Heitzer comenta al editor que la publicación del 3 de noviembre presentó una solución razonable al mayor obstáculo para la normalización de relaciones entre Estados Unidos y Cuba, pero señala que fue obviada la ausencia de evidencias de que los «espías cubanos convictos» hubieran obtenido alguna información clasificada.
Por el contrario, las evidencias apoyan la versión cubana de que la misión de los Cinco era monitorear y prevenir los planes terroristas de los exiliados en Miami contra Cuba. Heitzer agrega que ninguno de los Cinco fue acusado del cargo de espionaje (dado que no tenían información clasificada), aunque el jurado de Miami los declaró culpables de una «conspiración» para cometer espionaje.
El abogado recuerda que ellos monitorearon a figuras como Orlando Bosch, protegido en los Estados Unidos por más de 20 años, hasta su muerte en 2011, a pesar de ser «resuelto e invariable en su vocación a la violencia terrorista». Actualmente —añade en su misiva— el terrorista de carrera Luis Posada Carriles está protegido en Miami.
La carta conjunta de Peter Kornbluh y William M. Leogrande coincide en elogiar la pertinencia del editorial y menciona precedentes históricos de intercambios de prisioneros de Estados Unidos con Cuba y Puerto Rico.
Kornbluh y Leogrande, coautores del libro Back Channel to Cuba: The Hidden History of Negotiations Between Washington and Havana, recuerdan que esos intercambios fueron políticamente controversiales y requirieron determinación presidencial, pero, como el presidente Barack Obama puede notar, se consideró intereses nacionales de Estados Unidos y retornaron a sus familias a los norteamericanos presos.
Tomado de Juventud Rebelde