiempo más que suficiente para contarnos las andanzas de esos protagonistas encerrados en un vecindario y todo lo que han de hacer para sobrevivir. Por todo ello, personalmente recomiendo su visionado, ea.