Puede que el cine inglés no tenga tanto tirón entre la audiencia residente fuera del Reino Unido como pueda tenerlo el de Hollywood, pero si existe un producto audiovisual que goza de buena salud fuera de las islas estas son las series y miniseries televisivas. Dentro del boom catódico surgido hace unos años con la llegada de la denominada Edad de Oro televisiva, y en parte gracias a las facilidades aportadas por Internet, junto a series como Lost, 24 o Prison Break, la gente comenzó a atender a series comoDoctor Who, que cuenta a partir de 2005 con una versión adaptada a los tiempos que corren. Y no solo la gente: productoras americanas han visto una oportunidad al trasladar las historias inglesas a sus propios formatos, muchas veces a manos de los responsables de las series originales como es el caso de Ricky Gervais y The Office, creador de la original inglesa y productor de la versión americana.
Precisamente de esa necesidad de adaptarse a los tiempos que corren en 2008 nació Dead Set,miniserie impregnada de un tono cínico que unía la casa del Gran Hermano británico con una plaga zombie de la que los concursantes aislados no tenían conocimiento. Siguiendo esta estela su creador, el presentador y columnista Charlie Brooker, en diciembre de 2011 volvió a ofrecer una mirada satírica sobre diferentes aspectos de la sociedad contemporánea. A lo largo de 3 capitulos autoconclusivosBlack Mirror desgrana los peligros que pueden acarrear las redes sociales, las ansias por la búsqueda de la fama mediática o las nuevas tecnologías.
Pese a que la premisa de la serie es la de presentar situaciones futuras y distópicas, el capítulo 1 (The National Anthem), el mejor de los tres para el que esto escribe, describe una situación que en realidad no resultaría tan lejana del uso actual que se hace de las redes sociales. En él, alguien cuelga en Youtube un video amenazando con matar a una miembro de la realeza si el Primer Ministro no atiende a sus exigencias. Por orden del gobierno, los medios de comunicación no hacen mención de un suceso que, por otra parte, es de dominio público. Los espectadores comienzan a cuestionarse por qué no son informados de ello y a exigir que lo hagan, produciéndose así un desplazamiento del poder de los medios como establecedores de la agenda temática sobre la que se debe informar.
En estos tiempos de grandes cambios en el audiovisual, sobre todo a niveles industriales y tecnológicos, y en un momento en el que parece haber cierta tendencia en la ficción a volver a tiempos pretéritos, a mirar sobre el pasado, como pasa con The Artist o Los Descendientes, Black Mirror en particular y la obra de Charlie Brooker en general se alzan como figuras a tener en cuenta si existe una mínima intención por parte de uno de entender el mundo en el que vive.