Revista Medio Ambiente

Reserva Natural de los Galachos de la Alfranca de Pastriz, La Cartuja y El Burgo de Ebro.

Por Circuspygargus @Naturaaragonesa
Reserva Natural de los Galachos de la Alfranca de Pastriz, La Cartuja y El Burgo de Ebro.
Nombre y Figuras de Protección:Reserva Natural de los Galachos de la Alfranca de Pastriz, La Cartuja y El Burgo de Ebro.Reserva Natural de los Galachos de La Alfranca, La Cartuja y El Burgo de Ebro, declarada por Ley 5/1991 de 8 de abril, de las Cortes de Aragón.Zona de Especial Protección para las Aves (ZEPA), según la Directiva 79/409/CEE.
Términos Municipales:El Burgo de Ebro, Pastriz y Zaragoza.
Superficie:777 hectáreas.
Altitud:Mínimo de 180 metros y máximo de 206 metros.
Elementos de Interes:Sotos fluviales, pastizales encharcados, carrizales y zonas húmedas. Nutria, importante colonia de ardeidas, Galápagos europeo y leproso, concentraciones invernales de anátidas y un gran número de paseriformes.
Descripción:

Reserva Natural de los Galachos de la Alfranca de Pastriz, La Cartuja y El Burgo de Ebro.

Pájaro moscón (Remiz pendulinus)

Originalmente, el tramo medio del río del Ebro estaba formado por un extenso bosque de ribera a ambos lados del curso del río, con amplias superficies inundadas casi permanentemente. Tras una intensa ocupación humana de las riberas, hoy tan solo perviven algunos antiguos cauces abandonados por el río tras fuertes crecidas o meandros, conocidos en Aragón con el nombre de galachos. La Reserva Natural incluye varios de estos galachos; La Alfranca, La Cartuja y El Burgo de Ebro, constituyendo una excelente representación de los ecosistemas ribereños de Aragón y uno de los mejor conservados de nuestra Comunidad.
Historia:Las tierras más fértiles siempre han estado próximas a los cauces de los ríos que, gracias a las avenidas, iban recibiendo nutrientes continuamente. Desde tiempos remotos, los primeros habitantes de nuestra tierra han elegido estos lugares para ubicar los primeros asentamientos humanos, atraídos principalmente por la presencia de agua y esa riqueza donde poder instalar sus cultivos. Con el paso de los años, la superficie forestal en torno al Ebro fue reduciéndose paulatinamente, aunque siempre manteniendo una distancia adecuada que evitara las fuertes avenidas que se sucedían cada año. Desde finales del siglo XIX y principios del XX, los embalses comenzaron a controlar las avenidas y regular el caudal, manteniéndolo en niveles bajos a lo largo de todo el año, hecho que provocó que se incrementara la tala de los bosques de ribera, las extracciones de áridos, los encauzamientos y la ocupación de terrenos para dedicarlos a cultivos agrícolas. En este período, los sotos fluviales del Ebro prácticamente desaparecieron.
Desde 1965, un elevado número de naturalistas y ecologistas reclaman la protección del Galacho de La Alfranca. En 1973 el Instituto para la Conservación de la Naturaleza-ICONA redacta un proyecto de protección que nunca llegó a ver la luz y no es hasta 1976 cuando, al amparo de la Ley de Caza, se logra la veda total para este enclave. En 1982 vuelve a reclamarse socialmente la protección de los galachos de La Alfranca, esta vez amenazados por roturaciones. En 1986 tiene lugar un gran incendio, tras el cual se forma una comisión formada por técnicos de la Diputación General de Aragón y representantes de la Coordinadora Ecologista de Aragón, con el fin de elaborar un proyecto de protección que culminara en 1991 con la declaración de la Reserva Natural de los Galachos de La Alfranca de Pastriz, La Cartuja y El Burgo de Ebro.

Reserva Natural de los Galachos de la Alfranca de Pastriz, La Cartuja y El Burgo de Ebro.

Observación de aves en los sotos fluviales


Una zona protegida próxima a una gran ciudad como Zaragoza, y con sus elementos naturales puestos en valor, ha provocado un gran aumento de visitantes que añaden nuevos problemas de conservación a este espacio. Estos hacen necesaria una intensificación del esfuerzo dedicado a su protección por parte de la Administración. Como contrapartida, un enclave natural próximo a una gran ciudad permite dedicar esfuerzos en concienciación de la población, con actividades en la naturaleza con escolares, adultos y otros colectivos, que arrojan excelentes resultados.

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