Residuo cero en casa: “es genial, aunque nadie vaya a saberlo”.

Por Yve Ramírez @ecocosmopolita

Vive en Torroella de Montgrí, prácticamente no produce basura y es la traductora del libro Zero Waste Home de Bea Johnson al catalán (Residu zero a casa) y al castellano (Residuo cero en casa, que será publicado en breve). Su nombre es Esther Peñarrubia, y no la encontrarás en Facebook ni en Instagram, aunque ya nos gustaría.

Esta entrevista marca el fin de las vacaciones blogueras de La Ecocosmopolita ¡que ya tenía mono de escribir! Y llega en medio de una semana muy especial: la “zero waste week“, una iniciativa que nace en el reino unido y que anima a difundir estrategias para una vida residuo cero. Aquí va nuestro granito de arena. Aprovechamos también para presentarte un súper curso que está preparando Mariana, del blog Cualquier cosita es cariño: se trata del taller online Una vida con menos basura, con cuya difusión estamos colaborando. Encontrarás más información al pie del artículo. Pero ahora, volvamos a Esther, a quien conocí personalmente en la preparación dl reportaje “Vivo sin producir residuos“ de La Vanguardia en el que ambas participamos.

Vivo sin generar residuos. La Vanguardia

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Esther Peñarrubia siempre ha intentado vivir de forma más sostenible. Ella y Jordi, su pareja, desde el comienzo han seguido una dinámica respetuosa con el medio ambiente. Una vida simple, sencilla, intentado producir la mínima cantidad de basura posible y generar el menor impacto negativo en el planeta.

Ajenos a las redes sociales, hasta hace poco simplemente vivían la forma de vida que más se parecían a ellos. Compostaban sus residuos orgánicos en casa, recuperaban toda el agua posible para regar plantas o para el váter, compraban con sus propios envases la mayoría de los alimentos, prescindían de muchas cosas que no les aportaban nada…

Y toparon con Bea Johnson

Y entonces un día descubrieron un vídeo en Youtube. Bea Johnson, blogguera, mediática, inspiración para quién sabe cuántas personas en el mundo entero gracias a su incansable labor, hablaba de la “vida zero waste“.

“Vida zero waste”. “Residuo cero”. Eso que practicaban en casa, sin más, tenía un nombre. Y esa Bea Johnson había logrado dar un paso más allá. “Vimos que había muchos cosas que ya hacíamos, pero también otras en las que aún no habíamos pensado”, explica Esther.

Esther puede parecer un poco tímida. Pero desde luego, no lo es. Al llegar al blog de Bea Johnson, Zero Waste Home, descubrió que ella había escrito un libro también llamado Residuo cero en casa. “Esa misma noche la contacté, sin haberlo leído aún, y le propuse traducir el libro. Yo pensé, ¡me estoy tirando a la piscina! Como sea un bodrio, vaya problema. Pero yo voy a impulsos”.

Siguiendo las instrucciones de Bea, que estuvo encantada, buscó -y consiguió rápidamente- una editorial que estuviera interesada en adquirir los derechos. No mucho después, Pol·len edicions publicaba la edición catalana, Residu zero a casa. Al momento de escribir este artículo, está por salir la traducción al español, también obra de Esther. Ambas traducciones están adaptadas a la realidad local, por acuerdo con la autora, con quien Esther hoy en día mantiene una fluida comunicación.

Charlemos un poco con Esther…

Compost casero de Esther Peñarrubia. VIda residuo cero

" data-orig-size="840,441" sizes="(max-width: 840px) 100vw, 840px" data-image-title="Compostadora-vida-residuo-cero" aperture="aperture" />Saber que en el vertedero hay un trocito menos de basura con tu nombre, aunque nadie más lo va a saber, es genial. (En la foto, cubo de residuos orgánicos y compostador).
Esther, cuéntame cuáles fueron algunas de esas cosas que descubriste gracias a Bea Johnson

Una de ellas es la lufa. No se me había ocurrido que hubiera una opción para los estropajos, y es algo tan simple como una planta. Ahora estamos pensando plantarla en el huerto.

Otra, es la cuchilla de afeitar de Jordi. Tampoco habíamos pensado en utilizar las clásicas, en la que solo cambias la cuchilla. Aunque aún estamos buscando la ideal porque compré una muy económica y no acaba de estar contento; se hace cortes con frecuencia.

