Reseñas cine: 'Son of Babylon'

Publicado el 03 octubre 2011 por Juancarbar

Como cinéfilo que además es persona (o lo aparenta), siempre he creído que los prejuicios están de más. Que no se puede valorar nada ni a nadie por su lugar de procedencia y que, como suele decirse, “un libro no se juzga por la portada”. Dicho esto, confieso que hay ciertas latitudes cinematográficas que me son totalmente desconocidas, ignorancia que forma parte de las enormes lagunas culturales que, poquito a poco, intento ir subsanando con el paso de los años. Así, me considero un lego absoluto en lo referente al cine asiático, más allá de esos puntuales realizadores que acaban traspasando (gracias a internet, en gran medida) el velo de lo minoritario para entrar en el territorio de lo culto: Zhang Yimou, Park Chan-wook, Takashi Miike, Bong Joon-ho, etc. Pero si hay una denominación de origen que en los últimos años ha sufrido con más dureza que ninguna otra el látigo de los prejuicios por parte del gran público, sin duda ésa ha sido el cine árabe. Confieso, como decía, que yo nunca he manifestado especial interés en las cintas provenientes de Irán, Arabia Saudita o Jordania, y lo cierto es que hasta ahora nunca me había planteado seriamente la existencia de una industria cinematográfica en Irak.

“Son of Babylon”, cinta dirigida por Mohamed Al Daradji, propone una incómoda mezcla entre ficción y ambientación documental que sigue al niño kurdo Ahmed (interpretado por Yasser Talib), de doce años, y a su abuela (a quien da vida Shazada Hussein) por el norte de Irak poco después de la caída del régimen de Saddam. Los protagonistas buscan al padre del muchacho, un soldado de la Guardia Republicana desaparecido tiempo atrás. Su odisea los llevará a cruzarse con numerosos nómadas anónimos que recorrerán con ellos desiertos terrosos, ciudades repletas de escombros y carreteras plagadas de miseria.

“Son of Babylon” es una cinta volcada en la denuncia de la situación de un Irak supuestamente liberado donde el concepto de reconstrucción parece todavía muy lejos de las vidas de los millones de habitantes que lo perdieron todo (y no hablo sólo de cosas materiales) durante tres décadas que han visto otras tantas guerras internacionales y una tiranía militar deshumanizada. Este legado de Saddam que “Son of Babylon” pretende hacer visible al resto del mundo se nos presenta de una forma totalmente naturalista, áspera y deprimente. No existe, claro, la necesidad de impostar decorados artificiales para mostrar al espectador la situación de un país ruinoso que parece salido de un paisaje post-apocalíptico: suerte que las bombas ya hayan hecho ellas solitas todo el trabajo de atrezzo y escenografía.

Me gusta lo que cuenta “Son of Babylon”. Me gusta la mirada infantil que el personaje de Ahmed proyecta sobre la situación, inconsciente de las implicaciones reales del contexto en el que se mueve. Me gusta el contraste de esta cándida inocencia con la desesperanza y el hartazgo que enturbian la mirada de su abuela, auténtico testigo de toda la historia reciente y no tan reciente de su país (desde la perspectiva además del pueblo kurdo: los más puteados entre los puteados).

Pero, y es un pero insalvable, no soporto la manera en que Al Daradji desarrolla su relato. No es sólo que los personajes terminen la película casi tan desdibujados y ajenos a mi empatía (por dura que suene esta afirmación) como al principio. Es que además la cadencia con que la cinta se arrastra de plano en plano supera con mucho mi capacidad de atención, sumiéndome en un sopor que me obliga a pellizcarme continuamente las mejillas para que los párpados no se me cierren definitivamente. Lamento tener que decirlo, porque tal vez esta afirmación no haga sino redundar en esos prejuicios que tan duramente atacaba en el primer párrafo de esta entrada, pero “Son of Babylon” me ha parecido una película mortalmente aburrida, que echa a perder con su somnífero desarrollo todas esas virtudes que, a priori, prometían una experiencia mucho más interesante. Sé de buena tinta que a muchos otros críticos y espectadores les parecerá una cinta estupenda que encaje plenamente con sus inquietudes humanitarias y su sensibilidad cinematográfica, pero desde este púlpito yo me debo a la verdad, y la verdad es que durante el último tercio de película me he cansado de consultar regularmente la hora.

Confío, eso sí, en que sólo haya sido un mal punto de partida para adentrarme en otras cinematografías que me son desconocidas.

(“Son of Babylon” se estrena en los cines de España el próximo 7 de octubre.)