El otro día estuvimos en un taller de Crecer Juntos con Arte, que se celebró en el Retiro. Siempre he tenido ganas de que Lola asistiera a algún taller de este proyecto porque me parecía muy interesante. También me gusta ver que Lola se lo pasa bien y como al consultar qué tipo de actividades se hacían en este taller, era básicamente la de tocar, experimentar y guarrear, pues me pareció una buena oportunidad.Lo que me doy cuenta es que a veces, quiero que Lola haga estas actividades y creo que en ocasiones es que a mi me gustaría volver a ser niña y hacerlas a mi. Pero dejando esto de lado, os cuento un poco.
En la actividad no empezamos con buen pie, la persona que dirige este taller, comenzó explicando que el aparato de música, no lo podían tocar los niños, que eso era suyo y no se podía tocar. Lo repitió varias veces y creo que Lola se asustó y se echó a llorar. Creo que además nosotros estabamos situados muy cerca de la monitora, y al haber bastantes niños, estábamos muy pegados entre niños y padres. Lola suele necesitar su espacio, para moverse y sentirse a gusto. Así lo hemos captado cuando vamos al parque, que prefiere estar tranquila, aunque ella a veces elija estar con algunos niños.
La actividad empezó con una canción, muy fácil dando palmas. Y luego esa canción iba acompañado de un pompero eléctrico, que la monitora dirigía. Lola volvió a llorar, y en este caso, vuelvo a confirmar que fue porque las pompas, que había muchas, fueron muy cerca de ella, y todo porque su padre la llevaba encima y dio la casualidad de que las pompas le cayeron encima.
A continuación jugaron con unas bandejas de plástico, llenas de pan rallado y conchas y con unos vasos, los niños iban metiendo las conchas, el pan rallado o lo que les apeteciera. Aquí Lola se sintió tranquila, y en su salsa. Ella iba a su ritmo, tocando las conchas, el pan rallado, los vasos, etc.
A continuación la actividad cambiaba un poco, el que quisiera podía quedarse con el pan rallado y el que no podía jugar con unas piscinas hinchables de agua. Lola miraba con disimulo el agua, pero al ver a todos los niños, no parecía que se animara. Finalmente, hizo dos intentos de acercarse, pero al tocar el agua con sus pies y que algún niño la mojó, volvió a llorar.
Realmente yo tenía muchas ganas de que Lola disfrutara en esta actividad, creo que parte del tiempo sí lo hizo, pero en realidad volvimos a confirmar lo que ya sabíamos de ella.Lola tiene muy claro lo que quiere y lo que no:
- No le gustan que le dirijan en las actividades
- No le gusta que la atosiguen, es decir, necesita su tiempo, para hacer las actividades, para experimentar y para jugar. (en el parque aunque yo le diga que juegue con sus cubos y rastrillos, si no quiere no lo hace porque se lo diga nadie)
- No le gusta mucho estar cerca de la gente, ella cuando quiere se acerca. (no quiero decir con esto que sea una arisca, que además es bastante mimosa)
Por cierto, recomiendo esta actividad, nosotros quizás volvamos a repetir más adelante.