Pero sobre todo, al ver imágenes de su cocina, me di cuenta de que había cosas que no conseguía a granel pero tampoco había picado a la puerta del fabricante. Poco a poco he logrado ir cambiando casi todas.

¿Por ejemplo, cuáles son esas cosas que ahora compras de otra forma?

Fueron varias cosas, pero las más importantes que me viene a la mente son los palitos de pan, la leche, las patatas chips y el papel de váter.

  • Sobre los palitos de pan de los niños. Yo daba por sentado que los tenía que comprar en bolsa. Entonces fui a una panadería donde venden unos largos envueltos en papel, y le pregunté si podía encargarle 20 y comprarlos sin ningún envoltorio, porque yo traería la bolsa.
  • La leche, yo la compraba fresca, pero en el supermercado, en plástico. Llamé a la puerta de 4 granjas y finalmente conseguí una de Girona que vende leche fresca. Servía en vidrio a un cliente que se lo pedía desde hacía muchos años, y ahora me lo hace a mí. Me la traen a casa, y es más barata que algunas que están en el mercado. No reutilizan las botellas pero de momento no he tirado ninguna. Siempre las regalo a los amigos, que las aprovechan para el agua, etc.
  • Respecto a las patatas chips, ahora compro patatas en latas de medio kilo, que uso para guardar frutos secos, y cosas así. Son unas patatas hechas en Galicia, se conservan super bien porque vienen en una tapa que cierra herméticamente.
  • Respecto al papel de váter, ahora compro uno que es más ancho, semi industrial, fino y 100% reciclado. Con 7 familias más compramos 1000 euros en papel. Y si viene en fardos de plástico, pero igual pasan 3 meses hasta que acabamos un fardo. Es además un papel libre de cloro, así que el impacto ambiental es mucho menor.

La gracia es que cuando te metes en esto, igual no tienes que buscar tanto sino que te llegan las cosas solas. Como las patatas, que las conocí por un regalo que me hizo una amiga.

¿Aún tienes algún residuo plástico que no has podido evitar?

Los yogures. Los compro en botes de un kilo hace muchos años, pero en plástico. Por eso hace poco hemos decidido que lo volveremos a hacer en casa, que es algo que habíamos abandonado con los niños. Y los sellos de garantía de la leche, que viene en vidrio pero arriba tiene el típico plastiquito que la sella. O las galletas, que nos gustan mucho y las compramos en su envoltorio.

También me cuesta controlar cuando vienen familia y amigos de visita.

¿Y qué tienes en el “resto”, es decir, en la basura no aprovechable?

Los pañales de la noche, porque durante el día vamos con los de tela, pero por la noche, para no tener que cambiar al bebé y que no esté húmedo, usamos pañales desechables.

Etiquetas de ropa, que como usamos casi todo de segunda mano, muchas veces tienen etiquetas con el nombre, y siempre se la quito.

Y los restos de carne, que no van a nuestro compostador. Tendría que hacer como Bea, que lo congela en un bote y cuando se acumula lo lleva a la compostadora del ayuntamiento. Eso sí, cuando viene gente y acumulamos una buena cantidad de sobras con restos de carne o huesos de pollo, eso sí lo llevamos al compostador municipal.

Muchos desechos tienen que ver con alimentos de origen animal. ¿No te has planteado nunca dejar de comer alimentos animales?

Comemos poca carne y poco pescado, pero reducirlo a cero, para mí no es una opción.

Leíste el libro, comenzaste la traducción y en seguida estabas dando charlas por Cataluña. Cuando estás hablando del libro y de la vida residuo cero en tus charlas, ¿hay algo que te sorprenda de las respuestas del público?

Pues, sobre todo, que la gente dice que es muy difícil. Es como si hubiera una barrera mental. “¿Por dónde empiezo?” “Esto no es para mí”. “Es que tú tienes mucho tiempo”. Pero yo también tengo hijos, también tengo una casa que llevar y también trabajo. El tiempo es el mismo para todos.

Yo no hago mil recetas ni preparo todas las cosas en casa, ni mucho menos. Yo las compro hechas a alguien que sé que las hace bien y las hace aquí, e intento que sea con productos locales. Y esa es la gracia. Poder decir a la gente decir a la gente: ”usted no necesita dejar su hobby, su familia y su trabajo, que son lo más importante en su vida. Lo único es que hace falta tener voluntad.”

