¿Las reglas del juego? ¿De qué juego estamos hablando? O, mejor dicho, ¿de qué juego hablan ellos?
Deben pensar que estamos jugando al bingo en una residencia de ancianos, con apuestas de cinco céntimos, o en un partido de fútbol de solteros contra casados después del cual se van todos a beber cerveza.
¿Pero de qué juego hablan?
Ellos manejan el poder represivo si nosotros incumplimos las reglas del juego, pero ¿qué armas tenemos nosotros si las incumplen ellos? ¿Quitarles el voto dentro de cuatro años cuando nos hayan destruido? Nos apalean incluso sin quebrar las normas. Entrenan perros sarnosos a los que acorazan para azuzárnoslos cuando nos quejamos de sus políticas de hambre.
Nos aplican su visión de lo que es lo políticamente correcto y tenemos que tragar. ¿Cómo defendernos?
¿Es licita la violencia contra tanta injusticia?
Yo nunca lanzaré una piedra contra nadie, nunca emplearé la violencia contra un cargo público por muy deshonesto que sea, ni contra un policía antidisturbios que apalea a gente en manifestaciones pacíficas y autorizadas. Pero tampoco censuraré a quien lo haga y si está en mi mano, lo protegeré, lo ocultaré.
Yo no respeto estas reglas del juego que nos imponen porque para mi no es un juego.