Es fácil si quieres hacerlo. Y si dices “pues este mes, la leche, el mes que viene, las galletas”. Y así, cada vez.

Afortunadamente, también hay personas que tal vez me escucharon en una entrevista, compraron el libro Residuo cero en casa y vienen a verme porque buscan más información. Y eso es super bonito, porque veo que está llegando a gente que no lo había pensado pero, gracias a eso, ya está convencida.

Cosas del baño residio cero de Esther Peñarrubia

" data-orig-size="840,577" sizes="(max-width: 840px) 100vw, 840px" aperture="aperture" />El kit de higiene personal residuo cero en casa de Esther Peñarrubia
¿Qué le dirías a alguien que está en ese punto en el que le gustaría comenzar pero le parece muy difícil?

Que se anime porque solo saber que en el vertedero hay un trocito menos de basura con tu nombre, aunque nadie más lo va a saber, es genial.

¿Esa es tu motivación personal, reducir tu impacto personal?

No, no es solo eso. También es tener tiempo para lo que realmente me gusta. Ir en bici, leer, sentarme a la noche a leer, viajar en bicicleta, poder jugar con los niños lo máximo que pueda. Tener tiempo para mí, egoístamente. Eso es lo que yo quiero. Y todo eso me lo facilita tener este estilo de vida, seguro.

Puede ser difícil creer que así ahorres tiempo.

Pero  lo hago, porque no tengo que ir con bolsas al supermercado, cargar con ellas, subirlas, colocarlo todo. No, cuando voy a comprar, compro más cantidad y ya la tengo en mis botes de vidrio cerrado. Y no tengo que limpiar tanto, porque no tengo mil cosas en casa. Y como nos gusta ir en bici, vamos todos en bici a comprar un sábado el queso, para dos o tres semanas, o a comprar los zumos al productor, en otro pueblo.

Además tenemos pocos juguetes, pocos adornos, casi no hay repisas en casa.

El minimalismo llega de la mano de la aplicación del residuo cero en casa.

Sí, por ejemplo, me encanta hacer manualidades y hasta que he tenido niños, le dedicaba mucho tiempo y espacio en casa. Y es lo que me ha costado más reducir, porque era mi espacio. Pero claro, ahora ya no tengo tanto tiempo para hacer esas manualidades, y entonces digo, ¿para qué tengo tanto espacio lleno de cosas esperando para tener tiempo? ¡Fuera!

¿Podrías darnos algunos consejos prácticos para quien quiera comenzar a hacer cambios?

Pues abrir los ojos, porque en todas partes hay tiendas donde se pueden comprar cosas a granel. No solo son las tiendas nuevas, bonitas y maravillosas de productos ecológicos. En la pescadería de toda la vida, si vas con tu envase de casa, te lo darán a granel. La carnicería, la charcutería, la verdulería, el mercado.

Y pensar, antes de salir de casa, qué has de hacer. ¿Voy a pasar el día fuera?, pues una cantimplora y una bolsa de tela por si tengo hambre y quiero comprar luego un bocadillo, o lo que sea. Piensa siempre en lo que vas a hacer y, con solo dedicarle dos minutos antes, ahorrarás un montón de residuos.

Taller online zero waste: Una vida con menos basura, de Cualquier cosita en cariño

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En este post encontrarás los mejores consejos de bloggers para una vida zero waste. Pero si quieres emprender tu viaje hacia una vida residuo cero en casa, o si ya lo has comenzado pero te sientes perdida, tal vez la respuesta esté en tu interior.

Mariana Matija, del blog Cualquier cosita es cariño, nos invita a mirar hacia adentro, para poder identificar aquello que hay que ajustar fuera.

Pulsando en el enlace, encontrarás toda la información sobre el taller online Una vida con menos basura, que tendrá inicio a finales de septiembre, y que promete ser un viaje maravilloso y en la mejor compañía.

Si decides comprar el curso desde mi web, recibiremos una comisión. Pero ya lo sabes, te lo recomiendo con los ojos cerrados y desde lo más profundo de mi corazoncito. Que Mariana es una gran inspiración en muchos sentidos.